El artífice de la paz asesinado

Identificado con el ideal sionista desde su juventud, estudió en una escuela agrícola de Galilea y entró a formar parte de la Hagana (ejército clandestino formado por los judíos durante los últimos años de dominación colonial británica en Palestina). Ascendido rápidamente, mandó un regimiento durante la Guerra de Independencia de 1948-49. Al terminar la guerra se dedicó a la carrera militar y participó en la segunda guerra contra los árabes de 1956.

En 1964 fue nombrado jefe de Estado Mayor, puesto desde el cual reorganizó el ejército israelí (Tsahal); a sus esfuerzos se debió -tanto como a los de su ministro de Defensa, Moshé Dayán- la victoria en la Guerra de los Seis Días (1967), que proporcionó a Israel la ocupación de los territorios de Cisjordania y Gaza, además de la península del Sinaí y los altos del Golán.

Después de esta tercera guerra, Rabin cambió la carrera militar por la política, ligado al hegemónico Partido Laborista de Israel. Desempeñó la embajada de su país en Washington de 1968 a 1973, tiempo durante el cual adquirió una visión amplia de las relaciones internacionales. Desde aquel puesto se ganó la confianza de la primera ministra Golda Meir, que le nombró ministro de Trabajo.

La cuarta guerra árabe-israelí (Guerra del Yom Kippur, 1973) hizo caer a Golda Meir, momento en que fue sustituida por Rabin, tanto al frente del partido laborista como del gobierno israelí (1974-77). Un escándalo político montado en torno a una compra de dólares realizada por su esposa Lea le obligó a dimitir en favor de su rival dentro del partido, Shimon Peres. Aunque la victoria electoral del Likud en 1977 terminó con 29 años de poder laborista, Rabin siguió siendo diputado (reelegido en 1981).

Las luchas internas entre Peres y Rabin marcaron los años siguientes en la oposición. Reconciliado con Peres, aceptó formar parte como ministro de Defensa de los gobiernos de coalición presididos por Peres y Shamir a partir de 1984; y consiguió la unificación del partido, que le proporcionó una nueva victoria electoral en 1992.

Nuevamente primer ministro, y apoyándose en Peres como ministro de Asuntos Exteriores, promovió un difícil acercamiento a los palestinos en busca de la paz en la región; la fórmula «paz a cambio de territorios» aspiraba a proporcionar a Israel unas fronteras seguras, una normalidad en las relaciones con los países vecinos y una aceptación por la comunidad internacional, a cambio de ceder a los árabes parte de los territorios conquistados en los sucesivos enfrentamientos bélicos.

Rabin venció su aversión a negociar con el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, a quien consideraba jefe de una banda terrorista; con grandes dosis de pragmatismo y contando con el aval de los Estados Unidos, aceptó las negociaciones secretas de Oslo con la OLP, que condujeron a los acuerdos firmados en Washington en 1993: Arafat regresó a Palestina como titular de un gobierno autónomo palestino con autoridad inicialmente sobre Gaza y Cisjordania, que posteriormente se iría extendiendo a otros territorios.

Sorteando los múltiples obstáculos que se oponían al proceso de paz (atentados de extremistas islámicos y judíos, oposición de la derecha israelí, retrasos y discrepancias sobre la organización de la retirada de los territorios ocupados.), Rabin firmó también la paz con el rey Hussein de Jordania en 1994. Sus esfuerzos fueron reconocidos con la concesión, junto a Arafat, del Premio Nobel de la Paz y del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994. Pero el clima de revuelta contra las concesiones a los árabes, fomentado en Israel por la derecha nacionalista y por el integrismo judíos, acabaron provocando un atentado que le costó la vida cuando salía de un mitin en favor del proceso de paz.

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