Al contrario de la creencia popular, Blancanieves y los siete enanos no es la primera película animada de la historia. Este clásico de Disney se estrenó en 1937, y para ese entonces varios largometrajes de ese estilo se habían estrenado.
Esta primera película animada se llamó El apóstol y se lanzó en 1917, veinte años antes que la película de Disney. Esta fue una sátira política muda que dirigió, escribió e ilustró el ítalo-argentino Quirino Cristiani.
Cristiani no solo lanzó la primera película animada, sino que fue el creador de la segunda. Su siguiente filme se tituló Sin dejar rastro, y se estrenó en 1918; este segundo proyecto abordaba una crítica hacia los sucesos de la Primera Guerra Mundial, pero fue censurado desde su lanzamiento.
Quirino Cristiani era un estudiante universitario para aquel entonces, y en un noticiero mostró un mini corto animado. Después de la pequeña prueba, lo contactó un productor, que había quedado encantado, para financiar un largometraje animado.
Tras realizar 58 mil dibujos en un año, se hizo realidad la primera película de animación de la historia. El apóstol, duraba 70 minutos y trataba de un hombre que muere, y desde el cielo lanza rayos para una purificación de Buenos Aires, debido a la enorme corrupción de la que sufría.
El apóstol duró un año en cartelera, y causó una conmoción en el público argentino, que disfrutó durante muchos años el arte de Cristiani. Ninguna de las dos primeras películas animadas de la historia tiene copias en la actualidad; Sin dejar rastro fue confiscada al momento de su lanzamiento por el Gobierno argentino, mientras que El apóstol fue bajando su número de copias disponibles ya que el celuloide se reutilizaba para fabricar otros objetos.
Las copias que conservaba Cristiani se perdieron en dos incendios que sufrió su estudio, uno en 1957 y el otro en 1961. Es por esto que no se puede ver más sino solo algunas imágenes de este primer largometraje.