El amor mató a la Divina Callas

‘No debo hacerme ilusiones, la felicidad no es para mí. ¿Es demasiado pedir que me quieran las personas que están a mi lado?

Esta declaración proferida por una destrozada María Callas en 1968 tras conocer la noticia de la boda de su amado Aristóteles Onassis con Jacqueline Kennedy nos permite acercarnos al perfil de una de las sopranos más cotizadas del pasado siglo.

Poseedora de una portentosa voz y un inusual talento interpretativo, ‘la divina Callas’, muere ‘sola, perduta, abbandonata’ en su lujoso apartamento de París, cuenta solo 53 años.

Un halo de misterio rodea su muerte.

Obligada por su frustrada madre a ejercer la prostitución para sobrevivir en su juventud, explotada por su esposo y rechazada por su único y gran amor, que le negó el matrimonio.

Su vida es una auténtica tragedia griega con notas de tango:

Nacida en Nueva York en 1923, Ana María Sofía Kapalogeropoulou, la soprano más carismática de la historia de la ópera no tuvo una infancia feliz. Sus padres, inmigrantes griegos en la gran manzana, se habían separado cuando ella era solo una adolescente. Mamá Kalogeropoulou Esta sensación de abandono y rechazo la acompañaría hasta su trágico fin.

A finales de 1936, su madre había decidido volver a Atenas en compañía de sus dos hijas, la bella Jackie (su nombre sería una ironía del destino) y María, nuestra cantante, gruesa y poco agraciada. Ambas deseaban ser cantantes aunque solo María poseía ‘el don’, para desesperación de su madre, que creía que por su físico, solo podía aspirar a concertar un buen matrimonio. Pero María era un diamante en bruto, poseía una voz única, acompañada de un inusitado talento para la interpretación, amén de un gran temperamento, ingredientes que combinados, podían hacer de ella una estrella.

Obcecada en convertirse en cantante, acude en Atenas al Conservatorio Nacional falseando su fecha de nacimiento, dado que era menor de 16 años, edad requerida por la institución. Allí traba contacto con la conocida soprano española Elvira Hidalgo, que será una figura clave en su vida. Convertida en amiga y consejera, Elvira ayudará a María a desarrollar sus innatas dotes para el bel canto.

Pero la vida de la cantante sufre un grave vuelco cuando la II Guerra Mundial salpica Grecia. Los ejércitos alemán e italiano invaden la ciudad. La miseria se instaura en la ciudad. La madre de María no duda en acudir a la obtención de ‘dinero facil’. Anima a la cantante a hacerse amiga de algunos soldados a cambio de ‘favores’ . Su maestra y amiga Elvira Hidalgo acude en su ayuda.

La vida de María toma un nuevo cauce y a los quince años, destaca interpretando el papel de María en Tiefland, la opera de Eugen d’Albert basada en el drama Terra baixa del catalán Àngel Guimerà.

María inicia entonces un largo periodo de viajes actuando para las tropas.

Su debut definitivo tiene lugar en 1941 en el papel de Tosca de Puccini en la Opera de Atenas.

De la mano de Norma, en 1947 despegaría su carrera artística. Su interpretación de la obra de Bellini, obtiene un enorme éxito.

En esas fechas Tullio Serafin irrumpe en su vida: el gran director de orquesta es su ‘descubridor’, reconociendo no solo su poderosa voz sino sus extraordinarias cualidades expresivas. En 1949 conoce en Verona a G. Battista Meneghini, un acaudalado industrial, tan mezquino como avaro, treinta años mayor que ella con el que contrae matrimonio. A partir de entonces su vida toma otro derrotero. Decidido a convertirla en una rutilante estrella, toma la batuta de su carrera ejerciendo como marido y mánager a un tiempo.

La relación se halla abocada al fracaso, María

De la mano de Toscanini debuta en La Scala de Milán con Aida en 1950 y seis años más tarde lo hace en Nueva York con Norma.

Su trayectoria artística se halla salpicada de extraordinarios éxitos y singulares anécdotas, ya que su fuerte temperamento le lleva a protagonizar no pocos escándalos. En más de una ocasión se negará a actuar por considerar al público irreverente, o por creer que su voz no se halla en las condiciones adecuadas. Tal y como ocurrirá en 1958 cuando, aquejada de un resfriado, huirá por la puerta trasera de La Scala tras el primer acto de Norma, durante un evento en honor al entonces presidente Gronchi.

Pero su innegable magnetismo en escena la hacía única, ella era la Prima Donna, la Divina Callas, y el público sabía perdonarla.

1959 es un año determinante para María. El magnate naviero Aristóteles Onassis irrumpe en su vida. La cantante decide abandonar a su esposo, e inicia una desenfrenada vida junto al millonario griego. Es el principio del fin. María pasa a protagonizar las portadas de la prensa rosa y acude a sus actuaciones en los aviones del armador sin preparación y por mero compromiso. Tras quedar embarazada y sufrir un aborto. Su voz se hace eco de los excesos y se inicia su declive como cantante.

En 1961, durante una interpretación de Medea protagoniza un auténtico pulso con el público, al que se enfrenta al ser abucheada. Su gran temperamento y su magnetismo consiguen encandilarlo de nuevo , pero el declive de la cantante ya es de dominio público.

En 1965 su voz empieza a decaer y de nuevo es puesta en tela de juicio. María decide abandonar el canto con tan solo sólo 41 años y consagrar su vida a su gran amor al que exige la formalización de su relación.

Onassis la abandona en 1968. El ambicioso naviero ha puesto sus ojos en Jacqueline Lee Bouvier, viuda del presidente Kennedy. La ambiciosa ex primera dama, en la bancarrota, le cede sus favores con celeridad. La pareja contrae matrimonio el mes de octubre de ese mismo año en una ceremonia de gran revuelo mediático.

La traición de su amado Aristo, su paisano, su gran amor, que siempre le negó el matrimonio, rompe el corazón de María.

Jamás se lo perdonará, ni siquiera cuando su unión con la ilustre viuda, fracasa y él le implora que regrese.

Un año después Pasolini ficha a María para interpretar Medea, un papel en el que no canta, se limita a actuar. Pese a las críticas, el film es considerado un clásico del cine. Su innato talento para la interpretación será también reclamo de otros grandes directores cinematográficos, como Visconti.

La cantante intenta reponerse pero está hundida. El sentimiento de abandono adquirido en la iinfancia vuelve a aflorar y en 1970 se rumorea un intento de suicidio. María acude al hospital tras ingerir una sobredosis de barbitúricos, abusa de los somníferos y es presa de la depresión.

Alejada del bel canto, intenta redirigir su carrera, hace sus pinitos sin éxito en la dirección escénica, e imparte magistrales clases en la Juilliard School de Nueva York. Pero la suerte está echada.Su muerte es una tragedia anunciada.

El 16 de septiembre de 1977, la muerte la sorprende en su domicilio de París, en el que se hallaba recluída desde hacía una década sintiéndose rechazada por el mundo. María está sola. Cuenta solo 53 años.

La versión ‘oficial’ afirmará que la Callas sufrió un paro cardiaco, pero sus próximos, entre ellos Franco Zeffirelli, expresan sus dudas. La sombra del suicidio se cierne sobre el suceso.

Maríafue incinerada con inusitada celeridad, según afirmaría su esposo en una biografía, María Callas, mi mujer, publicada en 1981.

Años después, en 1993 una nota de puño y letra de la cantante reabriría esta hipótesis.

Nunca sabremos la verdad. Las cenizas de la Divina descansan en el Egeo. Cuentan que fue su amado amo, Aristo, sintiéndose ’solo, perduto, e abbandonato’ la reclamó en su lecho de muerte.

maria callas

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