El Día del Animal comenzó a celebrarse en la Argentina desde el 2 de abril de 1908, por inspiración de Clemente Onelli, director en aquel entonces del Jardín Zoológico, y del doctor Ignacio Lucas Albarracín, presidente de la Sociedad Protectora de Animales.
Albarracín no quería que la fecha se celebrara en otoño por el frío, así que decidió que fuera el miércoles 29 de abril. Pero la lluvia que inundó Buenos Aires hizo que se postergara al sábado 2 de mayo. Así, se celebró la primera Fiesta del Animal, a la que asistieron 15 mil niños.
Tras el memorable festejo, “el prócer de los animales” pidió que desde entonces cada 29 de abril se celebrara la vida de los animales y que en ese día los niños les escribieran poemas.
Además de ser uno de los fundadores de la Sociedad Argentina Protectora de Animales, fue quien propuso e impulsó la Ley Nacional de Protección de Animales (N° 2786), en la que quedaba establecido, por primera vez en la historia argentina, la obligatoriedad de brindar protección a los animales para impedir su maltrato y su caza.
Albarracin murió sorprendentemente un 29 de abril de un paro cardíaco, y tras su deceso, se tomó la decisión definitiva de inmortalizar la fecha, recordando también su incansable labor.
Sara Albarracín, una de las nietas del doctor, recuerda así al gran protector argentino de los animales:
“Mi padre me contaba que mi abuelo era un luchador, que era muy honesto y muy desinteresado; cosas que aún sorprenden. Nació en San Juan, era abogado y cuando llegó a Buenos Aires se acercó a (Domingo Faustino) Sarmiento, que era un familiar muy cercano, y entablaron una amistad muy cercana. Lo admiraba, eran muy unidos. Cuando asumió como presidente de la SAPA nunca más ejerció como abogado de las personas. Dejó la profesión y se dedicó solamente a ser defensor de los animales. O sea que ahí deviene toda la parte económica, digamos, porque su trabajo no era redituado sino todo lo contrario”, comentó Sara.
En ese sentido, agregó que, cuando Sarmiento se fue, su abuelo asumió como presidente de la SAPA y estuvo allí más de 40 años, hasta que murió. “¡Y siempre luchaba por sus animales! Mi abuelo tenía mucho carácter, así como era muy sensible también tenía mucho carácter sobre todo por las cosas que veía que pasaban”, contó.
Cabe remarcar que actualmente existen leyes que sancionan a quienes maltratan animales, con una condena que, dependiendo la gravedad del hecho, va desde pagar una suma importante de dinero hasta años de prisión.
Texto originalmente publicado en https://www.infocampo.com.ar