Después de Chacabuco, San Martín volvió a Buenos Aires con la intención de hablar personalmente con Bowles, pero este se encontraba en Río de Janeiro. En cambio, tuvo una larga conversación con Robert Staples1, a quien el general le pidió que el gobierno inglés le enviase en forma “privada” instrucciones para conocer el curso de acción a seguir, así como para indicarle a quien dirigirse para dar el giro necesario a los asuntos en Chile y conseguir el objetivo propuesto. Era esta una manifiesta adhesión de San Martín a la voluntad de Su Majestad que a muchos hizo sospechar sobre su disposición para cuidar los intereses británicos de libre comercio con las excolonias españolas.
Según el informe de Bowles al primer ministro, la intención era establecer en Sudamérica una serie de monarquías regidas por príncipes europeos (ingleses, franceses, italianos y, llegado el caso, de no haber otra opción, españoles) que facilitarían los negocios financieros y comerciales con su país. De una forma u otra, el dominio inglés se hizo sentir en los nuevos países de Sudamérica.
Inglaterra no los conquistó por las armas (aunque muchos soldados británicos colaboraron a tal fin), sino por el comercio.
Después de Maipú, San Martín acordó con O’Higgins enviar una carta al príncipe regente de Inglaterra para que mediara ante Fernando vii, a fin de llegar a un acuerdo con las colonias insubordinadas, casi al mismo tiempo que Pueyrredón comenzaba las tratativas para traer un príncipe francés a orillas del Río de la Plata.
1 – Encargado de Negocios de Inglaterra en el Río de la Plata.
Texto extraído del libro El general y el almirante (Olmo Ediciones).