De sexos inciertos a espectáculos indebidos

En febrero de 1843 Levi Suydam de Salisburg, Conneticut, a la sazón de veintitrés años, pidió al Consejo de la ciudad que avalara su derecho al voto. Esta solicitud generó un extenso debate. ¿Podía o no votar Levi Suydam? La razón del escándalo no se debía a diferencias políticas, o simpatías partidarias, sino que nadie sabía a ciencia cierta si Levi era varón o mujer, y por ese entonces las mujeres tenían vedado el derecho a votar. Fue entonces que Levi Suydam, declaró ser varón, y para constatarlo el médico del pueblo, un tal doctor William J. Barry, debió sumergirse bajo las enaguas de Levi Suydam para encontrar lo que los hombres que se precian que deben tener en la entrepierna. El doctor Barry aseguró que Levi tenía lo que decía tener, y así Levi Suydam pudo votar. Su partido ganó las elecciones por este voto incierto.

Lo único cierto es que este muchacho, menstruaba periódicamente, vestía ropas de vivos colores —impropios para los caballeros de entonces, pero que hoy hubiesen pasado desapercibidos— y periódicamente piropeaba a las señoritas, que bien no sabían como responder a sus reclamos.

Existe en la sociedad una gran confusión con respecto a estos estados de indefinición sexual. A fin de esclarecerlos trataremos de ser lo más precisos posibles en un tema de por si turbio, dadas las variables físicas, genéticas y psicológicas de los individuos.

En primer lugar tenemos a los homosexuales, individuos de sexo definido, que sienten atracción por personas del mismo sexo.

Le siguen los travestis que tienen deseos compulsivos de vestirse como personas del sexo opuesto. Son hombres (generalmente) con ropas de mujer, pero que no quieren dejar de ser hombres, y no necesariamente observan conductas homosexuales.

Los transexuales suelen definirse como mujeres atrapadas en un cuerpo de hombre (pocos son los casos en otros sentidos). El transexual a veces tiene el deseo tan intenso de ser mujer, que se somete a tratamientos médicos y/o quirúrgicos para cumplir sus intenciones. Algunos sólo hacen tratamientos hormonales, y unos pocos van a costosas y dolorosas cirugías. El primer caso conocido fue el de George W. Jorgensen, un ex combatiente americano, que en 1952 fue a operarse a Dinamarca, para convertirse en Cristina.

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George W. Jorgensen

George W. Jorgensen

Otro caso famoso, fue el de Robert Cowell, piloto de guerra británico, padre de dos hijos que se convirtió en mujer “física y mentalmente”. Sin embargo Cowell nunca tuvo, ni antes ni después de operarse, tendencias homosexuales.

Por último tenemos a los hermafroditas (los hijos de Hermes y Afrodita que causaban furor entre las ninfas). En la literatura médica se dan en llamar Intersexo. Según los especialistas se pueden dividir en:

• Hermafroditas verdaderos: con testículos que producen espermatozoides y ovarios que liberan óvulos. (Aunque siempre son estériles).

• Pseudohermafroditas machos, con testes y algunos aspectos de los genitales externos propios de las mujeres, pero sin ovarios. Genéticamente son XY.

• Pseudohermafroditas hembras, con ovarios y algunos aspectos de los genitales externos propios de los machos, pero sin testículos. Genéticamente son XX

Mientras que el primero es una malformación congénita, los otros dos se deben a bombardeo hormonal anómalo durante la vida intrauterina del niño o niña. Para hacer la situación más compleja, debemos agregar a las variaciones físicas, las características psíquicas acordes a como él o ella haya sido educados. Lo cierto es que estas tres últimas condiciones exceden la conservadora declaración que impone nuestra limitada burocracia del Registro Civil. Los hermafroditas vienen así al mundo, en este estado de confusión, y esta condición debe respetarse si el individuo pretende conservarla. Vamos hacia un mundo de cinco sexos más las condiciones que uno voluntariamente quiera elegir.

El tema no es nuevo, de hecho tanto el Talmud como en el Tosefta, tienen extensas listas de normas para estas personas de sexo mixto. Por ejemplo, aclaran que en caso de ser hermafroditas estos individuos, no podían heredar la línea de su padre.

Existieron a lo largo de la historia individuos que se hicieron célebres por sus condiciones inciertas. El más famoso de ellos fue el Chevalier D’Eon, célebre travestí que engañó con su disfraz a Luis XV de Francia. Su lucimiento en el difícil arte del transformismo inspiró al monarca una de las misiones diplomáticas más extrañas de la historia. Resulta que entonces Francia y Rusia habían roto relaciones. Para complicar las cosas, la zarina Isabel no aceptaba hombres en la corte (un lejano caso de discriminación feminista).

¡Qué mejor que mandar al caballero D’Eon para negociar! Hábil diplomático debe haber sido el caballero, porque no solo convenció a la zarina de reiniciar relaciones con Francia sino de mantener relaciones con él (dicho de otra forma, fueron amantes).

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Chevalier D

Chevalier D’Eon

En Francia el entusiasmo por su aventura fue tal, que Beaumarchais lo llamó “la segunda Juana de Arco”. Voltaire —que vaya a saber porqué no se llevaba bien con el caballero— propuso que para hacer cierta esta afirmación D´Éon debería correr la misma suerte que la santa es decir, terminar en la hoguera.

Encantado con el resultado de sus gestiones diplomáticas, Luis XV lo nombró capitán de los Dragones del Rey, cosa que le permitía al caballero alternar el uso de sus vestidos de encaje con el vistoso uniforme militar. No era una vida tranquila la que llevaba el caballero, ya que muchos se burlaban de su ambigua condición, cosa que lo obligaba periódicamente a sacar su sable (nos referimos a la espada que usaba al cinto) a fin de defender su honor. Los ofensores solían llevar la peor parte, ya que D’Eon era uno de los más brillantes espadachines de Europa. No era raro verlo entrenarse vestido de señorita, ante los ojos entre azorados y divertidos del público.

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Durante una visita a Inglaterra fue tal la curiosidad que generó su presencia, que se hicieron fuertes apuestas sobre cual era la verdadera condición del caballero. ¿Era un caballero también en el sentido sexual de la palabra, o acaso tal título era solo una broma del rey de Francia? ¿Podría tratarse de un hermafrodita verdadero que se comportaba como hombre y gustaba vestir como mujer? ¿Era un caballero y también un varón?¿Qué era en realidad el Chevalier D´Éon?

Las apuestas se multiplicaron a tal punto que en el Lloyd´s Coffee House —bar donde se inició la célebre aseguradora— temían que, al momento de conocerse la condición del dudoso Chevalier, la transacción de dinero fuese tan desproporcionada que podía poner en peligro las finanzas del país. Más de una señorita (y algunos señoritos también) intentaron seducir al caballero para descubrir su secreto, pero D´Éon permaneció inmune al hostigamiento del público.

Nuestro Chevalier murió a los ochenta y dos años, momento en que por fin se pudo develar el misterio: El caballero D’Eon era efectivamente un caballero.

No puede decirse lo mismo de otras damas que no lo eran, o lo eran en parte. Pero ¿cúal parte? En muchos circos europeos y norteamericanos solían mostrarse señores/señoras que lucían mitades distintas, ¡pero en sentido vertical! Del lado derecho solían mostrar pectorales y brazos musculosos, mientras que del izquierdo lucían pecho abundante y redondeces excitantes. El misterio radicaba en sus genitales que siempre mantenían ocultos. Aquellos que deseasen esclarecer sus dudas debían oblar una cifra para poder averiguar a cual sexo pertenecía la/el dama/caballero en exhibición.

Por ejemplo, Jon-Mae Arcy eran una pareja de intersexuales que trabajaban juntos. Jon siendo bisexual en sentido horizontal y Mae en sentido vertical, lo que bien llamaban half and half (mitad y mitad) en más de un sentido.

Josephine Joseph era un/una joven nacida/nacido en Australia que recorrió el mundo mostrando sus distintas mitades. Para hacer más evidente la diferencia, usaba zapatos acordonados en el pie masculino y calzado con tacón en el pie femenino. Mantenía a su vez el cabello corto del lado viril y largo del lado de Venus. ¿Cómo lograban esta diferencia hemisférica? Estos pseudo-hermafroditas solían operarse un pecho —con silicón u otra sustancia de relleno— y desarrollaban los músculos del otro lado mediante ejercicios.

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Josephine Joseph

Josephine Joseph

Los genitales eran exaltados o disimulados en orden de resaltar alguna de sus características (sean masculinas o femeninas), para así concitar la atención del público. Sus vidas privadas variaban de acuerdo a los gustos que cultivaban. Por ejemplo, Bobby Kork generalmente oficiaba de varón en las lides amorosas, cuando no estaba exhibiéndose como half and half. Tenía un gran éxito con sus conquistas femeninas, dejando tras su paso un tendal de corazones rotos. Algo parecido le pasaba a Joseph Milton, pero con su mitad femenina.

Un oficial de policía, padre de dos hijos, se divorció, y abandonó a su familia par unirse a Josephine Joseph —quien a su vez abandonó el mundo del espectáculo al haber encontrado su verdadero amor—.

Otros no tenían tan clara sus funciones, y así el New York Medical Journal del 22 de Noviembre de 1890 nos cuenta de una señorita de veintiocho años que por la mañana fue arrestada por prostitución y horas más tarde concurría a la misma comisaría, bajo los cargos de intento de violación.

Si unos pecaban por excesos, otros lo hacían por ser pacatos en extremos, como Francis Francine, que se lucía bajo la atenta mirada de su madre, en un circo que recorría el medio oeste americano. Pertenecía ella al grupo de los pseudohermafroditas —cosa que los espectadores desconocían—, pero que había llamado la atención de los especialistas. Resulta que la jovencita fue invitada por su médico a un congreso científico como caso clínico para discutir. Francis, dada su corta edad fue custodiada por su madre. El hospedaje y todos los gastos fueron cubiertos por los anfitriones. Francis Francine fue tratada afectuosamente por los participantes y la madre homenajeada cortésmente. Entusiasmada por la curiosidad que suscitaba su hija, la madre de Francis pensó que esta era una buena manera de ganarse la vida, mucho mejor que frotar pisos, lavar cacerolas, y cuidar a sus 8 hijos. Como entre los circos y algunos congresos científicos no hay muchas diferencias, decidió de allí en más exponer a su hija a la que no dejaba sola ni a sol ni a sombra, honrando con esmero sus funciones de madre ejemplar.

Texto extraído del libro Monstruos como nosotros: Historias de freaks, colosos y prodigios (Ed. Sudamericana)

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