Para muchos el de Friedrich Engels es un nombre que necesariamente debe ser recordado en tándem con el de Karl Marx. Algo de cierto en eso hay, básicamente porque uno de ellos dedicó una parte importante de su vida a la difusión de las ideas del otro, pero hubo un poco más que adoración al autor de El Capital en la existencia de Engels.
Famosamente, llevó adelante una suerte de doble vida. Nació el 28 de noviembre de 1820 en Barmen, Prusia, y era hijo de un próspero industrial, dueño de una fábrica textil en la zona y copropietario de la empresa Ermen y Engels, encargada de producir hilo de coser en Manchester. A tono con las ideas de rebelión cultural típicas de la época, desde muy chico, el joven Friedrich cultivó un interés disidente en la historia, la filosofía y la poesía, llegando a redactar, por ejemplo, un poema épico en griego y un libreto para una ópera.
Estas tendencias, junto con un marcado desdén por la crianza religiosa que sus padres pietistas le habían impuesto, preocuparon a su familia, por lo que su padre decidió poner manos a la obra para enderezar el destino que él tenía planeado para su hijo. De este modo, entre 1838 y 1841 Engels estuvo en Bremen aprendiendo sobre negocios y actuando como aprendiz en una empresa exportadora, pero también desarrollando su propio programa intelectual. Mientras públicamente Engels llevaba una agitada vida social, practicaba deportes y aprendía los rudimentos del manejo de empresas, en sus ratos libres, se radicalizaba escribiendo (todavía con un seudónimo) para la prensa y leyendo las obras de los llamados “jóvenes hegelianos”. Por estos autores, él adoptó los fundamentos de la filosofía de Hegel – básicamente que el progreso y el cambio histórico eran motorizados por la síntesis de dos visiones opuestas – pero también adquirió la idea de que, para acelerar este proceso, había que deshacerse de lo arcaico.
Terminada su estancia en Bremen, entre 1841 y 1842 cumplió un año de servicio militar en un regimiento de artillería en Berlín -conocimientos por los cuales luego sería apodado “el general” ¡- y acudiendo como oyente a la universidad. Allí Engels se pudo asociar en persona con los jóvenes hegelianos y, siempre colaborando con la prensa, comenzó a destacarse como intelectual. Pero quizás lo más importante que le pasó en este momento fue que conoció a Moses Hess, uno de los primeros comunistas alemanes. Esta relación sería central en su desarrollo intelectual, ya que lo alejó del idealismo y lo convenció de que las condiciones materiales de una sociedad – ¡esencialmente la forma en la que la riqueza está distribuida ¡- serían lo que movería la historia.
Con todo este bagaje teórico, no sorprende que Engels decidiera partir en 1842 a Inglaterra -país que ofrecía el mayor potencial para el desarrollo de un conflicto social-. Nuevamente, en este caso Engels se instaló en Manchester y trabajó como empleado de la empresa familiar, pero usó la experiencia para documentarse sobre las condiciones de los obreros en el país. De la mano de Mary Burns, una mujer humilde de origen irlandés que terminaría siendo su compañera por muchos años, Engels se metió en el mundo de las fábricas, y vio con sus propios ojos todo lo que hoy consideraríamos clichés de la Revolución Industrial: familias hacinadas por la falta de vivienda obligadas a habitar sótanos oscuros y húmedos con animales, la suciedad, los abusos, los amputados – recuerdo constante de los peligros que representaba el trabajo en una fábrica… Toda esta evidencia, sumada a sus propias experiencias en el emprendimiento de su familia y a entrevistas que sostuvo con líderes sindicales y otros referentes, decantaron en artículos críticos y muy afilados para la prensa europea que luego él recopilaría en La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845).
En este momento, también, Engels tuvo su primer acercamiento serio a Marx. Ellos ya se habían conocido personalmente una vez en 1842 en Berlín, pero el encuentro no había resultado demasiado auspicioso. Hubo que esperar hasta 1844, cuando Engels publicó un par de artículos en los cuales delineaba las bases del socialismo científico en el Deutsch-Französicher Zeitung, editado por Marx en París, para que éste se interesara más por las ideas del joven prusiano. En 1845 escribieron su primer libro en conjunto, La ideología alemana, que no sería publicado hasta 80 años después de su elaboración, y, ya reunidos en Bruselas, Engels se comprometió a expandir y difundir las teorías de Marx – basadas también en el materialismo, pero augurando una eventual lucha de clases que terminaría con la abolición de la propiedad privada y el triunfo del comunismo.
En la segunda mitad de la década de 1840 viajaron juntos a Inglaterra y se dedicaron a “convertir” a socialistas europeos a su causa, llegando a fundar la Liga Comunista en Londres en 1847. Fue para el segundo congreso de esta organización, en febrero de 1848, que Engels y Marx elaboraron el famoso Manifiesto del Partido Comunista, texto básicamente marxiano que recuperaba algunas de las ideas que Engels ya había propuesto en Principios del Comunismo (1847).
En cuanto a Engels y su doble vida, estos serían los únicos momentos de su derrotero en los cuales pudo expresarse libremente como agitador a tiempo completo. No obstante, para cuando llegó la década de 1850, la revolución había fracasado. Viviendo en el exilio inglés con Marx y soñando con irse a Nueva York a difundir el comunismo, pero al borde de la pobreza y habiendo perdido el apoyo económico de sus padres, decidió hacer las paces con sus orígenes burgueses y participar en el negocio familiar. De ahí en más, Engels se entregó de lleno a la industria textil, triunfando económicamente y llegando a ser considerado indispensable por sus colaboradores. Como en su temprana juventud, la contradicción se mantuvo. Mientras de día ganaba el dinero que le servía para mantener a Marx y a su familia, de noche frecuentaba círculos de izquierda y continuó desarrollando su programa intelectual.
Aunque sólo era un par de años menor que Marx, la relación cuasi paternalista que se desarrolló entre ellos aseguró una continua admiración de Engels a quien consideraba como su maestro. Sólo tendrían un desencuentro en 1863, cuando Mary Burns murió y él lo decepcionó al mostrarse desinteresado por su dolor. De ahí en más, luego de que Engels estableciera una relación y se casara con Lizzy Burns, la hermana de Mary, Marx siempre se aseguraría de terminar sus cartas mandándole saludos y preguntando por ella. La devoción, sin embargo, llevó a Engels a continuar trabajando en la difusión de las ideas comunistas que habían pasado a un segundo plano después del fin de las olas revolucionarias. De este modo, para finales de la década de 1870, especialmente con la publicación del libro que se conoce como Anti-Dühring (1878), contribuyó a hacer conocido el nombre y los conceptos de Marx, estableciéndolo definitivamente como al equivalente de Darwin en el mundo social.
Tal fue el rol que tuvo Engels en dar a conocer al mundo las ideas de quien había sido su maestro que, no sólo firmó algunos de sus artículos con el nombre de Marx, sino que también, tras la muerte de éste en 1883, se tomó el trabajo de terminar los dos tomos inconclusos de El Capital (aparecidos en 1885 y 1894, respectivamente). Después de años de asegurarse de mantener la memoria de Marx viva a través de sus artículos y de la correspondencia que mantuvo con otros intelectuales europeos, Engels murió el 5 de agosto de 1895 a los 74 años.
Sus contribuciones, de ahí en más – especialmente para el mundo occidental – irían perdiendo algo de fuerza frente al rol preponderante de Marx. Hoy en día, mientras los investigadores continúan recuperando algunos de sus textos y dirimiendo hasta que punto se deben considerar los aportes que él realizó a la obra marxiana, no quedan dudas respecto de su peso a la hora de dar a conocer al mundo los fundamentos de las teorías de Marx.