Custer, el final de su suerte

El mundo de los interesados por el tema se divide en dos grandes bandos, los pro-Custer y los anti-Custer. Para los primeros fue un héroe injustamente criticado y que ha pasado a la Historia de forma gloriosa e incluso traicionado de varias maneras; para los segundos que incluso ponen en duda sus acciones anteriores y su juicio en años tan distantes como los de la Guerra Civil Americana (verbigracia Trevillian Station) era un vanidoso y cruel incompetente.

El domingo 25 de junio de 1876, Custer divide a su regimiento en cuatro partes (siempre incluyendo el tren de mulas guardado por la Cía. B y reforzado por 5 hombres de cada una de las otras 11 compañías), envía en primer lugar al capitán Benteen (que le odia desde la muerte del comandante Elliot en la batalla del Washita) al mando de un batallón compuesto por las compañías D, H y K en una misión de reconocimiento hacia su flanco Izquierdo (no quedaron testigos que pudieran rebatir la tesis de Benteen). ¿Cuál era su objeto? algunos creen que se trataba de intentar localizar a la columna del general Crook, otros que no quería encontrar poblados indios a su espalda una vez en acción, y luego queda la versión “oficial” de Benteen de que simplemente le ordenó explorar hacia la izquierda… En segundo lugar y algo mas adelante en su marcha hacia el gran poblado (de hecho seis poblados como mínimo que por una vez estaban ubicados de forma contigua) destaca otro batallón al mando del comandante (mayor) Reno con la compañías A, G y M con ordenes explícitas de cargar contra el poblado; esta vez NO hay dudas acerca de la orden. El tren de mulas con las municiones extra y los víveres cierra la columna a una velocidad inferior (y es la cuarta porción de la fuerza).

Custer, al mando de lo que serian casi dos batallones (Keogh y Yates) más HQ, decide (de acuerdo con las tácticas de la caballería de la época) apoyar el ataque por el sur de Reno copando a los nativos por el este (por el norte se esperaba la llegada de la columna del general Terry). En la corte marcial del comandante Reno (solicitada por él mismo para limpiar su hoja de servicios de las calumnias de la prensa escrita) este siempre dijo que la promesa de Custer fue de que daría “soporte” a su ataque con todo el resto de tropas, cosa que en efecto “directamente” no sucedió.

Habría que aclarar en este punto que las tácticas empleadas por los nativos hasta las batallas de Rosebud (que aconteció 7 días antes y donde el general Crook es rechazado en su avance por Crazy Horse) y Little Bighorn eran dilatorias y evasivas, la gran preocupación de Custer o cualquier otro mando era de que los “indios” no se desvanecieran en el horizonte, y mucho más en verano cuando sus ponis eran operativos y de mayor movilidad que las monturas de la Caballería regular de los EEUU. De ahí la obsesión de rodear a los hostiles e impedir su huida.

La muerte de Custer en Little Bighorn

Defendemos la tesis de que, en contra de la percepción popular o el mito oficial, Custer no fue de los últimos en morir, sino que fue herido en el pecho al intentar cruzar el río al principio de su acción. De hecho, esta conjetura explicaría la confusa actuación de su batallón y el porqué no se retiraron como hizo Reno. No es que la actuación de Reno careciese de defectos, que los tuvo, pero no es el objeto de este ensayo.

Si Custer, herido, es trasladado hacia la retaguardia desde el vado, se puede comprender la descoordinación del batallón de Keogh dejado atrás para enlazar con Benteen («¡Gran poblado, traiga la munición, sea rápido!», como decía el ultimo mensaje conocido enviado por Custer), incluso se puede argumentar que si realmente existió el intento de llegar al extremo del poblado el hombre al mando no fuera Custer sino Tom Custer (intentando enlazar con Terry o capturar a los ancianos, mujeres y niños), Keogh no se entera de la herida de Custer hasta que es demasiado tarde para asumir el mando del batallón y permanece estático en la posición que se denominó South Skirmish Line (Línea de Escaramuza Frente Sur). La tropa se acumula en Last Stand Hill a falta de otra orden que la de proteger a su comandante herido, y es indiferente si el tiro de gracia en la sien se lo da el propio Custer o lo remata su hermano Tom para que no caiga vivo en manos de los nativos.

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The Battle on the Little Big Horn River – The Death Struggle of General Custer (1876), grabado de W. M. Cary el periódico The Daily Graphic: an Illustrated Evening Newspaper (19 de julio de 1876, p.122), Library of Congress. En este grabado se representa la Custer´s Last Stand, la cual ensalza y heroifica la figura del general George A. Custer en su lucha contra los indios.

The Battle on the Little Big Horn River – The Death Struggle of General Custer (1876), grabado de W. M. Cary el periódico The Daily Graphic: an Illustrated Evening Newspaper (19 de julio de 1876, p.122), Library of Congress. En este grabado se representa la Custer´s Last Stand, la cual ensalza y heroifica la figura del general George A. Custer en su lucha contra los indios.

Esta teoría explicaría el porqué Custer, al darse cuenta del tamaño real del “poblado” y al comprobar que los indios van a luchar en vez de huir, y ante la desproporción de fuerzas y movilidad respectiva, no se retira hacia Keogh y luego hacia Benteen y el tren de aprovisionamiento para organizar una defensa una vez perdida la iniciativa del ataque. Reno, cuando su situación se hizo insostenible, lo logró más mal que bien con una fuerza inferior e inicialmente enfrentado a toda la hueste india. La “parálisis” del batallón de Custer solo se explica por la rotura de la cadena de mando y la pérdida de tiempo que hace imposible el repliegue.

Custer lleva la iniciativa del combate hasta que, de pronto, esta desaparece o le es arrebatada, de hecho, el 7.º de Caballería era más una unidad de dragones que caballería propiamente dicha (por eso dejaron los sables atrás), llegaban montados al combate, pero combatían desmontados, nadie en la batalla de Little Bighorn dio una carga de caballería, ni Custer, ni Reno ni mucho menos Benteen que encuentra a Reno en estado de shock y a su batallón desorganizado. Benteen salvó a los restos del regimiento durante el ocaso, la noche y el día siguiente… pero siempre será recordado por no cumplir una orden perentoria de su jefe direct: «BE QUICK!» (¡Venga rápido!). Su decisión de quedarse con Reno y su posterior tímido avance en la dirección del combate de Custer (rápidamente abortado) e iniciado por un insubordinado Weir al mando de la Compañía D, que lo hace a iniciativa propia, es cuando menos discutible.

Hollywood y una gran cantidad de libros acerca del tema nos han hecho creer que si no fue el último en caer, Custer fue uno de los últimos. Si eso fuera cierto y analizamos “sus inacciones” en este caso teniendo en cuenta su enorme experiencia de mando tras cuatro años de brillante trayectoria en la Guerra Civil y sus diez años de lucha en las praderas, la ubicación y pasividad de su mando directo es incomprensible.

Evidentemente existen libros que defienden la presente tesis como Custer Went First de K.G. Lundmark, de publicación reciente en EEUU, pero los hay anteriores, siempre ha sido un punto álgido del debate del ¿por qué? Custer creía que los nativos iban a dispersarse y escapar en vez de luchar y utilizó las tácticas que le dieron buen resultado en Washita (pero al galope y sin exploración previa). Su obsesión era ser el primero en alcanzar una victoria sobre los hostiles, y evidentemente esto influyó en la masacre final de su mando directo (no esperar a Terry, no creer lo que sus exploradores indígenas le advertían sobre el tamaño de la concentración de indios y hasta cierto punto un exceso de orgullo y agresividad combinado por la ausencia de soporte de Benteen).

Lo que Custer no sabia es que esos mismos hostiles habían salido al encuentro de la columna del general Crook y la habían derrotado (una semana antes), que su moral estaba altísima, que las profecías de Sitting Bull reafirmaban esta moral, y que estaban dispuestos a luchar por sus hogares y familias. El hecho de que en ese día la concentración de poblados en un mismo lugar diera una aplastante superioridad numérica a los hostiles y además sus ponis estuvieran frescos y les permitieran explotar sus líneas interiores de comunicación hizo el resto.

En mi opinión si hubo un Last Stand fue Tom Custer’s Last Stand, como corroborarían algunos testimonios de los nativos participantes. Pero no deja de ser una plausible teoría más.

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