En 1944 Paris fue liberada de la ocupación nazi por la división del general Leclerc*, de destacada actuación en el norte de África. Si bien Dwight David “Ike” Eisenhower estaba interesado en avanzar directamente hacia el río Rin, la toma de París adquiría un valor simbólico. La resistencia francesa comenzó a insurreccionar la ciudad preparando el terreno para el avance de los Aliados.
Hitler había impartido la orden de reducir la ciudad “a un montón de ruinas”. Tanto el nuevo comandante de París, Dietrich von Choltitz, como el antiguo encargado de la ciudad, Hans von Boineburg-Lengsfeld, se resistieron a cumplir las órdenes de Hitler, aunque no lo confesaron abiertamente.
El 18 de agosto se declaró una huelga general y la Resistencia estableció su cuartel general en un subte de París. La lucha se extendió a las calles.
Hitler le reiteró a von Choltitz la orden de destruir París. Este se limitó a cumplir con las apariencias pero estaba resuelto a no cumplir con los deseos de el Führer.
Por su parte, de Gaulle estaba convencido de la prioridad de tomar Paris con el fin de formar una gobierno francés y terminar con el mando de Vichy aunque sus aliados tuviesen la idea de someter a París a un gobierno compartido, de allí que de Gaulle ordenó a sus tropas avanzar con más ímpetu, convencido que le correspondía a su oficial de más renombre el honor de entrar primero a París.
Leclerc, que debía reportarse al general norteamericano Leonard T. Gerow, literalmente desconoció sus órdenes y encomendó al capitán Raymond Dronne al mando de la compañía conocida como La nueve que marchase a París. Esta compañía curiosamente estaba formada por españoles, antiguos combatientes del ejército republicano. Cuando el tanque Sherman del teniente Amado Granell, luciendo la bandera francesa, fue vista a las afueras de París, inmediatamente una multitud salió a la calle a acompañar al ejército libertador.
Las tropas de La Nueve estaban exhaustas, hacía dos días que literalmente no dormían para llegar a tiempo.
Sus vehículos de combate llevaban los nombres de las batallas que sus tripulantes habían peleado en España. Madrid, Brunete, Guadalajara, Guernica y Ebro… Estos fueron los primeros que entraron a la ciudad por la Puerta de Italia.
El 24 de agosto a las 21 horas, las tropas del ejército francés llegaron al Ayuntamiento. París volvía a ser de los franceses aunque hubiese aún en la ciudad 16.000 alemanes.
El 25 de agosto soldados españoles, luciendo el uniforme francés (Francisco Sánchez, Antonio Navarro y Antonio Gutiérrez, para más señas), capturaron al alto mando nazi. Gutiérrez capturó al general von Choltitz que deseaba entregarse a un oficial. Gutiérrez, presentándose, le dijo: “Soy español”. El mismo Hitler había alabado la valentía de las tropas españoles de la División Azul que peleaban en el frente ruso. Von Choltitz las había conocido así que ante esta afirmación optó por entregarse al español…
El general fue conducido a la estación de Montparnasse, protegido por sus captores que lo defendieron de una turba enfervorizada, para firmar la capitulación.
Ese mismo 25 de Gaulle llegó al Ayuntamiento de la ciudad, donde dio un discurso que pasó a la posteridad como “París outragé”
El 26 de agosto se organizó el desfile de la victoria por la Champ Élysées. Las tropas que encabezaron el desfile fueron las de Granelll, que lucieron tanto la bandera francesa como la de la Segunda Republica Española.
1500 hombres entregaron su vida para liberar París. Los alemanes tuvieron 3200 muertos y 12.800 prisioneros.
El gobierno del generalísimo Franco, al enterarse que las banderas republicanas habían flameado durante los desfiles de la victoria, envió una carta de queja al nuevo gobierno francés. No hubo respuesta.
En 2015 el rey Felipe VI de España inauguró frente al Ayuntamiento de París una plaza que recuerda a los combatientes de La Nueve.
*Es después de la derrota francesa cuando adoptó su nom de guerre, Leclerc, para evitar represalias de los alemanes contra los miembros de su familia que permanecían en el país.