Charles Alexander Eastman no siempre se llamó así. Al nacer en las grandes planicies en el duro invierno de 1858 le dieron por nombre Hakadah, que quiere decir “el último desgraciado”, porque su madre murió poco despues de dar a luz. Ella era nieta de un jefe sioux e hija de un oficial del ejército americano, Seth Eastman.
Eran los años en que los aborígenes trataban de rescatar lo que aun quedaba de su forma de vida. Hasta el bisonte que había dado de comer a generaciones de ancestros escaseaba en la pradera. Se estaba perdiendo una cultura milenaria. El confinamiento a las reservas llevaba a revueltas y alzamientos. En 1862 hubo un levantamiento de los sioux. Durante la represión Charles fue separado de su padre y hermanos. Sus abuelos lo llevaron Manitoba, Canada, donde quedaron confinados a una extensa reserva donde pudieron seguir con su ancestral forma de existencia. Por once años Charles vivió con su tío quien le dio un nuevo nombre, Ohiyesa, el vencedor. Junto a él se convirtió en guerrero, cazador y cultivó valores espirituales que se reflejarían en sus escritos.
Cuando estaba dispuesto a vengar la muerte de su progenitor éste vuelve a aparecer. Había dejado atrás las costumbres sioux, adoptado la religión de los blancos y tomado el nombre Jacob Eastman. Una vez más Hakadar/Olhiyesa cambia su nombre y junto a su padre viaja a Dakota donde asiste a la escuela y adopta las costumbres de occidente, no sin problemas y cuestionamientos. En 1890 obtuvo el título de médico y le cupo el honor de ser orador de su promoción durante su colación. Esta distinción le era concedida a los mejores alumnos. Durante la carrera en Boston fue el capitán del equipo de football americano, además de baseball y boxeo. También batió un record en carreras de distancia. Fueron 17 largos años en los que aprendió una nueva lengua, además de griego, latín y francés.
Charles quiso asistir a su pueblo como médico y fue enviado por el gobierno a las Dakota del Sur. Allí le tocó vivir la última gran revuelta sioux en 1890, la de la Danza de los Espíritus. En Wounded Knee, el legendario Séptimo de caballería (que años antes había sido masacrado en Little Bighorn a las órdenes del general Custer) atacó la reserva de Pine Ridge en un confuso episodio. Al terminar la confrontación, 150 siuox habían muerto junto a 25 soldados del ejército americano y cientos de heridos yacían en la nieve. El Dr. Eastman atendió a todos por igual, tanto a aborígenes como blancos. Este gesto loable le granjeó la enemistad de muchos, más cuando Eastman demostró la trama de corrupción en la administración de la reserva, donde las condiciones de vida habían empeorado notablemente por la decidía de las autoridades.
La Asociación Cristiana de Jóvenes le ofreció un puesto en la conducción de esa institución que le permitió visitar tribus de aborígenes a lo largo y ancho de América. En 1897 el Dr. Eastman visitó Washington como representante legal de los sioux y volvió a asistir a sus congéneres en la reserva de Crow Creek.
Desde 1902 alternó su carrera asistencial con una extensa actividad literaria en la que relata cómo era la vida entre los sioux que él había conocido. Desde 1910 dictó conferencias, apoyó la actividad de los boy scouts, presentó sus libros y trabajó en organizaciones que intentaron mejorar las condiciones de vida de los aborígenes.
En 1921 se separó de su esposa después de la muerte de uno de sus hijos por la gripe española. Ambos discrepaban sobre cuál política ofrecía el mejor futuro a estos pueblos. Su esposa creía que los aborígenes debían integrarse completamente a la cultura occidental y cristiana, mientras que Eastman pensaba que no era necesario perder su identidad y menos aun sus derechos.
Se estableció en Ontario, volviendo a la forma de vida que había conocido en su juventud. Murió en Detroit a los 80 años, después de una vida destinada a defender la cultura de su pueblo.