Hoy todos estamos acostumbrados a pensar en Mickey Mouse como un personaje icónico, inseparable del cine de animación y, sobre todo, cara de los estudios de Disney. Sin embargo, para inicios de la década del treinta Mickey también inauguró una faceta, quizás un poco menos conocida, como protagonista de tiras cómicas.
Para fines de 1929, a poco más de un año del estreno de Steamboat Willie, la primera aparición del ratón en la gran pantalla, ya existían quince cortometrajes protagonizados por él y una inmensa demanda de parte del público. Para sostener el ritmo de producción, Walt Disney necesitaba una entrada de dinero constante, y ahí es donde apareció la idea de otorgar licencias para la producción de diferentes productos con la cara de Mickey. Por supuesto, el mundo de la historieta, en pleno auge en esos años, no se hizo esperar y el sindicato King Features se acercó a Disney con una propuesta que terminó siendo aceptada.
Para el 13 de enero de 1930 salió la primera tira, escrita por el mismo Walt, dibujada por Ub Iwerks, el animador estrella de Disney, y entintada por Win Smith. En un principio la tira no se distanció mucho de los cortos, básicamente reproduciendo gags y situaciones sacadas de ellos, pero en pocos meses el concepto comenzó a mutar para dar lugar a las llamadas “continuidades”, es decir, historias que se iban armando semana a semana. Este no fue el único cambio, ya que el equipo a cargo también se desintegró rápidamente. Iwerks abandonó el proyecto luego de sólo 18 tiras y Win Smith, que había quedado a cargo del dibujo, se enojó y renunció cuando Disney lo comenzó a presionar para evitar retrasos. Desesperado por encontrar un reemplazo que le permitiera mantener la tira a flote, Disney acudió a Floyd Gottfredson, un empleado novato del estudio.
Éste personaje era un fanático de los comics que había llegado a los estudios el 19 de diciembre de 1929 buscando trabajo con su portafolio bajo el brazo. Como en ese momento el Disney no producía tiras aún, Walt, vendedor como era, lo convenció de que volcara su talento a la animación y le deslizó que, eventualmente, podría participar en la historieta que estaban planeando para King Features. Así fue que Gottfredson pasó sus primeros cuatro meses trabajando de “inbetweener”, es decir emprolijando la animación de otros, y enamorándose del medio. Fue entonces, en pleno romance, cuando Disney le dijo que ahora había llegado su momento. Reticente, Gottfredson expresó que ya no tenía el mismo interés que antes en las historietas, pero frente a la insistencia de Walt terminó accediendo con la condición de que sería por un par de semanas, hasta que encontraran a otro artista. Su primer dibujo, basado en un script de Disney, salió publicado el 5 de mayo de 1930 y terminó cumpliendo ese trabajo por los próximos 45 años.
Según expresó Gottfredson en 1979 al rememorar sobre este momento, luego de un mes de estar dibujando tiras se preocupó y se comenzó a preguntar si Walt realmente estaba buscando a otra persona. A los dos meses, la preocupación pasó a ser que el tan esperado reemplazo finalmente llegara y lo sacaran de la tarea que tanto le estaba gustando y que quería continuar haciendo. No por nada Gottfrendson es considerado como el otro “hombre detrás del ratón”. En sus historias el artista – que hasta 1932, cuando entraron cinco nuevos guionistas, también estuvo dedicado enteramente a escribir la tira – le supo dar a Mickey un costado más aventurero que complementaba perfectamente con la comedia de los cortometrajes, y desarrolló historias que, a pesar de algunos rasgos racistas o burdos, en general siguen siendo graciosas y excitantes al día de hoy. Su Mickey era el perfecto ídolo de la época de la Depresión; un personaje que soñaba con hacerse rico, que ataba todo con alambre y que sabía salir de una situación “chamuyándose” a sus contrincantes. Al modo de otros personajes famosos de la época como Tintín, cada semana el ratón se enfrentaba a caníbales, gánsteres, espectros o cualquier malvado popular de su tiempo y lograba salir airoso demostrando que el bien siempre gana.
Pero no sólo eso, ya que los lectores de las tiras de Gottfredson también se sorprenden cuando descubren que el Mickey que él dibujaba también podía ir a lugares que jamás podrían haber sido llevados al cine por su temática. Hay incontables ejemplos que siguen la política del estudio de mostrar violencia sólo de forma cómica, pero el momento más bizarro sin dudas es una serie de cinco tiras en las que Mickey, triste porque Minnie se fue con otro, intenta suicidarse sin éxito.
Hasta la década del cincuenta la historieta (y su prolongación de 1932, la página del domingo a color) pasó por varias continuidades y lidió con todo tipo de géneros. Esto cambió en 1955, a pesar de su éxito, cuando King Features solicitó que se volviera a los gags diarios por considerar que el modelo estaba agotado. Así y todo Gottfredson siguió dibujando a Mickey en las tiras hasta que se retiró el 1 de octubre de 1975 y, por lo menos en parte, el espíritu aventurero del ratón sobrevivió en los comics de Paul Murry que aparecían en la revista Walt Disney’s Comics and Stories y en Mickey que dibujaba Romano Scarpa en Italia para Topolino.
La tira original siguió saliendo hasta la década del noventa dibujada por Del Connell primero y luego por Floyd Norman que, en sus últimos años antes de que expirara el contrato con King Features en 1995, trajo de vuelta las continuidades que él recordaba de su infancia.
Irónicamente, aunque el Mickey de Gottfredson, como se lo suele llamar, inspiró a artistas tan variados como Federico Fellini, Alberto Uderzo y Dante Quinterno, por política de la empresa la tira salía firmada por Walt Disney. El nombre del hombre detrás del ratón no se conoció sino hasta finales de la década del sesenta cuando un fanático lo descubrió y, desde entonces, se ha realizado un trabajo sistemático para reparar este problema de autoría, llegándose a reconocer póstumamente a Gottfredson como “Leyenda de Disney” en 2003.