Un emprendedor visionario
Primeros años
A principios del siglo pasado, un emprendedor visionario, entonces radicado en Londres, está a punto de triunfar con tan solo su voluntad por bandera. ¿Cuál es su empeño? Dar a conocer al mundo relojero de la época una firma todavía ignorada: Rolex. Un nombre inédito, inventado en 1908, que en pocos decenios acabaría por convertirse en una de las marcas más famosas del mundo. «En una primera impresión las dificultades parecían insalvables»: con estas palabras recordaba Hans Wilsdorf en sus memorias los orígenes de su empresa.
En aquellos momentos, como empresario no poseía demasiados bienes, pero como hombre poseía algunas cualidades inestimables: visión, fe en el porvenir, perseverancia y una capacidad de trabajo fuera de lo común. Huérfano desde los 12 años, sin nada de lo que echar mano que no fuera su determinación para superar todos los obstáculos, Hans Wilsdorf inventará el primer reloj de pulsera hermético de cuerda automática por rotor Perpetual del mundo. Un reloj que, a día de hoy, es una referencia en materia de calidad y de prestigio.
La invención del Oyster
«Demasiado complicado, demasiado frágil, demasiado fuera de lugar», le habían repetido hasta la saciedad en la Inglaterra eduardiana de la época, el país de los deportes por excelencia. Gracias a su intuición, a sus profundas convicciones y a su voluntad de superar los límites, Hans Wilsdorf logró, con su audacia y pese a todo, imponer el reloj Rolex —el Oyster Perpetual— como el arquetipo del reloj hermético, preciso y robusto, capaz de resistir a cualquier situación.
Pero Hans Wilsdorf no fue tan solo el visionario que, gracias a su talento como relojero, a su espíritu de iniciativa y a su capacidad de pensar diferente, dio a los relojes Rolex sus características técnicas y estéticas fundamentales y sentó las bases del perdurable éxito de su empresa. A su constante búsqueda de la perfección se sumaban una gran generosidad y una fe inquebrantable en el ser humano; en su capacidad para innovar y superar las dificultades. Hans Wilsdorf era un hombre de una gran bondad, siempre dispuesto a cuestionarlo todo y a animar a todas las personas a dar lo mejor de sí mismas.
Beber de las tradiciones en aras de la innovación, franquear siempre los límites como fuente de inspiración… he aquí los valores que empujaron a Rolex a inventar un producto excepcional: un reloj que se hizo a partir de un savoir-faire de lo más diverso, y que ha sido testigo de numerosas aventuras protagonizadas por el ser humano en los ámbitos más dispares.
Un reloj que no se parece a los demás
Un reloj pionero
Hace más de un siglo, Hans Wilsdorf creó el reloj de pulsera más preciso y fiable del mundo. Con la excelencia como condición indispensable, la marca sigue fabricando a día de hoy unos relojes dotados de la tecnología más puntera que no dejan de mejorar año tras año.
La colección Oyster Perpetual se ha construido a partir del éxito del modelo Oyster original, patentado por Rolex y presentado en 1926. El Oyster, el primer reloj de pulsera hermético del mundo, desempeñó un papel pionero en la evolución del reloj de pulsera moderno. En el transcurso de los años, fue incorporando otras muchas innovaciones —por ejemplo, la cuerda automática por rotor Perpetual (1931)— que han definido la identidad de los modelos de la colección y han forjado la reputación de excelencia de Rolex que, entre otras cosas, se fundamenta en la precisión cronométrica de sus relojes y en su fiabilidad.