Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo, más conocido como Doctor Muñiz, se suicidó al arrojarse por la ventana de una comisaría de la calle Almagro de Madrid el 6 de julio de 1939. Había sido llevado allí tras ser detenido en el puerto de Alicante unas semanas antes cuando intentaba huir de España, junto a un grupo de dirigentes republicanos, cuando la guerra estaba ya perdida.
Sandoval era un militante anarquista con un pasado siniestro, puesto que había sido el jefe de la checa del cine Europa, cerca de Cuatro Caminos, donde se distinguió por su crueldad con los sospechosos de simpatías al bando rebelde. Participó en el asalto en agosto de 1936 a la cárcel Modelo, que terminó con el asesinato de significados líderes de la derecha. Tras el desmantelamiento de las checas, la CNT le envío como espía a Barcelona y Valencia, donde sus militantes practicaron una brutal represión.
Antes de suicidarse y tras ser salvajemente torturado por sus captores, Sandoval firmó una confesión que delataba e incriminaba a sus compañeros. Incapaz de soportar su traición, optó por el suicidio. Su familia no pidió su cadáver y fue enterrado en el cementerio del Este. Nadie lamentó su triste final.
Hijo de padre desconocido y una lavandera, Sandoval nació en 1886 en un barrio junto al Manzanares. Vivió su infancia sin ningún afecto en un orfanato de monjas y, al terminar su adolescencia, empezó a ganarse la vida como camarero y albañil.
Cuando tenía poco más de 20 años, se hizo anarquista y comenzó a frecuentar malas compañías que le condujeron al mundo de la delincuencia. En 1919, fue detenido y encarcelado en Barcelona por un robo con violencia. En prisión, recibió una paliza que le desfiguró la cara.
Tras cumplir la condena, emigró a París, donde se introdujo en los círculos anarquistas españoles. Allí conoció a Juan García Oliver, fundador de un grupo violento, llamado Los Solidarios, que llevaba a cabo una guerra sucia contra los patronos en Cataluña.
Coincidiendo con el advenimiento de la República, el Doctor Muñiz se instaló en Madrid, donde se dedicó como revolucionario anarquista a practicar atracos y secuestros. Entre sus acciones, destacan al asalto al domicilio de Agapito Velasco, un corrupto abastecedor municipal, y a una oficina del Banco de Vizcaya en la que entró a punta de pistola para llevarse 40.000 pesetas. Participó también en el robo de armas en un arsenal militar, acción por la que fue detenido e ingresado en la cárcel. Para entonces, era ya un mito que llenaba las primeras páginas de los periódicos de la época.
Hoy sería una figura completamente olvidada si no fuera porque Carlos García-Alix realizó en 2007 un largo documental en el que narra la peripecia de este personaje maldito.