Se cumplen 210 años del nacimiento de Marcos Sastre (2 de octubre de 1809), reconocida figura de relieve nacional en materia educativa, al tiempo que supo erigirse como un acendrado defensor de la cultura y de la libertad.
Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1837 fue impulsor del célebre Salón Literario, grupo que reunió a brillantes personalidades como Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría, entre otros.
Tuvo una destacada actuación en el plano de la literatura y el periodismo, sobresaliendo también en el campo de las ciencias naturales.
Como escritor, además de los libros de texto, su obra más conocida fue El Tempe Argentino, fruto de una paciente investigación de la fauna y flora del Delta, tarea que le permitió dar a conocer aspectos de la vida isleña hasta entonces inéditos.
Para ello pasó largas temporadas estudiando las condiciones del suelo, plantas y animales, ya fueran peces, aves o insectos, plasmadas luego en incontables ediciones de la mencionada obra, adoptada como libro de lectura en las escuelas.
Las nociones de ciencias naturales, contenidas en sus páginas, describieron por vez primera el Delta en una época políticamente convulsionada. Obra de absoluta originalidad, algunos especialistas llegaron a comparar a Sastre con Hudson y con Francisco J. Muñiz, como naturalista.
Puede decirse que no hubo autor americano en su tiempo que igualara en popularidad a Marcos Sastre, en la Argentina y en Hispanoamérica, hasta la aparición de José Hernández con su magnífico Martín Fierro.
En el periodismo, Sastre se inició en Montevideo, a los 22 años, donde fue llamado por el gobierno para cumplir funciones en el Senado. En esta ciudad colaboró en varios semanarios. En la Argentina, fundó en Gualeguaychú el periódico “El Progreso” de Entre Ríos, que se editó hasta 1851. Posteriormente fue llamado para dirigir la redacción de “El Federal Entrerriano” y la redacción del periódico “Regeneración”, que trataba temas literarios, agrícolas, mercantiles e industriales.
Constituyéndose en uno de los precursores de la educación pública, Sastre fue el autor del primer sistema argentino para aprendizaje de lectura y escritura, que denominó Anagnosia, único método de enseñanza en la Argentina, Uruguay y en otros países latinoamericanos durante largo tiempo.
Por varias décadas desde los más notables a los más sencillos hombres de los países del Plata aprendieron a leer con su sistema. En 1888, Anagnosia había superado la 60ª edición, siendo alguna de ellas de más de 200.000 ejemplares y el total editado sobrepasó largamente la cantidad de tres millones.
Marcos Sastre fue, además, el creador de las lecciones de gramática, ortografía, geografía, caligrafía y otras, que hicieron que durante un amplio lapso de tiempo, todos los textos utilizados en la enseñanza fueran de su autoría.
Fueron también objeto de su interés la higiene y comodidad de los alumnos, diseñando ante la falta de muebles apropiados el clásico pupitre de asiento y respaldo, con mesa adosada en su parte posterior, presentado en la Exposición Nacional de Córdoba, en 1871, utilizado durante más de un siglo por niños y jóvenes en las escuelas.
Señaló Sastre, luego de cinco años de duro trabajo, como Jefe del Departamento General de Escuelas e Inspector General: “Fue preciso crearlo todo, el banco, el libro, el discípulo y el maestro; era indispensable estimular al niño, hacerle amar la escuela e inspirarle la obediencia; no fue menos necesario improvisar preceptores ofreciéndoles un sistema de enseñanza sencillísimo y métodos al alcance de los más ignorantes. Tenemos organizada con elementos propios la enseñanza primaria de nuestros hijos. Desde el bufete en que se coloca al niño y el silabario en que aprende a leer, textos, métodos, régimen, doctrinas, todo es argentino”.
Marcos Sastre fue fundador de varios institutos de enseñanza y, sucesivamente, director del Colegio Republicano Federal (actual Colegio Nacional de Buenos Aires), decano de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales y director de la Biblioteca Nacional.
Actuó como vocal del Primer Congreso Pedagógico Sudamericano, en 1882, y fue miembro activo del Consejo Nacional de Educación hasta su fallecimiento en 1887.