El 34º presidente de los Estados Unidos había nacido en Texas en 1890, aunque se crió en Kansas. Miembro de un familia numerosa, ingresó en 1911 en West Point, a pesar de que su madre pertenecía a los Testigos de Jehová, quienes desaprobaban el uso de la violencia. Cinco años más tarde, participó de la expedición punitiva contra Pancho Villa por el ataque al pueblo texano de Columbus. A pesar de que las tropas norteamericanas entraron en territorio mexicano conducidas por el general John J. Pershing, Villa permaneció elusivo y jamás fue atrapado.
Junto a Pershing, Eisenhower viajó a Francia con el Cuerpo Expedicionario, donde adquirió una vasta experiencia militar y alcanzó el grado de mayor antes de cumplir los 30 años. En 1935 estuvo con Douglas MacArthur en las Filipinas y, desde 1942, participó de la Segunda Guerra Mundial. Se destacó en la organización de desembarcos en el norte de África, experiencia que repetiría en Sicilia y Messina y, finalmente, en Normandía en lo que fue llamado el “Día D” o “El día más largo del siglo”.
También debió organizar la liberación de Francia y el empuje hacia el Rin, a pesar de los contratiempos y las rispideces con De Gaulle –quien desobedeció las órdenes directas y tomó París–, las ansias de protagonismo de Montgomery y los exabruptos de su camarada George Patton.
Estos éxitos cimentaron su carrera política. Eisenhower no solo había llevado a los aliados a la victoria, sino que había sabido manejar las relaciones no siempre cristalinas con las fuerzas de las distintas naciones. A su vez, había sabido crear fluidos contacto con la clase política de Europa y Estados Unidos. De allí que aceptara la propuesta de encabezar las filas del Partido Republicano. Con su consagración en 1953, puso fin al mandato demócrata que se había prolongado con las presidencias y reelecciones de Roosevelt y Truman.
Su propuesta política se basaba en tres puntos: poner fin a la corrupción que, según él, reinaba en la clase política; terminar con la Guerra de Corea, y dar por tierra con el comunismo en Norteamérica.
Su vicepresidente, Richard Nixon, fue el más joven en ocupar ese cargo. Precedido por su prestigio como aviador naval (recibió dos medallas durante su desempeño en el Pacifico) y por organizar los archivos capturados a nazis y japoneses, Nixon fue en buen complemente de «Ike» Eisenhower y cimentó su prestigio para aspirar a la magistratura, que se vio bloqueada por la simpatía de Kennedy.
Los problemas de salud de Ike comenzaron a poco asumir la presidencia. El 23 de septiembre de 1955, mientras estaba jugando un partido de golf en Denver, Colorado, creyó que sufría un cólico intestinal, de los que frecuentemente se quejaba desde hacía años (y que fueron el anuncio de una colitis de Crohn que se desarrollaría durante su presidencia).
Poco después de la medianoche, se despertó con un fuerte dolor en el pecho. Su esposa Mamie llamó al médico personal del presidente, quien arribó a las 3 de la mañana. Se limitó a darle morfina y hacerle inhalar nitritos (un vasodilatador coronario). Recién a la mañana le pudieron hacer un ECG (un electrocardiograma), que mostró que el presidente estaba cursando un extenso infarto de la cara anterior del miocardio.
Hecho el diagnostico, a las 13 horas fue conducido en automóvil al Fitzsimons Army Medical Center, donde fue puesto en una carpa de oxígeno y tratado con el protocolo usado en esos tiempos: morfina, papaverina (un vasodilatador), atropina (para prevenir arritmias) y heparina para mantener fluida la sangre y evitar coágulos.
La noticia del infarto de Eisenhower creó pánico en los mercados, pues no solo era el presidente, sino candidato a la reelección. Entonces, un infarto tenía una mortalidad del 40% o más. Se sabía que el infarto estaba asociado con el tabaquismo, y Eisenhower había sido un fumador de cuatro paquetes diarios hasta que, por consejo médico, dejó de fumar, aunque el daño ya estaba hecho.
Recién en esos años se tomaba conciencia de la relación entre el colesterol y la ateromatosis. La situación del presidente creó entre la población la conciencia de controlar la ingesta de dietas hipergrasas como era la costumbre americana. El colesterol de Eisenhower sirvió para difundir los peligros del colesterol.
Por sugerencia del vicepresidente Nixon, se solicitó la interconsulta con el cardiólogo más conocido de Estados Unidos, el Dr. Paul Dudley White (1886-1973) quien viajó en un avión militar arribando un día después de la internación. Inmediatamente revisó al paciente, habló con la familia y esa misma tarde le comunicó a los medios que Eisenhower había sufrido una trombosis coronaria sin complicaciones y su condición presente era satisfactoria.
Por consejo del vocero presidencial Jim Hagerty, quien estaba consciente de la conmoción que producía en Wall Street la salud del presidente (el índice Dow Jones bajó un 6% en horas, algunos calcularon que este infarto se tradujo en pérdidas de mil millones de dólares), le sugirió que enfatizara la palabra “moderado”. La conferencia de prensa del Dr. Paul Dudley White se prolongó por una hora y abarcó distintos tópicos e inquietudes relacionados con los infartos. Esta charla fue un bálsamo para la sociedad ante la honesta transparencia y sereno aplomo del médico. White, después de alabar lo actuado por sus colegas, volvió a Harvard donde desarrollo una brillante carrera.
White se había interesado en cardiología por la muerte de su hermana, que padecía un cardiopatía reumática, y su padre, por un infarto masivo. Alumno de Harvard y miembro del Massachusetts General Hospital, sirvió como médico en la Primera Guerra y dedicó su vida a concientizar que las afecciones vasculares eran causadas por la forma de vida del paciente. La dieta hipergrasa y el sedentarismo eran los responsables de las muertes por infarto. Fue él quien organizó, después de la Segunda Guerra, el primer Congreso de Cardiología Mundial, donde difundió sus ideas. White popularizó el uso de la bicicleta, ejercicio que le recomendó a su paciente y que millones de americanos tomaron como ejemplo.
Cuando White falleció de una trombosis, sus colegas ofrecieron un obituario titulado “Aún no he concluido con mi tarea ” …y su tarea continúa.
Estos problemas de salud, que habrían acortado la carrera de otros políticos, no fueron un obstáculo para Eisenhower quien ganó un segundo periodo en la presidencia.
Lo que no acabó fueron sus problemas de salud, porque en 1956 fue operado de una ileítis de Crohn, una inflamación del colón.
En la oportunidad, los médicos también debieron explicar al público qué habían hecho con los intestinos del presidente. El encargado de tal explicación fue el general médico L.D. Heaton, quien, con gráficos en un pizarrón, mostró la colostomía realizada. Ya que estaban (recordemos que era la época de “grandes cirujanos, grandes incisiones”), le sacaron la vesícula que tenía 16 cálculos.
En 1957, Eisenhower sufrió un accidente vascular que dificultó su habla transitoriamente. Los consejos de White habían llegado tarde…
Ya retirado del ruedo político, en 1962 su sucesor, John F. Kennedy, pidió la colaboración de Eisenhower durante la Crisis de los Misiles en Cuba, la oportunidad en la que el mundo estuvo más cerca de una conflagración nuclear (creo que hoy estamos más cerca…).
En la oportunidad, Ike dijo: “Espero que la sabiduría prime sobre los conflictos entre hermanos. La guerra es mortal cosecha de arrogancia y sinrazón”. Un deseo difícil de cumplir …
A lo largo de sus años como general y presidente y una vez que dejó su carrera política, Eisenhower dictó muchas conferencias y discursos. En uno de ellos en la Academia Naval, dijo:
“Finalmente hay una cualidad que me gustaría mencionar y que me ha servido para sobrellevar momentos difíciles y soportar puestos importantes: el sentido del humor”.
A pesar de su sentido del humor, la dieta equilibrada y el ejercicio con su bicicleta, en 1965 tuvo un nuevo infarto, que se volvió a repetir dos años más tarde. Con un miocardio tan debilitado por las isquemias cardíacas, poco más podía durar el general, quien concluyó sus días el 28 de marzo de 1969. En la autopsia se mostró que, además, tenía un pequeño tumor de glándula suprarrenal (feocromocitoma), probablemente responsable de su hipertensión.
Los problemas circulatorios de un personaje como Eisenhower asistieron a educar a una nación. Así lo declaró el editor del Us News en 1955: “Debido a su enfermedad, el pueblo americano está mejor educado sobre los problemas cardiológicos que cada año cuestan docenas de miles de vidas en estados Unidos”
Como siempre me gusta señalar, todos los conocen a Eisenhower, al guerrero y político, pero nadie evoca al Prof. White, quien condujo una guerra silenciosa contra una enfermedad asesina e invalidante, cuya tarea aún continúa después de muerto a través de sus discípulos.