También cabe hacer una breve reseña sobre las Mafias, grupos violentos que se diferencian de los mencionados hasta acá en que, sin desdeñar el poder (que lo buscan y ejercen), no responden a un ideal o a una idea política o religiosa, ni están supeditados al poder gubernamental de turno.
Lo que más les interesa a las Mafias… es el dinero. Por dinero matan, por dinero destruyen, por dinero viven.
Veamos algunas de ellas.
Posiblemente la madre de todas las mafias conocidas haya sido La Garduña (La Santa Garduña, la Hermandad de la Garduña) que fue una sociedad secreta de criminales que durante la época de la Inquisición reinó en los bajos fondos de la península ibérica. Su poder desafiaba por igual a la Iglesia y a la Corona, pero se llevaba bien con ambas. En una época en la que la exaltación religiosa y nacionalista estaba a la vuelta de cada esquina, era más que lógico que la violencia fuera su natural acompañante. Los judíos y musulmanes que vivían en España (“territorio cristiano”) estaban, digamos, indefensos; convertidos en víctimas favoritas de estos criminales que ponían “la defensa de la fe” para justificar sus crímenes, lo que les granjeaba la aprobación tácita de la Iglesia. Al fin de cuentas, los musulmanes eran considerados como el enemigo que aún controlaba amplios territorios de suelo patrio y los judíos como miembros de una raza maldita que había sido responsable de la ejecución de Jesucristo.
La Garduña, nacida en Toledo a principios del siglo XV, era una legión de delincuentes que vio en esa situación una buena oportunidad para obtener un buen botín. Asaltaban las casas de musulmanes y judíos que habían sido previamente señaladas por la Inquisición y en ella se escudaban para operar con impunidad. También atacaba a los “marranos” (aquellos que “se hacían cristianos” para conservar sus viviendas y posesiones), sobre los cuales la Inquisición también centraba su atención. Si bien la Inquisición era poderosa, tenía sus limitaciones ante ciudadanos de fortuna que compraban así su “impunidad”. En esos casos aparecía la Garduña, que era como el “arma extraoficial” de la Inquisición. Los inquisidores encontraron en esa especie de secta malhechora un valioso aliado para lograr sus objetivos sin ensuciarse (tanto) las manos. La Garduña consolidó su poder saqueando, quemando y ejecutando en la hoguera a quienes consideraban herejes, quedándose con sus propiedades. Hacia fines del siglo XV, sin embargo, la Garduña comenzó a ser un problema para las autoridades porque era un grupo inmanejable. Si una persona era considerada hereje por la Garduña, era perseguida y ejecutada por más influencias y amistades que tuviera en las altas esferas; la Garduña no tenía miramientos con nadie. La Corte decidió entonces enviar tropas para capturar a las bandas de la Garduña. Si bien la Inquisición todavía los protegía en forma indirecta, esta situación hizo que la Garduña pasara a la clandestinidad y se transformara en algo así como una sociedad secreta.
La Garduña era una organización-logia que tenía nueve grados; el escalafón más bajo de la jerarquía era el de los “soplones”, encargados de tareas de espionaje, servicio y exploración. Luego venían las “coberteras”, prostitutas utilizadas en tareas de apoyo e información. Las “sirenas”, jóvenes refinadas y amantes profesionales. Los “fuelles”, respetables y maduros, fieles religiosos, eran los encargados de gestionar el botín. Los “floreadores” eran la fuerza de choque y aportaban la fuerza física necesaria en trabajos criminales. Los “punteadores” eran refinados espadachines que se movían con soltura en todos los estratos sociales; entre ellos se reclutaban la mayoría de los oficiales llamados “guapos”, que lideraban las bandas pequeñas. Estas se agrupaban bajo el mando de los “maestros”, encargados de oficiar las ceremonias de la secta. Los “capataces” eran los jefes regionales, que a su vez cumplían las órdenes del jefe de todos los jefes, el “Hermano Mayor” o “Gran Maestre”. La palabra de éste era ley, y era un personaje temido y respetado.
El legado de La Garduña y su leyenda se extendieron más allá de las fronteras de España, al punto que una leyenda bastante conocida la ubica como el origen de las mafias italianas. Ese mito-leyenda dice que las distintas mafias italianas fueron creadas por tres hermanos de la Garduña (Osso, Mastrosso y Carcagnosso) que en el siglo XV huyeron de Toledo tras vengar con sangre el honor ultrajado de una hermana. Los tres se refugiaron en la isla de Favignana, cerca de Sicilia, donde permanecieron casi 30 años; luego se separaron y cada uno de ellos llevó estos mandamientos, reglas y códigos sobre la lealtad, el silencio, la obediencia y la disciplina, que terminarían siendo idénticos a los que rigen en la Mafia, a tres lugares distintos: Osso las difundió en Sicilia, donde se creó la Cosa Nostra; Mastrosso las llevó a Calabria, donde se formaría la ‘Ndrangheta, y Carcagnosso las llevó a Campania, donde se originó la Camorra. La regla de oro de un verdadero mito es que debe ser falso, y probablemente este lo sea. Pero es poéticamente agradable contar los orígenes mafiosos con una historia de hermandad…
La Mafia. Es la corporación que más ha durado a lo largo de la historia. Prospera durante los buenos tiempos y crece inclusive más en los períodos de penurias económicas. Sin desdeñar la violencia que los caracteriza, sus miembros más exitosos siempre han sido empresarios muy astutos con una gran visión para los negocios; acostumbrados a la lucha diaria por la supervivencia primero y por la supremacía después, los mafiosos están muy preparados para triunfar en cualquier esfera y circunstancia.
La Mafia comparte puntos en común con cualquier gobierno o corporación; como la naturaleza humana es constante, una persona con destrezas suficientes de diplomacia, liderazgo y persuasión, y con la suficiente ambición y astucia como para hacer lo necesario para triunfar, puede lograr el éxito en cualquiera de las tres organizaciones. Y la oveja negra de este trío de poder, la Mafia, es la mejor escuela: no pide requisito alguno (ni apellido, ni antecedentes, ni dinero, ni estudios), pero un paso en falso no tiene retorno. Como prueba de ello, los mafiosos se han introducido en el Vaticano, en los gobiernos o en la junta directiva de las empresas multinacionales más importantes.
La estructura de la Mafia tiene rangos y jerarquías que se respetan y se sostienen a lo largo del tiempo. El conocido título de “Capo di tutti capi” (“jefe de todos los jefes”) en realidad no hace referencia a una persona, sino al conjunto de jefes que toman decisiones en conjunto, tal como ocurre en La Comisión. El núcleo central son los clanes o familias. El Don es el jefe de la familia. El Sottocapo es el subjefe, el eventual sucesor, la mano derecha del Don, por así decir; suele ser familiar del Don. El Consigliere es el consejero y asesor, más referido a negocios y estrategia. El Capo (o Caporegime) es que tiene a su cargo a un grupo de “soldados”. Cada familia tiene un número diferente de “regimes” (grupos de soldados, como pandillas organizadas dentro de la familia) que puede llegar hasta siete u ocho. Es como si fuera un capitán. El Antonegra es el matón, el que se encarga del trabajo sucio. El Soldado es el rango más bajo, el rango inicia;. deben hacer lo que se les mande, se trate de lo que se trate, desde matar gente hasta cobrar deudas o extorsionar.
Hay puestos aledaños: el “asociado” (aspirante a convertirse en soldado), no es considerado miembro de la familia y si no es italiano nunca pasará de ese rango; el “avvocato”, que se encarga de los asuntos legales; el “numerale”, que es como un contratista o sicario a quien el Don le da órdenes o le hace encargos en forma directa, sin intermediarios; el “cassetto”, que es el que lleva las cuentas de la familia.
En cuanto a sus actividades, la extorsión, la usura, el contrabando, el juego y el robo son clásicos; el homicidio es una parte del trabajo, y si es necesario para obtener lo que se quiere, pues adelante; a estas actividades se han agregado el tráfico de drogas y la corrupción urbanística (contratistas que coimean a los que contratan), algo más que conocido.
La Mafia tiene una línea de conducta simple, lineal y brutal a la vez, y justifica sus acciones de una manera tan lógica como cínica. “Cuando era prestamista, jamás incrementaba el interés de los préstamos que concedía; incluso reducía el interés como compensación por pagar antes de tiempo. Las empresas de las tarjetas de crédito, en cambio, incrementan el interés sin importarles tu historia y además lo hacen sin tu consentimiento. ¿De dónde salen todas esas comisiones ocultas? ‘Están en la letra chica,’ te dicen, ‘usted debería haberla leído.’ Es como si yo, al aumentar los intereses de un préstamo, le hubiera dicho a alguien: ‘cuando te di el dinero, te susurré eso; deberías haberlo oído’.” En la misma línea, la Mafia puede incendiarle el local a un deudor si se atrasa un día en el pago, aunque finalmente termine pagando, aduciendo que “si permitimos que nos paguen cuando ellos quieren, los demás deudores pensarán que pueden hacer lo mismo”, dicen. Lógica simple y clara.
Las familias raramente usan el término “Mafia” para referirse al crimen organizado; se refieren a su organización como La Cosa Nostra, aunque en realidad la Mafia italiana original se divide en tres: La Cosa Nostra, la ‘Ndrangheta y la Camorra.
La Cosa Nostra. Surge en Palermo (Sicilia) a principios del siglo XIX. Los antecedentes más cercanos son los “gabelotti”, que administraban campos de terratenientes a cambio de un porcentaje; luego comenzaron a subarrendar las tierras a los campesinos a cambio de más porcentajes. Para ofrecer protección empezaron a asociarse con bandidos y a extorsionar a unos y a otros. A finales del siglo XIX ya se habían organizado multitud de pequeños grupos mafiosos que controlaban amplias zonas de la isla y que empezaban a involucrarse e influir en política para conseguir impunidad.
Muchos de sus códigos son éticamente intachables: la lealtad, el respeto a los mayores, la obediencia, la gratitud y la ley del silencio (“omertá”). Claro, el asunto es que matar, extorsionar, amenazar, etc, para el ciudadano común son delitos graves, y para ellos… es trabajo.
La Camorra. Parece ser que el origen de la organización está en las bandas de ladrones medievales de España que pasaron a Campania (Nápoles) en el siglo XV. Sin embargo, los indicios más claros son del primer tercio del siglo XIX, cuando se hablaba de ella como una agrupación de mercenarios a sueldo vinculados a la política. A partir del último tercio del siglo XX la organización comenzó a involucrarse en la corrupción política distrital y provincial. Se han dedicado principalmente a la extorsión, el contrabando, los robos, los homicidios y, desde los ’80, también al tráfico de drogas. Su estructura es menos prolija que en la Cosa Nostra y eso ha generado numerosos enfrentamientos entre sí.
La ‘Ndrangheta (“Honorable Sociedad”). Surge en Calabria en el siglo XIX, pero hay pocos datos confiables porque una de sus características más notables es la “invisibilidad”. En los ’70 surge un grupo sectario dentro de la misma, llamado “La Santa”, que termina controlando la organización y se orienta a conseguir beneficios procedentes de la corrupción política. La ‘Ndrangheta (las familias en esta organización se llaman “ndrinas”) comenzó encargándose de las actividades delictivas habituales mafiosas para pasar luego a dedicarse a actividades más lucrativas como el secuestro y el tráfico de drogas. A partir de los años ’90, la ´Ndrangheta pasa a controlar el tráfico de cocaína en el país y comienza su expansión internacional, con ramas en Australia, Canadá y Sudáfrica.
La Mafia en EEUU. Lucky Luciano es considerado el padre del Crimen Organizado en EEUU. Fue el primer capo de la familia Genovese y desarolló junto con Meyer Lansky una especie de confederación del crimen que conectaba a varias organizaciones criminales. Dicha confederación está formada mayormente por la Mafia ítalonorteamericana, la Mafia judía, la Mafia irlandesa y otros grupos étnicos de menor cantidad de miembros. Además se con formó “Consejo intermafioso” llamado “La Comisión” (“La Cupola”), que es el órgano rector nacional de toda la Mafia italiana en EEUU.
Las Cinco Familias de la Mafia ítaloestadounidense de New York que han dominado el crimen organizado en la ciudad desde fines del siglo XIX son la familia Genovese, la familia Bonanno, la familia Lucchese, la familia Colombo (también llamada Profaci por Joe Profaci, uno de sus fundadores) y la familia Gambino (representada en la película “El Padrino” como la familia Corleone).
Las sopas de Al Capone en Chicago alimentaron a miles de personas todos los días durante la Gran Depresión. Bugsy Siegel y Meyer Lansky visualizaron un centro turístico multimillonario en el desierto, cuando sus contemporáneos veían en Las Vegas sólo una pequeña y empobrecida ciudad. La Mafia adquiere inmuebles en todo el país mientras millones de personas luchan para no ser embargadas. Y así hay cientos de ejemplos.
Mafia Rusa (“Mafiya”, a veces mencionada como “Bratvá”). Es una organización tan abrumadora como compleja, difícil de entender y conocer, que surgió gracias a personas que supieron explotar con inteligencia y crueldad las oportunidades, aprovechando con estructura, orden y reglas el vacío de poder, la debilidad y la podredumbre del Estado (en esto todas las mafias se asemejan). Las organizaciones mafiosas rusas se forjaron en medio de la represión staliniana, que amontonó en gulags a delincuentes y disidentes. Así nació la sociedad de los “vori v zakone” (“ladrón en la ley”), que en pocos años llegaron a gestionar todos los gulags de la URSS, pero a su manera y desde adentro.
Como todas las organizaciones mafiosas, la Mafiya ha prosperado gracias a reglas que hay que seguir al pie de la letra para ser un miembro digno de la organización. Todo está codificado y tiene un lugar dentro de las reglas. En la Mafiya, el “vor” es bautizado, es castigado si fracasa y premiado si obtiene el resultado buscado; el vor se hacía tatuar las rodillas como símbolo de que nunca se arrodillaría ante autoridades que no fueran de su organización.
Los capos de los rusos gozan de protección política a todos los niveles, controlan nombramientos y contrataciones públicas, celebran megafiestas increíbles en las que circula de todo sin que aparezca la policía. Cada clan tiene una “obschak”, una caja común en la que se deposita un porcentaje de los ingresos derivados de los delitos, que se utilizará para cubrir los gastos de los “vori” (término plural de “vor”) que sean encarcelados o para pagar sobornos a policías o políticos corruptos. Los vori tienen a su servicio, dentro y fuera de la cárcel, a soldados, abogados, lobbistas y gestores de gran habilidad.
En la época comunista, los vori ejercían influencia en cada rincón del aparato estatal soviético. Durante la época de Brézhnev explotaron el estancamiento de la economía comunista y crearon un impresionante mercado negro; la Mafiya podía satisfacer cualquier deseo de quien tuviera dinero. Eran proveedores de restaurantes, comercios, gerentes, empresarios, funcionarios de gobierno y políticos; todos traficaban y recurrían a los servicios de la mafia rusa. Desde comida a medicinas, cualquier artículo se comercializaba en el mercado negro. Los vori conseguían lo que estaba prohibido al pueblo en nombre del socialismo.
La caída del comunismo dejó un abismo económico, moral y social que la Mafiya se apresuró a llenar. Generaciones de personas quedaron sin trabajo, sin dinero, con hambre, y la Mafiya podía reclutar legiones de mano de obra. Ex-miembros de la KGB y del gobierno pusieron sus contactos al servicio del crimen organizado, incluyendo el tráfico de droga y armas. La transición al capitalismo no tenía aún las leyes ni las infraestructura adecuada y eso fue tierra fértil para la Mafiya, a la que si algo le sobraba era dinero, agilidad de movimientos, contactos y capacidad de intimidación. Los “nuevos ricos rusos”, que se enriquecían vertiginosamente al abrirse los mercados del mundo para Rusia, se acercaron a la Mafiya y pagaban un “impuesto” con el que se aseguraban protección para sus empresas.
Luego, con su dinero (que no era poco) y algunos testaferros bien pagos (y bien amenazados) la Mafiya abría sus propios bancos, ubicando en ellos a amigos, parientes y compañeros que salían de la cárcel y transformando sus bancos y entidades financieras en usinas para lavar dinero en cantidad. La relación entre la Mafiya y el gobierno formó una simbiosis que se prolongó durante mucho tiempo, ya que la Mafiya estaba en todas partes: la Mafiya era ahora el Estado.
En la década del ’90 nadie estaba a salvo. Empresas y fábricas se veían obligadas a llegar a un acuerdo con la Mafiya, de lo contrario eran saboteadas o eliminadas. Sus conexiones con los carteles de la droga de América latina les permitieron importar cocaína a Rusia y sus conexiones con la Cosa Nostra y las Tríadas chinas les permitieron extenderse prácticamente a todo el mundo. Recaudan en todos lados, los muchachos.
En la Mafiya nadie manda si no es capaz de disparar, pero sobre todo si no sabe cómo invertir para acumular poder y dinero. Los métodos físicos no tenían límites: cortar dedos con tijera era un mecanismo de intimación inicial de lo más corriente; de ahí para arriba, lo que fuera necesario para cumplir sus planes.
Una organización especialmente destacada en la mafia rusa es la Hermandad Solncevskaya, fundada en Moscú a fines de los ’80 por Sergei Mikhailov. Este grupo reclutaba jóvenes violentos y desempleados locales como soldados, y estableció sus propias conexiones en EEUU.
Mafia Ucraniana. Junto con la mafia georgia, chechena, albanesa, armenia y azerbadjiana conforman el mega grupo mafioso más grande y caótico surgido de la antigua URSS. La mafia ucraniana siempre ha tenido fuertes conexiones con la mafia rusa; de hecho, el ucraniano Semion Mogilevich es un jefe del crimen organizado considerado como el “jefe de jefes” de la mayoría de los sindicatos mafiosos rusos en el mundo. Esta cercanía entre mafias ha generado un problema desde que ambos países están en guerra, ya que los ucranianos han tenido que elegir entre sus negocios y su país. El resultado: 60-40. Antes de la guerra había miles de armas rusas en Ucrania bajo vigilancia coordinada de ambas mafias, así que es fácil imaginar el desmadre generado con ese asunto a raíz de la guerra. Y como éramos pocos, la Camorra ha resuelto ir en ayuda de la mafia ucraniana, ya que era uno de sus clientes en lo que a armamento se refiere. La mafia más famosa de Ucrania es la mafia de Odesa, que es el puerto clave en la red de tráfico mafioso de Europa del Este, la entrada de la heroína de Afganistán que llega desde el Cáucaso y además tiene conexiones en EEUU (la principal está en Brooklyn, pero también en Miami y California).
La mafia ucraniana (abierta a alianzas en diferentes negocios) aliada a la mafia albanesa es líder también en el tráfico de personas en Europa del Este. Como subgrupo de la mafia ucraniana está una organización conocida como Malina, mafia judía-rusa-ucraniana, especializada en la inmigración ilegal de judíos rusos.
Nasa Stvar. La mafia serbia está activa en los países de la Unión Europea y entre sus actividades más comunes están ell contrabando, el tráfico de armas, drogas y personas, la extorsión, el juego, la protección y la provisión de sicarios, que son más baratos que los rusos.
Tríada, la Mafia China. La mafia china tiene bases en China continental, Taiwan y Hong Kong, y muy fuertes ramificaciones derivadas y relacionadas con la gran emigración de ciudadanos chinos a todo el mundo. Sus actividades principales son el tráfico ilegal de personas, la falsificación de documentos y tarjetas de crédito, los talleres clandestinos, la falsificación y distribución de todo tipo de productos, la prostitución, las muertes por encargo, la venta de protección a los negocios (es conocido este rubro entre los supermercados chinos), además del tráfico de heroína desde Thailandia y Laos. Uno de los modus operandi clásicos es conocido: captan incautos en China y los trasladan a otros países, mostrándolos como destinos atractivos donde se harán ricos y vivirán mejor; pero cuando llegan al país en cuestión la Tríada los ubica allí donde haga falta (talleres, restaurantes, prostitución, etc). Con el tiempo y el dinero necesario pueden iniciar su propio negocio, generalmente un restaurante por lo fácil de llevar, pero siempre tendrán de por vida un “pacto de sangre” con la Tríada, que se amplia a extorsión para regularizar su situación en el país.
La Tríada está en EEUU, Europa (sobre todo Inglaterra, Holanda y Alemania) y América (Argentina, Perú, Chile, México). Las bandas de delincuentes juveniles de chinos pagan “peaje” a la Tríada, que no le hace asco a nada, y en México ayudan a los cárteles a distribuir droga.
Se organizan en células de tres personas, de las que una está conectada con otros grupos. Esta estructura en grupos pequeños es muy útil cuando alguno es atrapado, ya que es menos probable que una investigación pueda llegar a los cargos jerárquicos.
La Yakuza. Yakuza (significa mafia) es la organización criminal de Japón. Data del siglo XVII y se consideran a ellos mismos como herederos de los samuráis que pasaron a convertirse en mercenarios a sueldo. Se hacen visibles en el siglo XIX, cuando la Yakuza controlaba y garantizaba la seguridad de sus territorios, pero terminaron controlando los negocios ilegales de Japón: prostitución, pornografía, tráfico de armas y drogas, etc.
A inicios del siglo XX la Yakuza controlaba las apuestas, el contrabando, el mercado especulativo, la extorsión, el tráfico de drogas y de armas, y a mitad del siglo XX se vuelven muy violentos. Sin embargo, la Yakuza tiene una “doble cara”; por un lado están sus actividades delictivas y por el otro, su fuerte compromiso social de ayuda a los necesitados. Sus relativas “buenas relaciones” con la política y la policía ha llevado a la Yakuza a tener pactos con estos poderes, y eso les otorga cierta impunidad. Esta impunidad unida a su buena aceptación social hace que la Yakuza sea un ente visible en la sociedad, ya que además mantienen controlados a los pequeños delincuentes (los ladrones de gallinas, digamos). La Yakuza “moderna” ha extendido sus actividades a la corrupción bancaria y política, como todas las mafias, y es considerada una organización criminal sofisticada y rica.
La Yakuza está jerarquizada, regida por normas de honor y sus miembros tienen obediencia absoluta al líder superior. Los tatuajes son sus signos distintivos, son muy importantes dentro de la organización y revelan el rango y el clan al que pertenece cada miembro. Estos tatuajes son aplicados con una técnica (“tebori”) muy dolorosa y puede llevar meses y años terminarlos. Tienen prácticas rituales como el “yubitsume”, que es la amputación del dedo meñique izquierdo como pedido de perdón o como castigo. Los novatos se adoctrinan a través del sistema “senpai-kohai”, en el que se les informan los procedimientos de castigo a la deslealtad.
La Yakuza tiene una estructura organizativa compleja: sus unidades finales activas, los grupos, están encabezados por un “oyabun” (cabeza de familia), que tiene subordinados, los “kobun”. Los miembros de la Yakuza cortan sus lazos familiares y transfieren su lealtad al jefe de la banda. La Yakuza está poblada casi exclusivamente por hombres y las pocas mujeres reconocidas son las esposas de los jefes.
El clan más importante de la Yakuza es Yamaguchi-gumi, de la ciudad de Kobe. Otros clanes importantes son Sumiyoshi-kai, Inagawa-kai y Kudo-kai.
Mafia irlandesa. Es la organización del crimen más antigua en EEUU. Es especialmente fuerte en la costa este, sobre todo en New York y en Boston, donde tienen gran llegada en los sindicatos pesados y en el puerto. La especialidad de la mafia irlandesa siempre fue el contrabando. Los grupos mafiosos irlando-estadounidenses dominaban el crimen en New York hasta que empezaron a llegar las primeras grandes migraciones de italianos y judíos a la ciudad a fines del siglo XIX. Desde entonces son legendarias las eternas disputas entre los grupos de esas colectividades. A principios del siglo XX se forma la White Hand Gang, que inicialmente mantuvo a los italianos a raya, pero disputas internas la hicieron caer, ya que algunos grupos criminales irlanteses empezaron a buscar unirse a algunas de las “familias” italianas.
En la guerra entre las mafias italiana e irlandesa en la década de los años 70, los irlandeses se aliaron con la familia Genovese. Sin embargo, Mickey Spillane, líder del grupo Westies de la mafia irlandesa, se negó a cooperar en forma dócil y copó negocios que eran de los italianos. Los Genovese, como era de esperar, liquidaron a los tres lugartenientes del indómito Spillane… y después, también a él.