Surgieron a principios de s.XX, concretamente en la década de los años 20, desafiando el ideal de belleza, de vestimenta y de comportamiento que imperaban en ese momento. Encarnaban la transgresión: bebían, fumaban, leían, iban a fiestas, conducían a altas velocidades, escuchaban música inédita y la bailaban; eran lindezas indómitas, pasionales, sexuales e inteligentes. Su statement liberalista era primordialmente estético y se caracterizaba por: el uso de faldas cortas (apenas por debajo de la rodilla, pero con la amplitud y volatibilidad necesarias para bailar al ritmo -y del frenesí- del jazz -una música nada convencional para el entonces-, lo cual permitía que no solo las rodillas quedaran expuestas, sino que también las ligas que sostenían las medias de seda negras o blancas que vestían sus piernas), vestidos rectos y con amplios escotes sujetos solo con tirantes (dejando totalmente al descubierto los brazos y generalmente con cinturones colgando de la cadera para acentuar levemente el cuerpo menudo y esbelto entre las holgadas prendas), ausencia de corset (instancia históricamente novel, aunque no así del todo liberatoria, ya que lo que hicieron fue mejorarlo a sus necesidades estéticas. Irónicamente, a pesar de su imagen provocadora, en vez de llevar los corsés para resaltar las curvas, reducir cintura, y marcar busto y cadera como se hacía hasta la primera década del siglo pasado, las flappers usaban sujetadores y fajas que moldeaban una figura sin formas curvilíneas, reduciendo pechos y caderas, dando una imagen más andrógina, infantil, frágil y de efebo) y el pelo teñido de negro azabache o de rubio platino cortado a la Garçonne[i] (un corte simétrico de aspecto masculino, que luego devino en el bob cut[ii] y fue sustituido más tarde por el corte Shingle bob y por el Eton crop [el primero se introdujo en 1924, muy parecido al bob cut pero más corto y sin flequillo, generalmente muy engominado para pegarlo lo máximo posible a la cabeza. El segundo, acreditado a Joséphine Baker, es reconocido por ser liso por la raíz y a la altura de las orejas lleno de rizos -muy popular durante los 20s, porque era ideal para llevar con sombreros cloché[iii]]). Los accesorios eran una parte inefable del vestir de aquellas féminas y, por lo general, consistían en piezas de joyas de moda Art Decó[iv] y en muchas capas de collares de perlas. Los guantes largos, las carteras de noche, las estolas de piel, las plumas, las lentejuelas, los brillos y los zapatos de taco alto, eran tan neurálgicos como el maquillaje. El rojo carmín de los labios, el delineado profundo de los ojos y las sombras negras esfumadas sobre los párpados, significaron una ruptura estética rotunda con el pasado victoriano de sus antecesores, asunto que a más de un espíritu conservador exacerbó y peyorativizó desde una -obturada- óptica patriarcal y rotuló de “prostitutas”. -Como si no hubiesen sido ellos los gestores del origen de la profesión más antigua de la historia de la humanidad…-.
Hay quienes sostienen que la impronta estética de las flappers era la forma de destacar y conseguir que los pocos hombres que quedaban en la ciudad tras la Primera Guerra Mundial[v] se fijasen en ellas, pero a mi parecer: fueron feministas que desafiaron a lo que en aquel tiempo era considerado socialmente correcto y, por sobre todas las coyunturas históricas, consiguieron la alteridad -insospechada hasta ese entonces- agenciándose el podio fashionista y apeando a la aristocracia del rol hegemónico del dictamen de la moda. Actrices, escritoras, artistas visuales, diseñadoras, bailarinas y coreógrafas, comenzaron a ser más admiradas que cualquier miembro femenino de la nobleza. Clara Bow[vi], Alice White[vii], Billie Dove[viii], Joan Crawford[ix], Louise Brooks[x], Collen Moore[xi], Zelda Fitzgerald[xii], Dorothy Parker[xiii], Joséphine Baker[xiv], Tamara de Lempicka[xv] y Marie Prevost[xvi], fueron algunas de las “it Girls[xvii]” del momento (entre muchas otras tanto famosas como desconocidas, ya que, paralelamente, la industria textil avanzaba muy rápido y los tejidos se abarataban, y las mujeres de clases trabajadoras podían tener acceso a los patrones de vestidos gracias a la aparición de las primeras revistas de patronaje, y así ellas mismas confeccionar sus trajes y diseños propios). Empero -y tristemente-, a pesar de su popularidad, el estilo de vida flapper y su imagen no pudo sobrevivir a la Gran Depresión[xviii]. – ¿Qué hubiese devenido de esa femenina existencia hedonista de no haber sido por la irrupción del Crack del 29[xix]? No sabe, no contesta. Solo las especulaciones pueden llegar a servir de bálsamo ante el horror vacui que abruma nuestras finitas existencias plagadas de incertidumbres, verdades relativas y certezas volubles-. De todas maneras, más allá de la fugacidad de su savia, siguiendo el eslogan feminista de la llamada tercera ola “Lo personal es político”, estas estetas reaccionarias de los “años locos” hicieron de sus vidas instancias actitudinales que abrieron camino a nuevas cosmovisiones y libertades, las cuales bien asistieron a todas las generaciones venideras.
Subversivas connaturales, contestatarias medulares, hedonistas ingénitas, las flappers fueron un torbellino de subjetividades que cambiaron el rol subyugado de la mujer en la historia dentro del -arcaico, aunque aún vigente- patriarcado occidental. Me pregunto si no fueron las primeras mujeres farmacopornográficas[xx]… A su vez, hasta dónde esa libertina libertad no terminaba desvaneciéndose ante la monógama heteronormatividad… También, en cuánto les costaba -y aún nos cuesta- devenir de esa biopolítica que induce a las mujeres a convertirse en esposas y madres -reproductoras de esclavos, paridoras seriales, desposeídas de conciencia crítica, zombis naturalizadoras de esa falacia de la supuesta “completitud” una vez conseguida la entidad fecundadora y gestado al vástago-, en ostracismos caminantes (auto)vedadoras de la otredad, en aniquiladoras inconscientes de la rizomaticidad relacional, del (auto)permiso para poder pensarse por fuera de las -asfixiantes- construcciones sociales establecidas… -¿Cómo se paga la libertad? ¿Cuál es la pulsión que hace que, por más cara que cueste, todo lo valga? -. Ser libre no es para cualquiera -el coraje no es substancial a todes les seres-, pero estas mujeres -al menos durante sus años postadolescentes- lo fueron. Las flappers se atrevieron a transgredir -y así desnaturalizar- las construcciones sociales prexistente, deconstruyeron los roles de género imperantes, marcando un antes y un después de ellas, de sus voluntades, percepciones, concepciones y mutables sensaciones, dentro de la historia tanto de la moda como del acaecimiento sociológico de occidente después de la Primera Guerra Mundial. Sin ellas, sin su tilinguerío anárquico, puede que el feminismo contemporáneo no hubiese logrado el grandilocuente empoderamiento que hoy lo caracteriza. Bendita sea la insurrección, la alteridad y el libre albedrío, además del coraje necesario para materializarlo y transitar este paso por el purgatorio con autenticidad y estilo. Benditas todas y cada una de las flappers, sus irrefrenables ímpetus y sus extravagantes existires.
[i] Garçon significa chico en francés, palabra a la que le fue agregado el sufijo femenino y así devino en el nombre de ese corte de pelo en particular titulado Garçonne.
[ii] Donde el flequillo es recto cayendo por encima de las cejas, y el largo puede tener una longitud cortado desde la altura de las mejillas o hasta los hombros, reduciéndose en la nuca de forma diagonal.
[iii] Sombrero de copa hemisférica, cuerpo cilíndrico y pequeña ala recta con pliegue a un lado, realizado por el entrecruzamiento de cintas de seda. El fieltro era el material más usado ya que era el que mejor se adaptaba a la horma. Para el verano, los clochés se hacían de paja, y fue Coco Chanel una de las pioneras en comercializarlos a gran escala.
[iv] El Art Déco fue un movimiento de diseño popular a partir de 1920 hasta 1939 que influyó a las artes decorativas mundiales tales como arquitectura, diseño interior y diseño gráfico e industrial; también a las artes visuales tales como la moda, pintura, grabado, escultura y cinematografía.
[v] La Primera Guerra Mundial, anteriormente llamada la “Gran Guerra”, fue una confrontación bélica centrada en Europa que empezó el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio. Recibió el calificativo de “mundial” porque se vieron involucradas todas las grandes potencias industriales y militares de la época, divididas en dos alianzas. Por un lado, la” Triple Alianza” formada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán y Austria-Hungría, y la “Triple Entente” formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabarían ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, el Imperio del Japón y Estados Unidos se unieron a la “Triple Entente”, mientras el Imperio otomano y el Reino de Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales.
[vi] Clara Gordon Bow (Brooklyn, Nueva York, 29 de julio de 1905—Los Ángeles, 27 de septiembre de 1965) fue una actriz estadounidense, conocida por su trabajo en el cine mudo en los años 1920. Fue, además, el arquetipo de flapper y la It girl original, poseedora de uno de los rostros más bellos de su época.
[vii] Alice White (24 de agosto de 1904 – 19 de febrero de 1983), fue una actriz cinematográfica estadounidense.
[viii] Billie Dove (14 de mayo de 1903 – 31 de diciembre de 1997) fue una actriz cinematográfica de nacionalidad estadounidense, activa en la época del cine mudo.
[ix] Joan Crawford (San Antonio, Texas; 23 de marzo de 1904-Nueva York; 10 de mayo de 1977), nacida bajo el nombre de Lucille Fay Le Sueur , fue una actriz estadounidense de cine y televisión ganadora de un Óscar de la Academia en 1945. En 1999 el American Film Institute la situó como la décima estrella femenina del cine de todos los tiempos.
[x] Louise Brooks (Cherryvale, 14 de noviembre de 1906 – Rochester, 8 de agosto de 1985) fue una actriz, bailarina y escritora estadounidense que se convirtió en una de las caras más famosas del cine mudo. Se la conoce, principalmente, por sus papeles en películas mudas durante la última mitad de la década de los años 1920 en los Estados Unidos y, sobre todo, por tres películas realizadas en Europa entre los años 1929 y 1930. En una carrera cinematográfica que comenzó en 1925 y terminó en 1938, interpretó 24 películas, dos de las cuales han sido consideradas por la revista The New Yorker como obras maestras: “La caja de Pandora” y “Diary of a Lost Girl”, ambas realizadas en Berlín por el director alemán Georg Wilhelm Pabst. Su corte de cabello era el rasgo más distintivo de su imagen, la cual inspiraría incluso personajes de historieta, como la célebre Valentina (1965).
[xi] Colleen Moore (19 de agosto de 1899 – 25 de enero de 1988) fue una actriz cinematográfica estadounidense, una de las estrellas más elegantes de la era del cine mudo.
[xii] Zelda Fitzgerald (apellido de soltera Sayre; Montgomery, 24 de julio de 1900 – Asheville, 10 de marzo de 1948) fue una novelista, bailarina y celebridad estadounidense, esposa del escritor F. Scott Fitzgerald. Se convirtió en un icono de los años 1920, siendo apodada por su esposo como “la primera flapper de Estados Unidos”. Después del éxito de la primera novela de su esposo, “A este lado del paraíso” (1920), los Fitzgerald se volvieron celebridades. Tras haber sido el símbolo de la era del jazz, los rugientes años veinte y la generación perdida, Zelda Fitzgerald encontró tras su muerte un resurgir, gracias a la publicación en 1970 del libro “Zelda: A Biography”, de Nancy Milford. La biografía de Milford la retrató como un icono feminista y una víctima de un esposo controlador. En 1992 fue admitida en el Salón de la Fama de las mujeres de Alabama. Su nombre inspiró el título de la famosa saga de videojuegos “The Legend of Zelda”, así como el nombre de su afamada princesa.
[xiii] Dorothy Parker (Long Branch, Nueva Jersey, 22 de agosto de 1893 – Nueva York, 7 de junio de 1967), nacida como Dorothy Rothschild, fue una cuentista, dramaturga, crítica teatral, humorista, guionista y poetisa estadounidense. Muy conocida por su cáustico ingenio, su sarcasmo y su afilada pluma a la hora de captar el lado oscuro de la vida urbana en el s.XX.
[xiv] Joséphine Baker (San Luis, Misuri, Estados Unidos; 3 de junio de 1906 – París, Francia; 12 de abril de 1975) , registrado al nacer como Freda Josephine McDonald, fue una bailarina, cantante y actriz francesa de origen afroamericano, considerada la primera vedette y estrella internacional. Se le dieron apodos tales como “la Venus de Bronce”, “la Perla Negra”, “la Diosa Criolla”, “la Sirena de los Trópicos” y, sobre todo, “la Venus de Ébano”.
[xv] Tamara de Lempicka (Varsovia, 16 de mayo de 1898, Polonia – Cuernavaca, México, 18 de marzo de 1980), nacida Tamara Rosalia Gurwik-Górska, fue una pintora polaca que alcanzó la fama en Europa, sobre todo en Francia, y en Estados Unidos con sus retratos y desnudos del estilo Art Déco.
[xvi] Marie Prevost (8 de noviembre de 1896 – 21 de enero de 1937) fue una actriz cinematográfica nacida en Sarnia, Ontario, Canadá. Su verdadero nombre era Mary Bickford Dunn y a lo largo de sus veinte años de carrera actuó en un total de 121 producciones, tanto mudas como sonoras.
[xvii] El término “it girl” es una frase en inglés que puede aplicarse a una joven que posee atractivo y que es influyente.
[xviii] La Gran Depresión fue una gran crisis financiera mundial que se prolongó durante la década de 1930, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y la que afectó a mayor número de países en el siglo XX.
[xix] El Crac del 29 fue la más catastrófica caída del mercado de valores en la historia de la bolsa en Estados Unidos. Su impacto, su alcance global y la larga duración de sus secuelas provocaron la llamada Gran Depresión.
[xx] Farmacopornográfico es el nombre que le otorga el filósofo catalán Paul Preciado al conjunto de tecnologías somatopolíticas que presentan como concepto clave a la “potentia gaudendi” (fuerza orgásmica), la potencia de excitación de un cuerpo, la fuerza que transforma al mundo a partir de la capacidad total y abstracta de crear placer, al servicio de la producción del capital.