El 15 de agosto de 1972 a las 18.30 hs. comenzó un intento de fuga del Penal de Rawson. Mario Osatinsky de las FAR había comenzado a organizar la fuga antes que Mario Santucho ingresase al penal. El plan de fuga imitaba al realizado por los Tupamaros el año previo en Punta Carretas, Montevideo.
El comité de acción estaba integrado por Fernando Vaca Narvaja, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna.
Una vez que el comité de fuga logró subir a la nave, esperaron en la pista al resto de los evadidos. Los demás prófugos debían ser transportados en dos camiones, pero por una confusión éstos no llegaron.
Un grupo de 19 evadidos pudo llegar al aeropuerto en tres taxis. El comité de fuga, ante la situación que se tornaba peligrosa, decidió no esperar más, y dirigirse a Chile, por entonces gobernada por Salvador Allende.
Los 19 guerrilleros tomaron la terminal, pero los aviones que debían aterrizar en Trelew fueron desviados. Frustradas sus posibilidades de fuga, se entregaron a los miembros de la Armada que tenían rodeada la zona.
Del aeropuerto fueron conducidos a la base aeronaval, a pesar de las protestas de los reclusos que pedían volver al penal de Rawson. Los garantes de los detenidos, el juez Alejandro Godoy, los periodistas del diario Jornada y El Chubut, además del abogado Mario Amaya no fueron autorizados a ingresar a la base.
Mientras tanto, los cabecillas llegaron a Santiago, donde les fue permitido viajar a Cuba a pesar de las presiones del Presidente Lanusse al gobierno de Chile.
El 22 de agosto, a las 3.30 hs. de la madrugada, los detenidos fueron sorpresivamente sacados de sus celdas y obligados a formar fila. Un pelotón a cargo del capitán Sosa y el teniente Roberto Bravo, ametralló a los reclusos. La mayor parte murió en el acto. Otros fueron ultimados con armas cortas. Los siete sobrevivientes fueron llevados a la enfermería, de estos solo tres se repusieron de las heridas y fueron trasladados a Puerto Belgrano, donde fueron intervenidos.
La versión oficial fue que habían tratado de fugarse, escudándose tras el oficial Sosa, cosa muy improbable en una base donde había 3.000 efectivos. Esa misma noche se sancionó la Ley 19.797 que prohibía toda difusión de información sobre organizaciones guerrilleras.
Los tres sobrevivientes a la masacre dieron su testimonio de los acontecimientos. Todos murieron en los años siguientes.
Alberto Camps (muerto en 1977), María Antonia Berger (desaparecida en 1979), Ricardo R. Haidar (Montonero desaparecido en 1982)
El contraalmirante Hermes Quijada, el encargado de transmitir el comunicado oficial fue ultimado el 30 de abril de 1973 por uno de los sobrevivientes que había logrado escapar, Víctor José Fernández Palmeiro.
El brigadier Rey, miembro de la Junta Militar, aseguró que el episodio había sido “un atroz accidente motivado por la tensión”.
El general Lanusse, en sus memorias, aseguró que él había ordenado el traslado al penal de Rawson, pero su orden no fue cumplida.
El ministro del interior, Dr. Arturo Mor Roig, (posteriormente asesinado por la guerrilla) había recibido un telegrama del Partido Justicialista reclamando por el respeto de los derechos humanos de los detenidos, que habían ultimado a un guardia cárcel, Juan Gregorio Valenzuela, al intentar frenar la fuga.
En el año 2012, Emilio del Real, Luís Sosa y Carlos Marandino fueron condenados a cadena perpetua por el homicidio de 16 reclusos. Las sanciones fueron confirmadas el 19 de marzo de 2014 por la Cámara de Casación.
Ese mismo año, en la base Almirante Zar, fue levantado un monumento que recuerda este triste episodio de nuestra historia.