“Ambas Piedras”: las batallas olvidadas del Himno Nacional que fueron hitos en la lucha por la Independencia

Buenos Aires se pone a la frente

de los pueblos de la ínclita Unión,

y con brazos robustos desgarran

al ibérico altivo León.

San José, San Lorenzo, Suipacha,

Ambas Piedras, Salta y Tucumán.

La Colonia y las mismas murallas

del tirano en la Banda Oriental,

son letreros eternos que dicen:

“Aquí el brazo argentino triunfó”

Estas son las estrofas que escribió, en su versión original de la Marcha Patriótica, don Vicente López y Planes, consagrada como tal el 11 de mayo de 1813. Con el tiempo, estos versos se abreviaron para dar lugar al Himno Nacional que hoy entonamos.

Los motivos de la abreviación del Himno

Entre las razones que llevaron a esta reducción estuvo la queja de la poderosa comunidad española que, mucho después de las guerras de independencia, se sentía ofendida por los versos que aludían al “altivo León Ibérico”, denigrado en este caso, y por otras expresiones como: “En los fieros tiranos la envidia / escupió su pestífera hiel …” o “Azorado a su vista el tirano / con infamia a la fuga se dio”.

El mismo López y Planes le escribió a su hijo que eso de “escupir su pestífera hiel” le “disgustaba de sobremanera”. Fue su nieto, Lucio Vicente López –por entonces ministro del Interior– quien en 1893 determinó cuáles serían las estrofas a cantar, a fin de no herir susceptibilidades.

Entre las batallas que jalonaron la gesta libertadora bien conocemos a Suipacha –la primera gran victoria patria–, San Lorenzo –que mereció su marcha propia–, Salta y Tucumán –victorias de Manuel Belgrano–… pero lo de Ambas Piedras puede resultar esquivo al gran público.

Las Piedras a las que alude el himno

Pues bien: entre 1811 y 1812, a más de mil kilómetros de distancia, se liberaron dos enfrentamientos entre realistas y criollos en lugares homónimos.

A una se la llamó combate, por su menor envergadura, aunque no por ellos menor importancia. El 3 de septiembre de 1812, Manuel Belgrano, al mando del Ejército Auxiliar de Perú, obtuvo en la localidad del río de Las Piedras una victoria que resultó de inmensa relevancia para levantar la moral de la expedición auxiliadora durante el llamado Éxodo Jujeño.

Las tropas españolas ya habían tomado Jujuy y asediaban Salta. En ese trayecto, los españoles atacaron la retaguardia patriota al mando de Díaz Vélez, quien debió retroceder hasta donde se hallaba el centro del ejército sobre el río de Las Piedras. Allí, las fuerzas de Belgrano flaquearon la derecha realista, poniendo en fuga al enemigo, que dejó a medio centenar de muertos y más de 40 prisioneros, mientras que los patriotas solo debieron lamentar dos bajas. Esta victoria empujó a Belgrano a frenar su retirada hacia el sur y enfrentar al enemigo en Tucumán y, meses más tarde, en Salta.

La otra Piedra del himno se había librado meses antes, en la Banda Oriental, y por sus dimensiones –más de mil soldados españoles y 1.500 criollos– se la conoció como batalla. Fue la primera vez que Gervasio José Artigas estaba al mando de un ejército de tales dimensiones. Si bien ambos bandos decían combatir en nombre de Fernando VII, Artigas lo hacía bajo las órdenes del gobierno porteño, mientras que el capitán José Posadas –marino español de larga carrera en la Armada de su país– era el improvisado general enviado por el virrey Francisco Javier de Elío para contener el avance de los criollos sobre Montevideo. Esta ciudad, convertida en la nueva sede del gobierno virreinal, pasaría a conocerse como La Fidelísima, la última plaza fuerte del poderío hispano en territorio del Río de la Plata .

Las tropas españolas fueron reclutadas a último momento y debieron recurrir a los presos, que resultaron ser poco leales a la Corona. A minutos de comenzar la contienda, el 18 de mayo de 1811, se dieron a la fuga.

El hermano de José Gervasio, Manuel Francisco (al que no hay que confundir con su primo Manuel, muerto en San José, cuyas cenizas descansan en la Pirámide de Mayo por ser uno de los primeros oficiales caídos en la gesta libertadora), encabezó la caballería patriótica que rodeó a los realistas. Después de horas de lucha, Posadas alzó la bandera blanca y entregó su sable a José Gervasio, quien lo cedió a su hermano Manuel.

La batalla resultó decisiva para los patriotas, ya que marcó el comienzo del sitio de Montevideo, que caería en 1814 tras la victoria naval del Buceo, a manos de la armada porteña comandada por Guillermo Brown.

Durante el sitio de Montevideo surgieron desinteligencias entre Artigas y el Triunvirato porteño, especialmente por el armisticio pactado con Elío, justificado por la precaria situación del Ejército del Norte tras el desastre de Huaqui.

A raíz de este acuerdo –que dejaba gran parte de la actual Uruguay en manos españolas– Artigas decidió abandonar dicho territorio como protesta por lo que consideraba una actitud desleal. Como jefe de los orientales, Artigas condujo a más de 16.000 habitantes de la Banda Oriental hacia Entre Ríos en el épico éxodo conocido como La Redota. Fue este el primer acto de “orientalidad”.

Curiosamente, en septiembre de 1812, el pueblo jujeño también adoptaba una política de tierra rasa, al igual que, del otro lado del mundo, los rusos aplicaban esa misma estrategia frente al avance de Napoleón.

En otra parte del continente americano, Simón Bolívar también luchaba contra los españoles, y arengaba a sus hombres con unas palabras que bien sabían los criollos que pelearon en Ambas Piedras: “La libertad es el único objetivo digno del sacrificio de la vida de los hombres”.

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Esta nota fue publicada en TN

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