Evolución política de Mongolia en el siglo XX

El siglo XX comenzó con Mongolia gobernado por el imperio chino. Luego de muchas idas y vueltas, en la primera década del siglo la nobleza mongola buscó desligarse de ese yugo y buscó el apoyo del imperio ruso. En diciembre de 1911 los mongoles declararon la independencia. Un año después, luego de la revolución de Xinhai, en China se ponía fin al imperio y se instalaba la República Popular China.

Los problemas de los mongoles giraban en torno a los diferentes intereses y visiones entre la Mongolia central urbana y el resto del territorio. En 1915, China, Rusia y Mongolia acordaron la creación de un Estado mongol bajo supervisión china. Claramente los chinos no tenían muchas ganas de irse del todo; además, el nuevo régimen republicano
chino aprovechó la inestabilidad generada en Rusia por la revolución de 1917 para invadir (otra vez) Mongolia en 1919, obligando al gobierno mongol a aceptar oficialmente la abolición de su autonomía.

Pero Mongolia no quería seguir siendo dominada por los chinos, así que durante la ocupación china se fundó el Partido Revolucionario del Pueblo de Mongolia (PRPM), de orientación comunista, que buscó ayuda en la incipiente Unión Soviética para combatir y expulsar a los chinos. En ese contexto, en 1921 tropas rusas invadieron Mongolia expulsando a los chinos, declarando nuevamente la “independencia” del país, con Urgern Von Sternberg (el general jefe de las fuerzas invasoras) como dictador. Curiosa independencia, digamos: declarada por un país invasor y colocando un gobernante de las tropas invasoras. De todos modos eso no duró tanto: los chinos que quedaban fueron expulsados de Mongolia en los meses siguientes y luego de muchos cabildeos políticos Von Sternberg también se fue.

Entonces el PRPM formó un nuevo gobierno declarando otra vez la independencia, y a fines de 1924 se proclamó oficialmente la República Popular de Mongolia y se estableció la primera Constitución. Sin embargo, el PRPM no era totalmemnte independiente; más bien, nada independiente. Von Sternberg se había ido pero los rusos seguían manejando los hilos de la política en Mongolia a través del PRPM comunista. El poder del comunismo enraizado en el PRPM creció y también la represión de las masas opositoras o disidentes, hasta que los movimientos políticos llevaron a establecer una “política del Nuevo Orden”, con cierto consenso general pero siempre bajo el poder comunista, que tenía la última palabra. Mientras tanto el país crecía: aumentaban las cabezas de ganado, se desarrollaran diversos proyectos agrícolas y comenzaba la demanda de empleo; por entonces, la alfabetización del país era del 5%.

Después de haber ocupado Manchuria en 1931, Japón atacó el centro y el noreste de China y, como era de esperar, atacó la frontera china con Mongolia en 1935. En reacción a eso, la influyente administración rusa en Mongolia empezó a cazar brujas y a acusar a muchos ciudadanos mongoles de ser espías japoneses; casi 700 personas fueron arrestadas inicialmente o expulsadas hacia Rusia acusados de espionaje y traición, incluido el primer ministro. Los rusos entregaron documentos secretos que aseguraban que se venía una invasión masiva de Japón y denunciaban las “actividades contrarrevolucionarias” en Mongolia, acusando la participación en las mismas de muchos líderes mongoles. Comenzaron los arrestos masivos, que llegaron a 30.000, acusando a los detenidos de ser espías japoneses y
conspiradores contra el régimen comunista. Nada nuevo.

En 1940 la URSS entró en la Segunda Guerra Mundial y Mongolia se involucró detrás de su aliado. Después de la guerra, en la Conferencia de Yalta, Mongolia fue reconocido internacionalmente en forma oficial como un Estado independiente.

El PRPM intensificó sus actividades, desarrolló la minería, comenzó a instalar la atención médica socializada, los ingresos por la industria minera y energética se incrementaron y se destinaron al desarrollo industrial. El alfabetismo alcanzó a esta altura el 20%. En 1960 se introdujeron cambios en la Constitución que afianzaron aún más las prerrogativas políticas del partido gobernante y acrecentaron su base de poder.

Resumiendo, podría decirse que desde 1921 hasta fines de la década de los ’80, en la República Popular de Mongolia, tanto la economía como la cultura y la política en Mongolia dependían directamente de la URSS, compartiendo la responsabilidad de los destinos del país el Partido Comunista de la URSS y el Partido Revolucionario Popular de Mongolia.

Cuando hacia fines de los ’80 comenzaron los trascendentales cambios políticos en la URSS generados por la Perestroika, la situación generó movimientos consecuentes en Mongolia. Sensibilizados por el desarrollo de
cambios tan trascendentes, fueron creándose grupos políticos que comenzaron a demandar justicia social, libertad y democracia. A consecuencia de ello, en 1989 se formó la Unión Democrática de Mongolia (UDM), y así fueron fundándose varios partidos políticos.

En marzo de 1990, decenas de miles de personas se reunieron en la Plaza de la Victoria reclamando la dimisión de muchos miembros del Congeso Comunista y exigiendo que el Partido Revolucionario Popular de Mongolia dejara ser considerado sinónimo del Estado en forma indeleble y pidiendo que pasara a ser considerado sólo un partido político más, dando lugar a la aparición de otros partidos en la vida pública de Mongolia. El gobierno rechazó inicialmente esa petición, por lo cual un enorme grupo de gente decidió hacer una huelga de hambre en la plaza Sukhbaatar, en el
centro de Ulaan Baatar, frente al palacio de gobierno.

El gobierno finalmente aceptó formar una mesa de discusión para escuchar los pedidos de apertura democrática y aceptó llamar a elecciones democráticas. Las mismas se llevaron a cabo en el verano de 1990; el PRPM ganó las elecciones y permaneció en el gobierno.

En 1991 se decidió estructurar el Parlamento en dos cámaras: el Gran Jural y el Pequeño Jural. En 1992 se instauró una nueva Constitución, que estipulaba el cambio del nombre del país, dejando de llamarse República Popular de Mongolia para pasar a llamarse simplemente Mongolia, quitando toda connotación política a la denominación del país.

En forma simultánea a la transición democrática, Mongolia comenzó a orientar su economía hacia una economía de mercado y a depender progresivamente cada vez menos de la economía soviética. Se privatizaron estructuras que eran dominadas por el Estado, se instaló abiertamente el derecho a la propiedad privada y se creó la Bolsa de Valores. El Programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Banco Mundial fueron los organismos internacionales que más asistieron al desarrollo económico de Mongolia.

A partir de 1990 el poder de la industria minera se incrementó notablemente; esto traccionó el desarrollo de la industria y con ello el del país, en el que se produjo una especie de división entre la “Mongolia interior”, la de las estepas y las llanuras, ganadera y nómade, y la “Mongolia exterior”, la de Ulaan Baatar, su capital, con la mitad de la población total del país en su área, con economía modernizada y relaciones con países vecinos.

Esto llevó a las políticas de fines del siglo XX a impulsar la defensa y la afirmación de las tradiciones mongolas, transmitiendo los valores provenientes del imperio mongol y de la historia ancestral del país. La actual Constitución, que tiene un preámbulo y 70 artículos, resalta la independencia y soberanía del Estado, el respecho a los derechos humanos, la libertad, la justicia, la herencia de las tradiciones de la nacionalidad, la historia y la cultura nacionales, y el desarrollo de una sociedad humana, civil y democrática como objetivo supremo.
Hoy Mongolia aún sostiene esa tendencia que incluye la modernización y a la vez mantener vivas las tradiciones históricas del país.
Y parece estar lográndolo.
La alfabetización actualmente es del 99.2%.
Así es más fácil, parece.

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