Carlos Monzón, el campeón invencible

 Carlos Monzón defendió su título por primera vez contra el reciente ex-campeón Giovanni “Nino” Benvenuti, en una revancha que para Benvenuti significaba la última oportunidad de volver al primer plano y para Monzón una prueba de fuego para legitimar su flamante reinado. La pelea fue el 8 de mayo de 1971 en el estadio Louis II de Montecarlo y no sólo ratificó sino que acrecentó y mucho las diferencias boxísticas entre ambos. La potencia de Monzón fue demasiado para Benvenuti, que se vio desbordado desde el primer minuto. Monzón derribó al italiano sobre el final del 2do round pero al italiano lo salvó la campana, y el 3er round fue un breve martirio para Nino, ya que cada golpe de Monzón lo hacía tambalear. Benvenuti cayó a los 30 segundos del 3er round y mientras el árbitro le contaba, el entrenador de Benvenutti, Bruno Amaduzzi, arrojó la toalla. Técnicamente fue una victoria por abandono, aunque oficialmente se computó como knock out técnico (KOT). Fue la despedida del boxeo profesional para Benvenuti, quien con los años se haría amigo de Monzón, con quien filmaría una película de cowboys y a quien incluso visitaría años después en la cárcel.

     La segunda defensa fue el 25 de septiembre de 1971 en el Luna Park ante el estadounidense Emile Griffith, un gran boxeador que había sido campeón mundial, siendo destronado por Nino Benvenuti, recuperando el título en la revancha con el mismo rival, para perderlo de nuevo en el tercer enfrentamiento entre ambos. Griffith despertaba cierto rechazo general ya que años atrás (en 1962) el cubano Benny “Kid” Paret, rival de Griffith por tercera vez, había muerto en el hospital días después de la pelea entre ambos, informándose que su muerte se había producido a causa de los golpes recibidos. Para agregar combustible al fuego, el periodismo deslizó que durante aquella pelea Paret había desatado la furia de Griffith al gritarle “maricón” (Griffith era bisexual). En fin. El evento Monzón-Griffith fue de gran magnitud y fue la primera pelea por un título mundial en Buenos Aires transmitida por televisión en vivo. Griffith hizo una gran pelea, pero Monzón fue inclinando la balanza a su favor a partir de la mitad del combate. Sin apuro y con  paciencia Monzón fue destruyendo de a poco a Griffith hasta que en el 14º round una sucesión de golpes de Monzón en un rincón, con Griffith sin tambalear pero agachado en posición de “no contest”, completamente doblegado, hizo que el árbitro detuviera la pelea: KOT 14.

     Monzón volvió a Roma, ahora como campeón, para defender su título por tercera vez el 4 de marzo de 1972 ante el estadounidense Denny Moyer, un boxeador experimentado y de buena técnica que tenía más de 100 peleas encima. Los romanos aún recordaban la caída de su ídolo Nino Benvenuti (que estaba presente en el estadio) ante Monzón, y eso hizo que el argentino fuera abucheado desde el primer minuto de la pelea. Moyer fue al frente e intercambió golpe por golpe con Monzón, pero los golpes del argentino hacían mucho más daño. La pelea fue tal hasta el 4to round, en el que Monzón le dio una paliza a Moyer, que salió al 5to round sabiendo que perdía. Y así fue: KOT 5 y a casa.

     La cuarta defensa fue en París el 17 de junio de 1972 ante el campeón europeo, el francés Jean Claude Bouttier. El combate fue un calco de la pelea con Griffith, con Monzón imponiendo condiciones, desmoronando a un muy valiente Bouttier round tras round hasta llegar al final, un KOT en el 13er round que terminó con el sufrimiento físico de Bouttier.

La quinta defensa del título fue en el estadio Idraetsparken de Copenhague frente al danés Tom Bogs, el 19 de agosto de 1972. Bogs, que era valiente y punto, fue sometido a un castigo tremendo round tras round. Ya en el 3er round el rincón de Monzón le pedía al árbitro que detuviera la pelea porque era una paliza sin sentido hasta que, luego de cinco caídas, el árbitro puso fin a la golpiza en el 5to round: KOT 5.

     La sexta defensa fue el 11 de noviembre de 1972 en el Luna Park de Buenos Aires. El rival fue Bennie Briscoe, un estadounidense duro como una roca, un robot programado para cuatro cosas: avanzar, balancearse, aguantar todo lo que le tiraran y tirar golpes por reflejo. Monzón pegó y pegó y Briscoe aguantó y aguantó. Monzón no era noqueador de un solo golpe, sino que destruía a sus rivales de a poco. Pero Briscoe aguantaba todo. Hasta que en el 9no round un tremendo cross de derecha de Briscoe aterrizó en la mandíbula de Monzón, que tambaleó, y no cayó a la lona porque las cuerdas lo contuvieron. Monzón mantuvo la suficiente lucidez para trabar y agarrar a Briscoe al tiempo que miraba el reloj para ver cuánto faltaba para terminar el round. Esos segundos le sirvieron para sentir que sus piernas volvían a sostenerlo; escapó como pudo el resto del round ante un Luna Park enmudecido, pasó el mal trago y llegó a su rincón mientras el estadio entero lo ovacionaba y lo alentaba en forma furiosa y enfervorizada. Ya en el round siguiente las cosas siguieron como estaban antes de la piña inesperada, con Monzón dominante. Monzón ganó por por puntos en decisión unánime luego de 15 rounds, luego de haber pasado seguramente el peor momento de todas las defensas de su título.  

     Vino después la revancha con Emile Griffith, el 2 de junio de 1973, en el estadio Louis II, en Montecarlo. Fue la séptima defensa del título y fue una pelea trabada, lenta y deslucida. Monzón, que fue un justo ganador por puntos en 15 rounds, diría después “creo que fue mi última pelea”, algo que lejos estaba de ocurrir pero que comenzaba a mostrar no tanto el hastío del campeón como la confusión que reinaba en su cabeza, inmersa por entonces en una vida que era de todo menos tranquila.

     Otra revancha, esta vez ante Jean Claude Bouttier, fue el marco de la octava defensa. Fue el 29 de septiembre de 1973 en París. La pelea fue pareja, pero Monzón prevaleció claramente en los últimos tres rounds haciendo tambalear a su rival y eso terminó inclinando la pelea a su favor, ganando por puntos luego de 15 rounds.

     Y llegó la novena defensa: José “Mantequilla” Nápoles. Monzón era el único que exponía el título en la pelea: era campeón mundial de los medianos, mientras que Mantequilla Nápoles (cubano nacionalizado mexicano) era campeón mundial de los welters. Se había generado un clima inusual ante esta pelea; Monzón ya era un ídolo en París y Mantequilla Nápoles, un talentosísimo boxeador que nunca había sido noqueado y prometía exhibir su elegante boxeo frente a la fuerza casi tosca de Monzón, había contratado para su rincón al gran Angelo Dundee, quien le agregó condimento a la previa afirmando que el argentino era “un campeón de papel”. Malas noticias para Mantequilla, digamos.

     La pelea fue en París el 9 de febrero de 1974. Dos rounds le llevó a Monzón encontrar la distancia justa, calentar sus músculos y afinar la puntería. El calvario para Mantequilla empezó en el 3er round y el 5to round fue el principio del fin. Al terminar el 6to round Mantequilla llega al rincón malamente deteriorado; le duelen hasta las pestañas, imposible seguir. Y cuando suena la campana para el séptimo round, Dundee extiende su brazo hacia el referee y mueve su mano diciendo claramente “mi muchacho no sigue”. Monzón le había dado para que tenga y guarde. El fallo oficial diría que Monzón ganó por KOT en el 7mo round, pero eso no fue un knock out técnico: fue abandono. Lo decidió su entrenador, no el referee. De todos modos, son tecnicismos sin importancia.

     Luego de la impiadosa paliza, Mantequilla dijo “es imposible ganarle a Monzón”, Dundee felicitó al campeón (“no hagas caso de lo que dije, fue para publicitar la pelea”), Monzón apenas sonrió, Amílcar Brusa (el entrenador de Monzón) dijo “fue la pelea más fácil de Carlos”, París ovacionó a Monzón más que nunca y Julio Cortázar convirtió esa velada en un cuento: “La Noche de Mantequilla”.

    La décima defensa fue el 5 de octubre de 1974 en el Luna Park de Buenos Aires frente al australiano Anthony “Tony” Mundine. Monzón fue dominador de principio a fin. Mundine peleaba como agachado y se bamboleaba mucho de la cintura para arriba, pero los golpes de Monzón (lentos, pesados, inapelables) terminaron de demolerlo en el 7mo round,  mandándolo a la lona por toda la cuenta: KO 7.

     La undécima defensa, el 30 de junio de 1975, fue la única presentación de Monzón en Estados Unidos, en el Madison Square Garden de New York, frente al ítalo-norteamericano Tony Licata, que tenía un muy respetable record. La noche incluía un atractivo especial, ya que en la misma velada se presentó también otro campeón mundial argentino, el mediopesado Víctor Galíndez, que defendía su título ante el también argentino Jorge “Aconcagua” Ahumada, a quien venció por puntos en 15 rounds. La pelea estelar fue la de Monzón, que enfrentó a un duro y valiente rival alentado permanentemente por una multitud que llenó el estadio. Licata era rápido y frontal, atacaba todo el tiempo y sus golpes eran latigazos ascendentes. Monzón se veía obligado a retroceder y eso, lejos de ser algo preocupante, era la usina de los mejores golpes de Monzón, una de cuyas muchas virtudes era la de disparar certeros y durísimos golpes mientras retrocedía. Licata conmovió a Monzón con un derechazo en el 7mo round, pero Monzón no se vio en peligro y derribó a Licata en el 8vo round. A partir de ahí fue un suplicio para Licata: Monzón golpeó a voluntad en el 9no y en el 10mo round, en el cual lo tiró dos veces; el árbitro detuvo la pelea en la segunda caída, sin terminar el conteo: KOT 10.

     La duodécima defensa fue el 13 de diciembre de 1975 en París frente a Gratien Tonna, un francés nacido en Túnez. El retador, histriónico y bastante vendehumo, iba al ataque tirando muchos golpes que terminaban casi todos en el aire ya que nunca pudo acortar las enormes distancias que imponían los larguísimos brazos de Monzón. Monzón, en cambio, tiraba pocos golpes pero acertaba todos. En el 5to round un directo de izquierda (los jabs de Montón eran pistones mortíferos) conmovió a Tonna, que ya  tambaleante recibió el golpe de gracia: un derechazo detrás de la oreja que lo mandó a la lona por toda la cuenta: KO 5. Tonna hizo ademanes de haber recibido un golpe en la nuca, pero nadie se hizo eco de su queja.

     La decimotercera defensa fue frente al colombiano Rodrigo Valdez. Aquí vale la pena hacer una acotación de importancia para luego poner en contexto lo que se disputaba en esa pelea. En abril de 1974 el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) le había quitado a Monzón el título mundial mediano que reconocía esa entidad. En esa época las únicas dos organizaciones mundiales de boxeo eran la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y el mencionado CMB, y hasta entonces Monzón era el campeón reconocido por ambas entidades. Pero debido a diferencias económicas y al  hecho de que Juan Carlos Lectoure (que no le reconocía autoridad al CMB) tenía otras prioridades para las peleas de Monzón defendiendo su título, no se pudo organizar una pelea por el título entre Monzón y Rodrigo Valdez, entonces el CMB le quitó el título a Monzón, que siguió siendo campeón reconocido por la AMB. El CMB decidió que para cubrir el título vacante se enfrentaran Rodrigo Valdez y Bennie Briscoe, lo que ocurrió en mayo de 1974 en Montecarlo, con la victoria de Valdez por KOT 7.  Así, Rodrigo Valdez pasaba a ser campeón mundial de los medianos según el CMB. Por esa razón la pelea Monzón-Valdez se transformaba en un combate unificatorio del título: quien ganara sería reconocido como el único rey mundial de los medianos (las 160 libras). Eso hizo que la pelea fuera una de las más esperadas de su tiempo.

     La pelea se hizo en Montecarlo el 26 de junio de 1976 y fue muy dura, trabada, con Valdez en plenitud física, atacando y tratando de acortar distancias, cosa que pocas veces logró; Monzón marcando la distancia con sus brazos-escopeta, caminando, pegando menos golpes pero acertando todos, y golpeando sin misericordia mientras alejaba las distancias. Monzón, que iba ganando en las tarjetas, derribó en el 14to round a Valdez con un cross de derecha perfecto. De ahí hasta el final fue un monólogo de Monzón, que ganó por puntos en fallo unánime y volvió a ser el campeón indiscutido de la AMB y del CMB.

     Pero faltaba una. La revancha con Rodrigo Valdez, la decimocuarta defensa de Monzón. Fue el 30 de julio de 1977, en el mismo escenario de la pelea anterior, el Stade Louis II de Montecarlo. Valdez estaba en buena forma, mientras que Monzón no estaba en su mejor momento; ya estaba harto de la disciplina que se necesitaba para mantener un altísimo nivel boxístico y su vida personal era más que agitada. Empezó mejor Valdez, y en el 2do round una tremenda derecha hizo que Monzón, por primera vez en su carrera, tocara la lona con una de sus rodillas. Monzón se recompuso inmediatamente y la pelea entró en el duelo de estilos habitual en las peleas de Monzón: Valdez agazapado, cabeza adelante, avanzando y tirando mucho; Monzón erguido, cabeza alta y lejos, marcando distancia con el jab, retrocediendo para no perder nunca la distancia que le convenía mientras golpeaba desde lejos con mortífera precisión. A partir del 8vo round Monzón comenzó a predominar con sus armas de siempre: jabs, potencia y, sobre todo, la tremenda eficacia de sus golpes, que llegaban a destino en un altísimo porcentaje. Piña va, piña viene, en los últimos rounds la cara de Valdez estaba completamente deformada, evidenciando la diferencia de eficacia entre uno y otro. La pelea llegó a su fin con ambos boxeadores de pie y Monzón ganó por puntos en fallo unánime.

     Esa fue la última pelea de Carlos Monzón, un boxeador excepcional que se retiró campeón, que dominó a todos sus rivales y cuyos recursos nunca pudieron ser neutralizados por ninguno de sus retadores.

     El record final de Carlos Monzón fue de 100 peleas disputadas, de las que ganó 87 (59 por KO), empató 9 y perdió 3, con 1 pelea sin decisión. Los tres boxeadores que lograron vencerlo fueron el brasileño Felipe Cambeiro (a quien Monzón derrotaría en la revancha), Antonio Aguilar y Alberto Massi (Monzón los vencería luego tres veces a cada uno). La última derrota de Monzón fue el 25 de septiembre de 1964, así que Monzón se mantuvo invicto por 13 años hasta el final de su carrera.

     Carlos Monzón es uno de los cuatro boxeadores argentinos que están en el International Boxing Hall of Fame (“El Salón de la Fama”), honor que comparte con Pascual Pérez, Nicolino Locche y Víctor Galíndez.

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