Gorostiaga, el activista desconocido de la Constitución

José Benjamín Gorostiaga nació en Santiago del Estero el 26 de marzo de 1823. Como todo hombre público, y más aún en aquellos tiempos, provenía de una tradicional familia como los Frías, por parte materna. Debido a diferencias políticas entre su padre Pedro Pablo, ex funcionario del cabildo local, y el gobernador santiagueño Juan Felipe Ibarra, tuvieron que abandonar la provincia.

Por ese entonces-cabe aclarar-, el general Paz había sido capturado, Lamadrid perdió la decisiva batalla de La Ciudadela; y la Liga del Interior, de tendencia unitaria, había sido vencida. El pequeño José Benjamín se mudó a Buenos Aires junto a su familia (aunque la madre finalmente permaneció con los hijos mayores en la campaña, como él era el menor de todos, se quedó en la ciudad junto a los otros hermanos). Tras la muerte del padre, nunca más pudo volver a pisar su ciudad y provincia natal.

Estudió en el Colegio Jesuita. Otro conflicto, aunque esta vez excedía a su círculo cercano, tuvo lugar en la vida de Gorostiaga: el todopoderoso gobernador porteño, Juan Manuel de Rosas, expulsó a los jesuitas y el lugar fue expropiado. Allí mismo, Gorostiaga fue profesor de filosofía. Posteriormente, comenzó a estudiar derecho en la UBA, que a pesar de no tener el impulso de la época rivadaviana, continuó existiendo. En 1844, se graduó de doctor en Leyes y se dedicó a su profesión hasta la caída de Rosas.

En 1852, comenzó a actuar en política. Sus aptitudes hicieron que fuera ministro de Hacienda (economía) de Vicente López y Planes en Buenos Aires, y desde ese cargo, se acercó a Urquiza. Apoyó el Acuerdo de San Nicolás, y luego de la revolución del 11 de septiembre, con Buenos Aires separada de la Confederación, Gorostiaga acompañó a esta última.

Así fue como el gobernador santiagueño Manuel Taboada lo designó convencional constituyente de su provincia, junto al sacerdote Benjamín Lavaisse. Gorostiaga presidió además la Comisión de Negocios Constitucionales, y presentó el anteproyecto de la Constitución.

Junto a Juan María Gutiérrez, aquel hombre de la Generación del 37 y futuro rector de la UBA, fue el principal orador y redactor de la carta magna sancionada en el Congreso Constituyente de Santa Fe, el primero de mayo de 1853. Sí, antes del día del trabajador-que es internacional-, esta fecha es todo un simbolismo histórico para la actual Argentina. Es que el general Urquiza, Director provisorio de la Confederación, y futuro primer presidente de la misma, eligió ese día para jurar la Constitución; como recordatorio de los 2 años de su famoso Pronunciamiento contra Rosas, principal opositor a la idea de redactar la carta magna.

“Los Constituyentes del ‘53”, famoso cuadro de Antonio Alice.

Más allá de fechas, Gorostiaga fue el hombre clave para la redacción del famoso preámbulo y de muchos otros artículos, destacándose el que alude al sistema “republicano, representativo y federal”. Si bien la Constitución de Estados Unidos fue el espejo para la realización de la misma en el país, Alberdi tuvo un contacto epistolar con Gorostiaga, y fue este último quien se encargó de redactar la parte orgánica de la ley suprema. Inclusive, los artículos que no se consignan como escritos por él, es decir la parte dogmática, algunos indican que tuvo una clara influencia para su redacción. Lamentablemente, tanto la antigua casa de la infancia de Alberdi en Tucumán, como el antiguo cabildo santafesino donde se juró la Constitución, fueron demolidos.

Culminada esa tarea, Gorostiaga se encargó de asuntos diplomáticos, siendo enviado por Urquiza. También fue designado para unificar el sistema monetario de la Confederación, dada su experiencia previa como ministro de Hacienda. Cuando el entrerriano asumió como presidente de la Confederación Argentina el 5 de marzo de 1854, nombró a Gorostiaga como ministro del Interior, habiendo sido el primero de la historia en todo el país. Sin embargo, en octubre de ese mismo año, renunció a su cargo y se mudó a Buenos Aires, ocupándose tanto de asuntos personales como a su profesión de abogado.

Estaba alejado de la actividad pública, pero tras el Pacto de San José de Flores (llamado oficialmente de Unión Nacional, aunque en la práctica, poco tuvo de “unión”), y las reformas propuestas por los constituyentes porteños, volvió a ser protagonista. Era casi un hecho que sería elegido nuevamente convencional constituyente por Santiago del Estero, esta vez para la reforma constitucional de 1860, primera de las siete que hubo en total. A pesar de ser poco recordada por los argentinos, posibilitó la reunificación jurídica del país, luego de lo que habían sido los fracasos de los ya lejanos años 1819 y 1826.

Gorostiaga fue electo diputado nacional por su provincia natal en 1862, cargo que ocupó por dos años. Para junio de 1865, el entonces presidente Bartolomé Mitre lo convocó para ser el quinto miembro de la entonces novata Corte Suprema de Justicia de la Nación, luego de que otro notable jurisconsulto, el exgobernador Valentín Alsina, rechazara la oferta. Este nombramiento se hizo con acuerdo del Senado, y el santiagueño aceptó.

Fiel a su estilo político pragmático, renunció para apoyar la candidatura presidencial de Sarmiento, quien ganó las elecciones y lo nombró ministro de Hacienda en octubre de 1868. Permaneció en ese cargo por dos años, para luego reformar el Banco Provincia, entidad financiera clave en el país, en la etapa previa a la federalización de Buenos Aires(habría que esperar hasta 1881 para la ley de unificación de la moneda nacional, y diez años más para la fundación del Banco Nación).

En agosto de 1871, volvió a ser juez de la Corte Suprema. Mientras tanto, se desempañaba como convencional constituyente de la provincia de Buenos Aires, que reformará su carta magna recién en 1873, luego de tres años de largos debates. El 1° de diciembre de 1877, llegó a ser presidente de la Corte Suprema, envestidura que mantuvo durante 10 años consecutivos, hasta su renuncia durante la presidencia de Juárez Celman, que nunca le tuvo simpatía.

En 1886, Gorostiaga, un hombre profundamente católico, había sido elegido para ser candidato a presidente por la Unión Católica, un partido creado en defensa de la Iglesia católica frente a las leyes laicas que se estaban promoviendo. Entre sus hombres destacados estaban nada más y nada menos que José Manuel Estrada (también convencional constituyente de la provincia de Buenos Aires, anteriormente mencionada), Pedro Goyena, y su primo Félix Frías. También lo apoyaba el mitrismo, por su oposición al partido gobernante. Pero fue el propio Mitre quien le recomendó bajarse de esa posibilidad, al darse cuenta de que Juárez Celman reunía casi todos los votos en su favor.

Más adelante, fue miembro de la Junta Consultiva del heterogéneo grupo opositor denominado Unión Cívica. Dicha agrupación fue impulsora de la llamada “Revolución del Parque” en 1890. Como bien dijo el senador cordobés Manuel D. Pizarro, “la revolución está vencida, pero el gobierno ha muerto”. Juárez Celman renunció y lo reemplazó su vice Carlos Pellegrini. Esto fue lo último que alcanzó a presenciar Gorostiaga en la vida política, ya que falleció el 3 de octubre de 1891, a los 68 años.

La esquina de Avenida Cabildo y Gorostiaga, en la ciudad de Buenos Aires, es una de las que divide el barrio de Palermo con el de Colegiales.

Algunos colegios de su provincia natal, especialmente en la capital, lo homenajean. También lo recuerda la localidad de Gorostiaga, cercana a Chivilcoy, en la provincia de Buenos Aires. Allí se encuentra la estación de ferrocarril homónima, en tierras que donó el propio jurista. Eran tiempos en los que las vías del tren se expandían cada vez más.

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