Alegre, dicharachero, mujeriego, aventurero, masón y republicano: la vida del hermano de Francisco Franco

Ramón Franco (2 de febrero de 1896 – 28 de octubre de 1938) tenía poco en común con su hermano, el generalisimo Francisco Franco Bahamonde.

La gesta del Plus Ultra, la proeza aeronáutica de unir España con Buenos Aires, le había ganado un prestigio internacional a este piloto gallego nacido en Ferrol. Desde su infancia, Ramón era dueño de un carácter extrovertido, jovial y rebelde, muy parecido al de su padre, don Nicolás Franco Salgado-Araújo, intendente general de la Armada Española. Su madre, Pilar Bahamonde, una mujer severa y religiosa deseaba que el menor de sus hijos abrazara los hábitos, aunque finalmente Ramón optó por seguir la carrera de las armas, como sus hermanos Francisco y Nicolás (este último también llegó a general).

Con el grado de teniente, Ramón fue destinado a servir en el Protectorado de Marruecos, donde se destacó por su don de mando y su coraje, casi tanto como su hermano Francisco, quien en esos años de guerras coloniales se ganó el apodo de “caudillo”.

Ramón Franco, el chacal

La aviación era por entonces una actividad lindante con el suicidio pero entusiasmaba al joven Ramón. En 1920, fue destinado a la aviación militar y obtuvo su título de piloto. Su actuación durante la guerra del Rif le granjeó el aprecio de sus compañeros y subalternos, quienes lo apodaron “el chacal”. Intervino en más de 120 misiones sobre territorio enemigo.

En esos días contrajo nupcias con Carmen Díaz Guisasola, una joven de muy buena familia de solo 19 años. Era costumbre entonces que los oficiales del ejército le pidiesen permiso al rey para casarse, trámite que Ramón obvió con la reprobación de sus superiores, del dictador Primo de Rivera y, desde ya, de su hermano Francisco.

Ramón Franco encabezó la hazaña del Plus Ultra.

Ramón no dejaba pasar cada oportunidad paraimportunar a sus superiores, circunstancia que afianzó su fama de rebelde. Se vestía como árabe y hasta leía el Corán para escándalo de todos.

Por entonces gestó una idea que se había inspirado en el vuelo a través del Atlántico Norte por Charles Lindbergh. ¿Por qué no hacer lo mismo uniendo España con América como lo había hecho Colón?

El proyecto Plus Ultra

Después de la dramática derrota en la batalla de Annual, se necesitaba una rápida rehabilitación del orgullo español y, a tal fin, Ramón Franco presentó este proyecto que fue acogido con entusiasmo por las autoridades, incluido Primo de Rivera y el mismísimo monarca. Para esta aventura, contaron con un hidroavión, el Dornier Wal, llamado “Plus Ultra”, una nave de origen italiano recientemente adquirida por la Armada española. Ramón Franco viajó acompañado por su amigo Julio Ruiz de Alda, el teniente de navío Juan Manuel Durán (quien no realizó el cruce del Atlántico) y el leal sargento mecánico Pablo Rada, hombre de confianza que había asistido al comandante Franco en muchísimas misiones y hasta lo ayudaría a escaparse de prisión diez años más tarde cuando la conspiración republicana de Cuatro Vientos… pero nos estamos adelantando.

El Plus Ultra despegó del Puerto de Palos, como lo hiciera Colón casi cinco siglos antes. Su primera escala fue en Las Palmas de Gran Canaria, siguiendo a las islas de Cabo Verde y de Fernando Noronha, Pernambuco (Brasil), Río de Janeiro, Montevideo y finalmente Buenos Aires, donde fueron recibidos como héroes el 10 de febrero de 1926, después de haber recorrido 10.270 kilómetros en 51 horas de vuelo que le demandó 20 días de viaje.

Este evento fue recordado con una estatua por iniciativa del presidente Marcelo T de Alvear, quien encomendó al escultor Agustín Riganelli una obra inspirada en la figura de Ícaro, que actualmente se ve sobre la Costanera porteña.

El 5 de abril, los tripulantes fueron recibidos por Alfonso XIII, quien los condecoró en medio de una algarabía generalizada.

Ramón Franco, el proyecto Numancia y el héroe que se convirtió en rebelde

No contento en haberse convertido en un héroe nacional por esta proeza, propuso un vuelo alrededor del mundo como lo había hecho Elcano. Rápidamente se dio cabida a este proyecto llamado “Numancia” que terminó en un estrepitoso fracaso. El hidroavión cayó al mar y, para colmo, los tripulantes fueron rescatados por una nave británica. Llevado a España, Franco fue reprendido por las autoridades españolas pero este criticó duramente el apoyo insuficiente del gobierno. Primo de Rivera y el rey no aceptaron la postura de Franco y fue expulsado del ejército.

Despechado, Ramón escribió un libro titulado “Águilas y Garras” que fue secuestrado por la policía antes de que pudiese repartirse. El héroe se transformó en rebelde y adhirió al movimiento republicano y a la masonería, además de evitar todo contacto con su hermano, quien quiso advertirle sobre los peligros del nuevo camino político que había abrazado. En una carta que le envió a Francisco, le advirtió: “Seguiré haciendo lo que quiero, que es lo que dicte mi conciencia, menos aristocrática y más ciudadana que la tuya”.

Esta actitud beligerante le costó varias veces la prisión, especialmente cuando sublevó la base aérea de Cuatro Vientos (acompañado por Ignacio Hidalgo Cisneros, bisnieto del último virrey del Río de la Plata) y hasta llegó a amenazar con bombardear al Palacio Real, aunque finalmente solo arrojó panfletos antifalangistas.

Fue en esos años que su esposa se enteró que Ramón tenía otra familia en Barcelona. Él lo negó, pero aprovechó la nueva ley de divorcio instaurada por la República. La separación de Ramón fue un escándalo –o mejor dicho, un escándalo más con el que el benjamín de la familia cada tanto disrumpía a la pacata familia Franco Bahamonde–. Su hermana Pilar lo acusó públicamente de masón (que lo era).

Lo cierto es que Ramón se casó en segundas nupcias civilmente con Engracia Moreno Casado, con quien ya tenía una hija.

Mientras actuaba como diputado republicano, dijo de su hermano: “Francisco por ambición sería capaz de asesinar a nuestra madre y por presunción mataría a nuestro padre”. Todo hacía pensar que Ramón, ante la sublevación militar contra la República iniciada por Francisco Franco, defendería al legítimo gobierno… pero, para sorpresa de todos, volvió de Washington dónde se desempeñaba como agregado aeronáutico y se unió al bando rebelde. ¿Por qué este giro copernicano en sus inclinaciones políticas? ¿Tanto pesaron los vínculos familiares? Pues algunos han expuesto la idea que el fusilamiento de su amigo y compañero de aventuras aeronáuticas, Julio Ruiz de Alda, en los confusos episodios de la Cárcel Modelo de Madrid pesaron sobre el espíritu de Ramón para adherir a la causa falangista.

Pasó a desempeñarse como piloto del ejército rebelde, a pesar de la desconfianza que creaban sus antiguas inclinaciones republicanas entre los militantes sublevados. Consultado por un periodista sobre su “pasado comunista”, Ramón contestó: “A mí lo único que me interesa es que se salve España”.

Ramón Franco falleció en 1938 al caer su avión cuando se disponía a bombardear Barcelona. Su muerte dio lugar a las más diversas versiones conspirativas que incluían el sabotaje de su nave. Su hermana Pilar estaba convencida que Ramón había sido víctima de los masones.

“Su carácter”, comentó su amigo José Antonio Silva en un una biografía que le dedicara a Ramón después de su fallecimiento, “a medio camino entre el loco y el iluminado, entre el héroe y el ruin, condensaba las dos Españas que se batían a muerte. En ninguna de las dos, podía tener acomodo y la muerte se lo llevó para que fuera leyenda antes que olvido”.

Ramón Franco, el otro Franco, pasó a la historia envuelto en los velos del misterio. Su hermano Francisco no acudió al velorio ni a su entierro en el Pabellón de Aviadores en el cementerio de Palmas de Mallorca.

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Esta nota fue publicada en TN

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