Como fecha patria, el 25 de mayo tiene mejor prensa que el 9 de julio, a pesar de ser la gesta de mayo una declaración ambigua que escondía sus ánimos emancipadores tras la máscara de Fernando VII. De hecho, hasta 1815 la bandera española ondeó sobre el fuerte de Buenos Aires.
La declaración de independencia se hizo en un momento especialmente dramático para el movimiento revolucionario ya que el Ejército del Norte había sido derrotado en Sipe Sipe (1811), los españoles, después de recuperar algunas colonias díscolas preparaban una expedición para reconquistar a las Provincias Unidas y, para colmo de males, el imperio lusitano amenazaba a la Banda Oriental, mientras Artigas reclamaba el apoyo de los porteños para repeler la invasión.
La situación era tan confusa y las opiniones tan diversas que literalmente al mismo tiempo que se firmaba el acta de independencia, Bernardino Rivadavia tenía una entrevista en Madrid para volver las Provincias Unidas al vasallaje del Rey …
Los orientales y las provincias mesopotámicas declararon la independencia en 1815 en Arroyo de la China (actual Gualeguaychú) y ningún representante de Santa Fe, Entre Ríos, Corriente, Misiones y menos aún la Banda Oriental estuvo entre los diputados enviados a Tucumán.
En 1816, los delegados que asistieron al congreso independentista (incluidos los representantes de las provincias del Alto Perú ), eran lo más granado de la intelectualidad del ex virreinato y estaban resueltos a declarar el quiebre de las relaciones con la metrópolis, porque era la forma de convertir esta guerra civil –entre criollos y realistas– en una contienda internacional, donde no pesaran sobre los prisioneros las duras sanciones por traición y crimen de lesa majestad que los realistas estaban dispuestos a aplicar.
En este contexto se dieron cita los 29 congresales en la casa de la familia Bazán.
De los presentes, doce eran sacerdotes y diecinueve abogados (algunos tenían ambos títulos, de doctor en jurisprudencia y teología). Solo uno de los delegados, José Ignacio Gorriti, era militar (el otro fue Juan Martin de Pueyrredón, pero lo habían designado Director Supremo y al momento de la jura estaba en Buenos Aires). Gorriti concurrió a Tucumán en su condición de letrado .
Quince de los firmantes del acta de independencia (que se ha extraviado) sufrieron prisión –incluido un notable funcionario como Juan José Paso–. Godoy Cruz debió exiliarse cuando el fraile Aldao tomó el gobierno de Mendoza y Fray Justo Santamaria de Oro se vio obligado a partir hacia Chile donde las autoridades lo deportaron a la isla Juan Fernández, lugar en el que Robinson Crusoe (cuyo nombre real era Alexander Selkirk) vivió su solitaria experiencia relatada por Daniel Defoe.
Castro Barros fue sometido a un simulacro de fusilamiento y dos de los asistentes al Congreso de Tucumán sufrieron muertes violentas –Juan Agustín Maza murió en la llamada “Masacre de Chacay” a mano de los aborígenes y Narciso Laprida fue ultimado por los “bárbaros” de Aldao esa tarde que Borges describió en su Poema Conjetural, con “balas y polvo en el viento”.
No existe iconografía contemporánea al momento de la jura, la imagen más divulgada fue confeccionada por el artista catalán Francisco Fortuni en 1910.
La primera foto de la casa de Tucumán data de 1869 donde se la ve francamente deteriorada. Fue comprada por el Estado en 1874 , declarada monumento nacional en 1941 y reconstruida en 1947, el mismo año que el presidente Juan Domingo Perón declaró la “independencia económica” de la Argentina, cuando el país pagó toda su deuda externa y se valió de la imagen de esta histórica casa como símbolo de una nueva soberanía, que poco le duró.
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Esta nota también fue publicada en Clarín