En el Día de la Prefectura Naval recordamos la trágica existencia de Martín Jacobo Thompson, el marido de la célebre Mariquita

Todo eso cupo en los días de este joven nacido el 23 de abril de 1777, hijo de don Pablo Guillermo Thompson de origen ingles casado con Tiburcia Valeriana López Escribano y Cardenas.

Martín de integró a lo más encumbrado de la sociedad porteña, estudió en el Real Colegio de San Carlos y a la muerte de su padre, cuando solo tenía 10 años, quedó bajo el cuidado de su padrino, el distinguido naturalista Martín José de Altolaguirre porque su madre, transida por el dolor de haber perdido a su marido, ingresó como religiosa en un convento de Monjas Capuchinas.

Su padrino se comprometió a darle una esmerada educación que recibió en un internado en Inglaterra antes de ingresar en la Escuela de Marina, en el Ferrol (España). De allí egresó 4 años más tarde con el grado de guardiamarina. Su primer destino fue volver al puerto que lo había visto nacer. Allí se reencontró con su prima María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velasco y Trillo, más conocida como Mariquita. El cariño que hubiese existido hacia años entre los primos se convirtió en fuego pasional. Pronto se comprometieron contra la opinión de don Sanchez, el padre de Mariquita, quien movió todas sus influencias para alejar al joven galán quien con su presencia entorpecía los proyectos mercantiles que habría de emprender si su hija –y única heredera– se casaba con el caballero que él designara y no con este marinerucho muerto de hambre.

En 1802 el joven Thompson fue enviado en comisión a España por expreso pedido del que, para bien o para mal, terminaría siendo su suegro. Por dos años estuvo lejos de su amada, en los distintos destinos al que lo enviaba el deber hasta que quiso la suerte –o la insistencia de Martín– volvió a las turbias aguas del Plata en 1804 (al parecer lo hizo con pretexto de cobrar una herencia). Para evitar todo encuentro, don Sanchez encerró a su belicosa hija en un convento y aun así Martín logró verla disfrazado de aguatero –según cuenta la leyenda. La determinación de los amantes era tan fuerte que apelaron a la última instancia en estos casos, recurrir al consentimiento del virrey. El representante del rey en la capital del virreinato era Sobremonte, un funcionario probo, ex gobernador de Córdoba que había demostrado ser justo y benevolente, de un corazón sensible que entendía el desvelo de estos jóvenes, a los que concedió el consentimiento para el enlace, llevado a cabo en la Iglesia de la Merced, un 29 de junio de 1805. Lo mejor de la ciudad se reunió para ser testigo de este triunfo del amor sobre la adversidad.

Si los ingleses no hubiesen tenido la mala idea de invadir a esta colonia española, quizás Sobremonte hubiera pasado a la historia como un virrey tolerante, bondadoso y generoso, pero su indecisión ante las tropas británicas y esa huida precipitada con los caudales del tesoro le acarreó una mala fama que persiste hasta nuestros días.

Cuando las invasiones inglesas, los Thompson abrieron su hogar a los británicos, después de todo Martín y Mariquita estaban subyugados por los caballeros de casaca roja… pero las cosas cambiaron y hubieron de tomar partido leal a la corona. Martín estuvo al mando de una cañonera y participó de la captura de dos buques británicos.

Fue uno de los pocos marinos de carrera que abrazó la causa de mayo. De hecho, un error que no siempre se recuerda como tal  es que cuando se proclama la Primera Junta, las naves españolas en la rada de Buenos Aires navegaron libremente hacia el puerto de Montevideo. Esta “falta de reflejos” para impedir su alejamiento, privó a las autoridades patrias de una flota que casi inmediatamente hostilizó al puerto de Buenos Aires.

La Primera Junta le concedió a Thompson la Capitanía del Puerto de Buenos Aires el 30 de junio de 1810.

La tertulia de los Thompson fue un lugar propicio para el cambio de idea y un estímulo para crear el nuevo espíritu nacional que nacía con el himno –cantado en su hogar– y las nuevas ideas que se debatían en la Asamblea Constituyente de 1813.

En 1814 Martín tuvo una activa participación en el aislamiento de la escuadra argentina conducida por al Almirante Brown, quien además le otorgó a la comandancia del Puerto un reglamento.

Al año siguiente el gobierno lo designó una delicada tarea: debía viajar a Estados Unidos para coordinar políticas a fines de lograr “la emancipación conjunta del Nuevo Mundo”. Al partir ya la mente de Thompson no era la misma, ideas extrañas lo hostigaban …

En Estados Unidos se interesó en los nuevos barcos a vapor que podrían poner a las Provincias Unidas en una situación ventajosa en las luchas en el estuario del Río de la Plata. (El primer barco a vapor pasó por Buenos Airees en 1821 rumbo a Chile. Se trataba del Northern Star que Cochrane traía para pelear en el Pacifico con la flota española).

Thompson reclutó a varios oficiales para incorporarlos al ejército de los Andes y apoyó la gestión del general Mac Gregor para invadir la Florida que entonces estaba en manos de España. (Así visto fue un precursor de los viajes de argentinos a Miami …)

Mientras llevaba adelante su gestión diplomática dio más muestras de inestabilidad emocional. En sus propias palabras ya había llegado a Estados Unidos con sus funciones mentales alteradas. ¿Brote psicótico, melancolía? Ya era grande para una esquizofrenia, pero si para sufrir el temible cuaternarismo sifilítico. El Director Pueyrredón lo declaró cesante en sus funciones, pero sin medios para volver se quedó en el país del norte hasta que su esposa lo mandó a buscar. Por ese tiempo estuvo internado en un hospicio. Sin embargo, Martín Thompson murió en la nave que lo traía a casa el 23 de octubre de 1819. Su cuerpo fue entregado al mar. 

Este es el tráfico final de un hombre dedicado a su familia y a una patria que se concibió literalmente en su hogar, abierto a las inquietudes de los hombres que podían expresarse libremente en ese ámbito elegante y cordial.

La vida de Mariquita continuó con sus tormentos sentimentales ya que su nueva pareja, el francés Mendeville resultó ser una pesada carga y su posicionamiento político entró en conflicto con su otro amigo de la infancia, el brigadier Rosas, de quién se alejó con un tímido “porque te tengo miedo,” Juan Manuel”. Pocas palabras que pintan una época.

Ultimos Artículos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

TE PUEDE INTERESAR

    SUSCRIBITE AL
    NEWSLETTER