Las furias y las penas: Neruda, el poeta muerto

Mi vida está hecha de todas las vidas
Pablo Neruda

Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto murió el 23 de septiembre de 1973. Ese día Pablo Neruda le vio la cara a la muerte que él imaginaba verde “con aguda humedad de una hoja de violeta y su grave color de invierno exasperado”. 
Lo más probable es que el poeta nunca pensó que su cuerpo sufriría minuciosos exámenes una vez que se agotaron las palabras y menos aún que sus vísceras fuesen objeto de debate forense. Quizás Neruda pensaba que habitaría tranquilamente el Olimpo de los bardos junto a los clásicos eternos después de cantarle al amor una canción desesperada… pero no fue así. Le tocaron momentos difíciles para morir y las dudas sobre su fallecimiento llevan treinta años de discusiones legales, opiniones de peritos científicos y dictámenes de dos jueces. 
El 19 de septiembre 1973, es decir ocho días después del golpe que depuso al presidente Allende, Manuel Araya, chófer del poeta, condujo a éste y a su esposa, Matilde Urrutia, desde su casa en la Isla Negra hasta la Clínica Santa María de Santiago. Neruda había renunciado a su puesto de embajador en Francia por un cáncer de próstata con metástasis. Pensaba recuperarse para exiliarse en Méjico y comenzar desde allí una resistencia literaria y política contra el gobierno militar, pero su condición se agravó y fue trasladado a este sanatorio donde falleció a las 22.30 horas del día 23 de septiembre.
“En tus ojos de luto comienza el país del sueño” [Poema 16], pero su sueño no tuvo paz… Ese día la casa de Neruda en Santiago fue requisada y su funeral se llevó a cabo en el Cementerio General de Santiago bajo fuerte vigilancia armada. Sin embargo, al mismo asistieron dirigentes del Partido Comunista que entonaron La Internacional. Fue éste el primer acto de resistencia al régimen de Pinochet .
El cuerpo de Neruda descansó en el mausoleo de la familia Dittborn, pero su reposo no fue eterno porque en 1992 los restos del poeta y su esposa fueron trasladados para un velatorio ceremonial en el Salón de Honor del ex Congreso Nacional. Al día siguiente, cumpliendo los deseos de Neruda, fue  enterrado en su casa de Isla Negra como lo había pedido en su Canto General.
En 2011, Manuel Araya, el leal asistente de Neruda que presenció sus momentos finales, aseguró que le poeta había recibido una inyección letal y abrió un debate que aún persiste. “En esta parte de la historia, yo soy el que se muere”, escribió el poeta sabiendo lo inevitable.
¿Muerte o asesinato? La historia clínica pone como causa de defunción “caquexia terminal”, es decir el adelgazamiento que sufren los pacientes en los estadios finales del cáncer, pero según testimonios de Araya, Neruda pesaba 90 kilos al momento de morir. 
La Fundación Pablo Neruda se apresuró a desmentir esta información pero el Partido Comunista solicitó la investigación de la causa de muerte de su afiliado más laureado. 
En 2013 el juez Mario Carroza, que había investigado la denuncia, ordenó la exhumación del cadáver después de 20 meses de interrogatorios y pericias. Esta se llevó a cabo el 8 de abril en una tienda instalada a tal fin en la Isla Negra y el cuerpo del poeta fue trasladado a la morgue judicial de Santiago frente a especialistas chilenos y extranjeros. Los exámenes toxicológicos realizados en Estados Unidos y España descartaron el envenenamiento y confirmaron el diagnóstico de fallecimiento producto de un avanzado caso de cáncer de próstata. Caso cerrado… ¿o el comienzo de otra instancia legal? 
Rodolfo Reyes, sobrino del poeta, insistió en la hipótesis del asesinato y pidió nuevas diligencias que concluyeron en un informe al juez donde se denuncia la “altamente probable” intervención de terceros en la muerte de Neruda. 
Nuevo debate porque la causa se estaba politizando (una especialidad del Partido Comunista) y la Fundación Neruda, que ya había hecho observaciones sobre la exhumación del cadáver, rechazó la nueva propuesta y exigió la devolución del cuerpo del poeta que ya hacía dos años estaba lejos de su enterratorio en la Isla Negra. 

NUEVO DEBATE


El reentierro del Premio Nobel de Literatura se celebró el 26 de abril del 2016, después de un homenaje en el Congreso realizado por Rodolfo Reyes. Igualmente el proceso continuó porque se habían detectado otros casos de envenenamiento a disidentes con baterías, especialmente la clostridium botulinum, responsable del botulismo.
El análisis de las piezas extraídas de distintas partes del cuerpo de Neruda llevaron a una nueva conclusión del panel de especialistas convocados: la causa de su muerte no fue una caquexia cancerosa como figuraba en el certificado de fallecimiento.
Nueva discusión, nuevo debate. 
El 13 de febrero de 2023, Rodolfo Reyes anunció en una conferencia de prensa que, según los resultados de expertos de la Universidad McMaster de Canadá y la Copenhague de Dinamarca que él mismo había visto, el hallazgo de la bacteria clostridium botulinum en un molar del poeta querría decir que Neruda habría sido asesinado con “intervención de agentes de Estado”, como enfatizó el sobrino del poeta. El clostridium crece en la tierra y la pericia se encargó de aclarar que en este caso el germen ya estaba en el cuerpo de poeta muerto antes del fallecimiento.
Este descubrimiento confirmaría las sospechas del Partido Comunista de que tal germen podría haber sido inyectado como un “arma biológica”. 
Por la fecha de defunción, la causa tiene secreto de sumario al igual que cientos de casos de violaciones de los derechos humanos realizados bajo el régimen de Pinochet y, según el testimonio de la jueza Paola Plaza, aún no han examinado toda la evidencia y las afirmaciones de Reyes corren por su cuenta ya que la justicia todavía no se ha expedido. Solo resta esperar respuestas consistentes, mientras recordamos parte del poema sobre la muerte escrito por Neruda: 


Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido sin perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

¿Algún día sabremos la verdad? O, como decía el poeta “la verdad es que no hay verdad”.

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Esta nota también fue publicada en La Prensa

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