El movimiento Provo agrupó a una multitud de jóvenes con ganas de “provocar al sistema” creativamente combinando humor absurdo, ingenio, agresividad no-violenta, idealismo y anarquismo.
La denominación “Provo” (abreviatura de “provocador”) fue creada por el sociólogo holandés Wouter Buikhuizen, pero sus principales inspiradores fueron Roel van Duijn (o van Duyn), un intelectual, escritor y activista político, y Robert Jasper Grootveld, un limpiavidrios con dotes histriónicas.
Nacido en 1943, Roel van Duijn se unió al colectivo anarquista en 1961. En 1965 funda la revista “Provo”, de la cual tomará nombre este movimiento. En el primer número de “Provo” ya se podía leer lo que sería toda una declaración de principios: “Provo es una revista mensual para anarquistas, provos, beatkins, porteros, afiladores, pájaros de cuenta, tiradores de navajas, magos, pacifistas, papafritívoros, charlatanes, germeníferos, vegetarianos, reyes magos, maestros y maestras de párvulos y guarderías, agitadores, pirómanos, asistentes de asistente, sabuesos, sifilíticos, policías secretas y otros sujetos de rompe y rasga, ovejas negras y demás miembros marginales de la familia y la sociedad”.
Y continuaba:
“Provo” está en contra del capitalismo, del comunismo, del fascismo, de la burocracia, del militarismo, del profesionalismo, del dogmatismo y del autoritarismo.
“Provo” se siente en la obligación de tener que elegir entre la resistencia desesperada y la sumisa extinción, y elige incitar a la resistencia por doquier.
“Provo” no puede pasar por alto la oportunidad de probar, al menos con una tentativa más cordial, el provocar a la sociedad.
“Provo” hace de la anarquía la fuente de inspiración de su resistencia.
“Provo” desea resucitar el anarquismo y lo enseña a los jóvenes”.
Cientos de estudiantes (luego serían miles), artistas e intelectuales se unieron al movimiento Provo en ese juego revolucionario al que invitaba la revista. Se alentaba a desenmascarar cualquier tipo de personalidad autoritaria, tanto en la vida cotidiana como en las estructuras del poder, organizaciones e instituciones. Su objetivo final (decía van Duijn) era la creación de individuos libres, autónomos y capaces de expresarse sin condicionamientos.
Los Provo actuaron en Amsterdam desde 1965, declararon que la calle sería su espacio de acción y fueron los reyes de la provocación activista. Roel van Duijn definía a un provo como “una persona que rechaza el ansia monetaria del capitalismo que educa para tener, menospreciando el ser”. Los Provo estaban contra toda política que impidiera la espontaneidad y eran beligerantemente disidentes: sus miembros –decía la revista Provo– sólo podían ser gente creativa; eran antimilitaristas y condenaban la carrera armamentista. Su frase de cabecera era “Provo never ruled” (“Provo nunca mandó”). La revolución de la vida cotidiana que propuso este movimiento sería uno de los precedentes que empujaría a los estudiantes y trabajadores a tomar las calles en mayo de 1968 en el movimiento conocido como “mayo francés”.
Hicieron de los “happenings” (picnics en el campo) una de sus principales formas de expresión; en esos eventos combinaban el arte y la bajada de línea en espacios públicos, provocaban y ridiculizaban a la policía y buscaban desestabilizar a las estructuradas ciudades holandesas. La Casa Real de Orange, el consumismo, la pasividad, el conformismo, la policía y la misma sociedad “burguesa” eran objetivos ideales para denunciar y, de alguna manera, avergonzarlos.
La doctrina “provo” fue bautizada por sus fundadores como “Filosofía Blanca”.
En este contexto, la primera lucha de los provos buscó la legalización de la marihuana. Para hacer visible su postura ante la sociedad diseñaron un juego transgresor (“marihuettegame”) en el que el ganador sería el que fuera detenido más veces por consumir cannabis. Como cada participante aportaba una contribución para poder participar, la recompensa del premio en dinero generaba mucho interés por “ganar”.
Siguiendo con esa manera de denominar sus ideas, los provo implementaron un conjunto de iniciativas a las que denominaron “Planes Blancos”.
El conocido como primer “Plan blanco” fue el denominado “Witte fietsen plan”; también es conocido como el “plan blanco de bicicletas” (o “plan de bicicletas blancas”), con el que se buscaba denunciar la contaminación generada por los vehículos privados y la pésima calidad del servicio de transporte público de Amsterdam. Durante la década de los ’60, el número de automóviles en la ciudad se había cuadruplicado; la presencia de scooters y autobuses aumentaba sin parar. Las colisiones con vehículos motorizados y las muertes en accidentes de tráfico aumentaban, los autos estacionaban en cualquier lugar, lo que impedía tanto circular a los ciclistas como estacionar sus bicicletas. Además, la contaminación medioambiental y acústica en el centro de la ciudad se había convertido en un nuevo problema.
En ese contexto, 27 de julio de 1965, en Amsterdam, dos jóvenes pegaban en las paredes el siguiente cartel:
“Amsterdammers: el terror que produce en el asfalto la burguesía motorizada ha durado demasiado. Cada día, un sacrificio humano es ofrecido al nuevo dios de la burguesía: el automóvil. El asfixiante monóxido de carbono es su incienso, con el que envenena las calles y los canales. El “Plan de la Bicicleta Blanca” ofrece librarse del monstruo del automóvil. PROVO introduce la bicicleta blanca para todos. La primera bicicleta será lanzada ante público y prensa el miércoles 28 de julio a las 3 p.m. junto a la estatua Het Lieverdje en la plaza Spui. La bicicleta blanca nunca será asegurada con candado y será el primer método libre de transporte. La bicicleta blanca es una PROVOcación hacia el capitalismo y su propiedad privada, porque la bicicleta blanca es anarquista; podrá ser usada por cualquiera que lo necesite y después tendrá que dejarla libre de candados para que cualquier otro la utilice. Se lanzarán más y más bicicletas blancas hasta que todo el mundo pueda usarlas y el peligro de los automóviles sea eliminado. La bicicleta blanca simboliza la simplicidad y limpieza, en contraste con la vulgaridad y suciedad del autoritario automóvil”.
Al día siguiente, en la Plaza Spui, unos jóvenes pintaban de color blanco tres bicicletas ante varios espectadores y después las ubicaban en diferentes puntos de la ciudad para su uso público. Horas después, un comisario confiscaba las tres bicicletas blancas basándose en la normativa municipal: estaba prohibido aparcar una bicicleta en Amsterdam sin usar candado debido a que incentivaba su robo (y daba trabajo extra a la policía).
Durante los meses siguientes se celebraron varias reuniones en el mismo lugar, donde muchos ciudadanos se sumaban a la causa llevando bicicletas para incorporar al plan y pintando sus propias bicicletas de blanco. En un principio el movimiento era pacífico, pero se fue transformando en una batalla en la que los policías usaban su grueso bastón y los ciclistas respondían lanzando los timbres de las bicicletas.
Los provos, cada vez más, invadieron las calles de la ciudad con cientos de bicicletas de libre disponibilidad y uso gratuito y pintadas de color blanco. Circulando en dirección contraria, deteniéndose en medio de la calzada, los Provos consiguieron colapsar el tráfico de Amsterdam. El plan proponía “prohibir los autos en el centro de la ciudad, aumentar la frecuencia del transporte público y comprar y mantener dos mil bicicletas blancas para su uso público”.
Pero la policía confiscaba las bicicletas. Roel van Duijn explicaba: “el plan no está funcionando, la policía ha confiscado las 50 bicicletas que hemos emplazado en el centro”. Un sector de los Provo se presentó a las elecciones municipales y consiguió un escaño de concejal; la propuesta mencionada fue aplastada con 35 votos en contra y tan sólo 2 a favor. Aun así, puede afirmarse que los provos sentaron precedente con un nuevo pensamiento sobre la movilidad urbana. Actualmente, son muchas las ciudades que usan un sistema de bicicletas compartidas.
Otro plan fue el “Plan blanco de las viviendas”, que buscaba combatir la especulación inmobiliaria, y que consistía en publicar (en la revista Provo) un listado de las casas vacías y abandonadas de Amsterdam invitando a los homeless a ocuparlas.
Otro: bajo el lema “pórtate bien con la policía” invitaban a la policía a que repartiese preservativos a los adolescentes, cerillas a los fumadores y muslos de pollo a los vagabundos. La ironía y el sarcasmo eran utilizados para decirle a Amsterdam y a todo el mundo que no querían vivir como vivían, que la forma en la que se vivía estaba acabando con todo progreso real.
Otros planes fueron el “Plan blanco de las chimeneas” (poner un fuerte impuesto a las más contaminantes y pintarlas de blanco), el “Plan blanco de los niños” (guarderías gratis) y el “Plan blanco de las mujeres” (atención médica gratuita para las mujeres).
Otra actividad de los Provo era combatir el cigarrillo y la costumbre de fumar. Lo consideraban un ritual sin sentido, forzado por la industria tabacalera para su único beneficio, utilizando los spots publicitarios para hipnotizar a la gente y transformarla en un rebaño de consumidores adictos al tabaco y la nicotina. Robert Grootveld comenzó una ofensiva contra la industria tabacalera, escribiendo la palabra “cáncer” con alquitrán negro en distintas partes de la ciudad, por lo que fue arrestado y enviado a prisión.
Los provos sostenían que la única solución a este estado de cosas se encontraba entre los artistas, los marginados, los chicos de la calle y los beatniks, los cuales compartían su no-participación en la sociedad capitalista. Era tarea de los provos despertar en los jóvenes su latente disconformismo para convertirlo en acción anarquista.
El movimiento provo prefería la provocación al enfrentamiento, lo divertido a lo áspero, lo lúdico a lo militante, y sus tácticas de “guerrilla simbólica” atraían a los jóvenes.
Su popularidad tuvo un momento especial en 1967, el año de la boda del príncipe Claus von Arsberg (que había sido miembro del ejército nazi). Los provos llenaron la atmósfera del evento de humo naranja en honor al color de la familia real. La policía reprimió, pero el mensaje antimonárquico ya había quedado claro. Tras los disturbios podía leerse en las paredes el grafitti: “Que me devuelvan la bicicleta”.
El movimiento provo, lleno de planes blancos, algunos exagerados, algunos irrealizables, desapareció formalmente en junio de 1968, coincidiendo con el clima adverso generado por la represión ejercida por las autoridades en la URSS, Francia, EEUU y Latinoamérica ante los movimientos revolucionarios iniciados en esa época.
Algunos autores afirman que fue la falta de organización la que disolvió el movimiento, otros que se debió en gran medida a la creciente aceptación de elementos moderados y a la creciente confusión dentro de sus filas.
Algunos provos se decidieron por buscar las reformas políticas a través de partidos verdes, otros siguieron en el activismo, otros se dedicaron a la literatura y hasta hubo quienes se reciclaron en el mundo de los negocios.
“Desde los tiempos de los provos se ha tornado difícil hacer política seria en Holanda. Por lo menos por parte de la izquierda. Demasiada gente ha comprendido que existen otras cosas más importantes y menos aburridas”, decían los nostálgicos.
Los Provo entendieron e instalaron lo lúdico como elemento perturbador por excelencia y su espíritu no ha desaparecido de la capital holandesa. Cualquiera que pasee por las céntricas calles de Ámsterdam y observe una ciudad limpia y en la que se circula en bicicleta puede comprobarlo.