Gibraltar, el peñón de la discordia

El 3 de octubre de 1700, España dio el paso inicial para perder al Peñón de Gibraltar. Ese día el rey Carlos II de España, conocido como “el Hechizado”, fruto defectuoso de años de incesto entre los Austria, testó en favor de Felipe de Anjou, nieto, de Luis XIV de Francia y su hermana María Teresa de Austria.

La esterilidad del “hechizado” se debía a que padecía el llamado Síndrome Klinefelter o XXY (por su composición cromosómica). El rey era estéril pero la culpa era atribuida a sus esposas, María Luisa de Orleans y Mariana de Neoburgo.

Lo cierto es que las demás casas reales europeas no tomaron a bien este testamento, ya que no veían con buenos ojos el empoderamiento de los Borbones.

El tema desembocó en una larga contienda llamada de Sucesión entre franceses, austriacos e ingleses, quienes se batieron a lo largo casi una década para evitar que Felipe se convirtiese en el quinto monarca español en llevar ese nombre.

En una de las muchas contingencias de esta guerra, que se extendió hasta tierras americanas, los ingleses desembarcaron en el Peñón de Gibraltar y se lo quedaron.

Era la llave del Mediterráneo, un punto estratégico inigualable y no iban a cederlo facilmente ya que por entonces más de la mitad del comercio del mundo pasaba frente a sus playas.

La guerra continuó por otros medios, es decir, la diplomacia, como sostenía Carl von Clausewitz, y, en esta instancia, era importante que cada potencia se quedase con su tajada, a fin de dejar a todos satisfechos. Así se firmó uno de los tratados de Utrecht (pues hubo varios).

Mientras los españoles se mataban defendiendo a un rey francés (que terminó siendo peor que lo esperado), después de 13 años del testamento del infradotado de Carlos II, Inglaterra y Francia firmaron la paz y Felipe V fue reconocido como rey de España… pero este reconocimiento no fue gratis. Para que Felipe posase sus reales en el trono, Inglaterra exigía quedarse con Gibraltar y Menorca, además del gran negocio del tráfico de esclavos con las colonias américanas. Fue así como formaron la Compañía del Mar del Sur, un holding esclavista, con una de sus sedes en el lejano puerto de Santa María del Buen Ayre. Desde allí los esclavos eran trasladados a las ricas cuidades de Lima y Potosí, multiplicando notablemente su valor … En un momento casi el 30% de la población porteña era gente de color.

La Compañía del Mar del Sur fue una de las primera grandes burbujas financieras que le hizo perder una fortuna a Isaac Newton. El astrónomo expresó su decepción en una frase que no ha perdido vigencia: “puedo predecir el paso de las estrellas, pero no la conducta de los hombres”.

Mientras los ingleses tomaban su parte de la torta, los austríacos se quedaban con los Países Bajos, Cerdeña, el ducado de Milán y Nápoles. ¡Ojo! Nápoles no era solo la ciudad caótica que debemos ver antes de morir, sino comprendía la mitad de Italia. Sicilia quedó en manos de los Saboya.

Como verán, todos ganaron, hecha la excepción de España que perdió al Peñón, a Menorca y a un millón de españoles en una guerra que solo sirvió para subir al trono a un Borbón que estuvo lejos de brillar como monarca, entre otras cosas por su bipolaridad.

El texto de la concesión de Gibraltar firmada por Felipe V para acceder al trono era clara y contundente :“Dando dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce en entero derecho para siempre”  Curiosamente la corona británica se comprometía a no permitir “que judíos y moros habiten o tengan domicilio” en el mentado Peñón.

Apenas secada la tinta del acuerdo, Felipe V, en uno de los brotes propios de su bipolaridad, intentó reconquistar Gibraltar por las armas en 1727… pero no pudo hacerlo por las malas ni por las buenas.

No sabemos porqué a Felipe se antojó quedarse con Sicilia y alá llevó a sus ejércitos. Fue entonces que el monarca británico Jorge I le propuso a Felipe cambiar Gibraltar por Sicilia, pero el rey de España estaba obsesionado con Sicilia y la final se quedó sin Peñón y sin la isla mediterránea.

Dos años después Inglaterra propuso otro cambio. ¿Qué tal si a cambio de Gibraltar se le daba a Inglaterra la mitad de la isla La Española (actualmente Santo Domingo)? Felipe continuó empecinado en no aceptar este intercambio de figuritas y fue así, como una vez más, España se quedó sin una cosa ni la otra.

Durante las guerras de Independencia de las colonias norteamericanas, España sitió al Peñón aprovechando que los ingleses estaban preocupados guerreando con sus súbditos americanos … Pero, una vez más, nada.

Durante las guerras napoleónicas, la ubicación estratégica de Gibraltar resultó importantísima para la flota real británica, especialmente para ganar la batalla de Trafalgar que fue otro gran revés para España.

La construcción del Canal de Suez aumentó su importancia estratégica y comercial. Casi la mitad del comercio mundial pasaba frente al Peñón.

Curiosamente, fue el mismo Francisco Franco quien impidió que las fuerzas alemanas pasasen por España para tomar la base británica de Gibraltar durante la segunda contienda. El caudillo no quería quedarse pegado al Führer.

En 1967 se convocó a un plebiscito para saber si la población deseaba pasar a la esfera del gobierno español. El resultado fue contundente, la enorme mayoría quería ser británica .

Con la incorporación de España al Mercado Común Europeo, se convocó a otra votación  para optar por una tenencia compartida entre España e Inglaterra. Una vez más, la respuesta de la población fue contundente: el 99% de los lugareños no querían cambiar de status y deseaban seguir perteneciendo a Gran Bretaña.

Aun hoy, a pesar del Brexit –circunstancia que dificulta el tránsito a través de la minúscula frontera– los locales prefieren continuar bajo el mando de la corona británica .

Y pensar que toda esta historia comenzó por la esterilidad de un monarca…

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