Quizás fue el más habilidoso falsificador del siglo XX. Es difícil decirlo porque sus colegas suelen no exhibir sus trabajos ni sus logros. La discreción es parte del oficio.
Las primeras referencias que se tienen de Smolianoff las hace Adolf Burger, un tipógrafo eslovaco que lo conoció en el campo de concentración de Sachsenhausen (cerca de Berlín). Allí se llevaba adelante la Operación Bernhard, un operativo de falsificación de libras esterlinas y dólares organizado por el gobierno nazi para desbaratar la economía de los Aliados provocando hiperinflación y sostener operaciones de espionaje. Curiosamente, todos los que colaboraban en esta tarea eran prisioneros judíos quienes, con su trabajo, obtenían beneficios que les permitían soportar mejor las condiciones del cautiverio. Sin embargo, los demás reclusos no simpatizaban con Smolianoff, a quien consideraban un criminal por su trabajo de falsificador. Efectivamente, a eso se había dedicado antes de la guerra cuando dejó de lado la pintura para dedicarse a trucar documentos y hacer billetes falsos. Smolianoff se había formado en la Academia de Arte de Odessa donde obtuvo el Primer premio de Pintura en 1918. La revolución rusa lo dejó del lado de los vencidos, razón por la cual pasó a Alemania junto al pintor Iván Miassojedoff, quien en algún momento de su vida usó el alias de Eugen Zotow. Ambos se asociaron para adulterar monedas extranjeras y cada cual fue apresado en distintos momentos. Según contó Smolianoff, en algún momento los ingresos obtenidos tenían como objetivo financiar la emigración de judíos del territorio de la Unión Soviética.
En la década del ´30, varios países europeos solicitaban su captura (al parecer estuvo preso en Suecia, entonces solía decir “¿para qué hacer dinero pintando si se puede ganar dinero haciendo dinero?”). Finalmente fue apresado en Alemania y por su condición de judío recluido en el campo de concentración Mauthausen-Gusen, donde trabajó como pintor y retratista. Su traslado al campo de Sachsenhausen al llamado bloque 19 en el contexto de la Operación Bernhard, fue una bendición. De hecho, Burger lo señala como un colaborador eficiente de los nazis cuando los demás reclusos intentaban sabotear la adulteración de dólares.
Todos los prisioneros participantes de esta Operación Bernhardt fueron trasladados a Ebensee con la intención de ser eliminados para no dejar rastros de este fenomenal operativo de falsificación, pero los americanos llegaron antes y Smolianoff pudo escapar a Italia donde conoció a Charlotte Cecilie, quien se convertiría en su esposa. Una vez más tuvo problemas con la justicia por falsificación de dinero. Como el hermano de Charlotte vivía en Uruguay, el matrimonio se trasladó a Montevideo donde se dedicó a producir iconos bizantinos que vendía como antigüedades. También retomó su oficio de retratista pintando figuras de la sociedad uruguaya, como al compositor Eduardo Fabini. Un ejemplar de la revista Mundo uruguayo de la década del ‘50 le dedica un artículo exaltando su condición de artista.
Una vez más la justicia lo persiguió en Uruguay por sus oficios de falsificador de divisas, razón por la cual decidió fugarse a Porto Alegre, Brasil, donde se dedicó a la fabricación de juguetes y continuó con su carrera artista y docente donde se exalta su inclinación al impresionismo, aquella que cultivara en Odessa cuando aún nada lo hacía pensar que sería uno de los falsificadores más dotados del siglo XX. Para entonces el Parkinson le impedía tener la presión de antaño.
Murió en 1976 en Porto Alegre como un distinguido miembro de la colectividad artística que aun volcaba en sus pinturas los paisajes de su ucrania natal. Una de sus discípulas y colaboradores, Magaly Amaral da Costa, quien relata algunas memorias del falsificador que no siempre son confiables. Su última exposición fue en la Galeria Pancetti de Porto Alegre en 1970. Está enterrado en el cementerio israelita de esa ciudad.
Su historia inspirará al personaje Sally Sorowitsch en la película ganadora del Oscar, Los falsificadores, basada en las memorias de Adolf Burger y el bloque 19 de Sachsenhausen.
Esta nota fue publicada en Diario El Este
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