Estas cuatro bestias mitológicas, que desde los primeros escarceos de la historia aparecen de manera constante en la cultura popular china, forman parte de una mitología y tradición muy antiguas y representan además los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos naturales y las cuatro estaciones del año.
La primera de estas bestias sagradas es el Dragón Azul o Qinglong, un animal de cuerpo serpenteante y escamas azules. Es el símbolo del este, y es posible que su color tenga que ver con el azul del océano Pacífico. Está vinculado a la primavera y su elemento natural es la madera.
El Ave Bermellón o Zhuque (algo así como el fénix) protege el sur celestial. Espíritu del verano y del fuego, su color rojo representa las altas temperaturas del sur de China.
El Tigre Blanco o Baihu, en el oeste, representa el otoño y el metal. Su color blanco se relaciona con las altas montañas y la nieve permanente del Tibet. Su ferocidad y potencia lo convierten en espíritu protector. Este animal fue gradualmente reemplazado por el chilin (el unicornio chino).
La Tortuga Negra o Xuanwu, caracterizada por ser una gran tortuga de con una serpierte enroscada, representa el norte. Es símbolo de longevidad; se la vincula al invierno y su elemento es el agua.
Hay una quinta bestia, Huanglongmon, un Dragón de Tierra Amarillo, que sería una especie de supervisor de las cuatro bestias y protege el centro del universo guardado por los Cuatro Símbolos.
Hay constancia histórica de estas bestias desde el período Neolítico (6.000 a.C.-3.000 a.C.). En Xishuipo (actual provincia de Henan) se encontraron representaciones del Dragón Azul y del Tigre Blanco que datan de esa época. En una excavación en la que se hallaron cuatro cadáveres, enterrados durante la cultura Yangshao con las cabezas dirigidas hacia el sur y los pies hacia el norte, se encontraron “al este” de los cuerpos la figura del dragón y “al oeste” la del tigre, ambas realizadas con conchas de cauri. La posición de los esqueletos y las figuras que los acompañaban han creado mucha discusión entre los especialistas, pero no cabe duda que durante esta época ya existía una preocupación por el devenir y por la vida después de la muerte. Tal vez el tigre y el dragón eran considerados espíritus protectores que podrían ayudar al difunto en su viaje al más allá. A lo largo de las distintas épocas, estos animales vuelven a aparecer, siempre respetando la misma orientación, en sepulturas de hombres importantes de la época.
El dragón y el fénix son criaturas sobrenaturales y auspiciosas de las antiguas leyendas chinas. Se destacan en la literatura, el arte y las tradiciones folklóricas a lo largo de la historia dinástica China. En la antigüedad, el dragón y el fénix eran importantes imágenes totémicas; gradualmente fueron transformándose en símbolos auspiciosos y fueron utilizados para representar a monarcas.
Desde la dinastía Chin (221-206 a. C.), cuando el Primer Emperador de China se proclamó a sí mismo descendiente del dragón, casi todos los gobernantes eran denominados como “el verdadero dragón, hijo del cielo”. Así, el dragón se convirtió en símbolo del gobernante, mientras que el fénix encarnó a su pareja. Las imágenes del dragón y del fénix gradualmente fueron siendo asociadas con la corte, la nobleza y la autoridad imperial. Casi todas las decoraciones en la arquitectura palaciega, las insignias en los objetos y las vestimentas relacionadas con la corte eran adornadas con imágenes de dragones y fénix imperiales.
Según registros antiguos, el dragón aparecía en una variedad de formas; podía ser largo o corto, pequeño o gigantesco, reservado o activo, y podía vivir en todas partes, desde las alturas hasta las profundidades. Viajando entre el cielo y la Tierra, los dragones eran considerados algo así como deidades celestiales. Tenían el poder de controlar la lluvia: en épocas de sequía, los dragones podían traer agua, y en tiempos de inundaciones, podían detener las lluvias y aclarar los cielos.
El fénix (el ave bermellón) era conocido como el “rey de las aves”. Era considerada un ave sobrenatural que encarnaba las cinco virtudes: benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y sinceridad. En sintonía con eso, no hacía daño ni a un insecto, ni a una hoja de hierba siquiera. Sólo se posaba en el árbol de firmiana (un árbol ornamental) más exquisito, comiendo solamente semillas de bambú y tomando agua de manantial.
La aparición de un dragón y un fénix era considerada una señal auspiciosa; significaba el inicio de un período de paz y prosperidad para el pueblo y el país. Además, el fénix y el dragón frecuentemente eran representados juntos como un símbolo auspicioso de la unión de los elementos masculino y femenino. Esta unión todavía se refleja en la sociedad china actual, en la cual es común referirse a la pareja del dragón y el fénix en el contexto de las ceremonias matrimoniales y poner sus imágenes sobre la mesa en donde se sientan los novios para simbolizar su unión.
Puede parecer extraño que el dragón y el fénix sean tan asociados con la idea del matrimonio, pero el hecho es que estos dos seres mitológicos representan la alianza histórica de dos grupos antiguos: la tribus que adoraban al dragón y las que adoraban al fénix. Los pueblos antiguos del oeste de China (Shansi, Shensi, Kansu, y Tsinghai) eran tribus que veneraban al dragón, mientras que los pueblos del este (Manchuria, la costa oriental y los antiguos estados de Chi, Lu y Yen) veneraban al fénix. Los dos grupos se unieron y se fundieron en la llanura central de China (la actual provincia de Honan). Esto dio lugar a la gran unión de culturas, y aunque la alianza se perdió en el tiempo, la tradición asociada a la ceremonia matrimonial original fue conservada en el arte y el folklore popular.
Además de ser símbolos auspiciosos, en la China antigua el dragón y el fénix eran representados como metáforas del caballero y el sabio; se dice que Confucio comparó a Lao-Tsé con un dragón, y que Lao-Tsé comparó la sabiduría y la gracia de Confucio a las virtudes asociadas con el fénix.
Después del dragón y el fénix, el chilin es el tercer animal más poderoso dentro de la jerarquía china de seres mitológicos. El chilin (“kilin”, “quilin”, qí lín”) es el unicornio chino. Su aspecto es bien diferente al de unicornio “occidental”, no se parece en nada a un caballo; es un ser mitológico de aspecto majestuoso, con un cuerpo de león cubierto de escamas, un cuerno de ciervo y rodeado de llamaradas de fuego, lo que le da un aspecto parecido al de una “quimera”. Este animal mitológico ha ocupado el lugar del “tigre blanco” a partir de Confucio. De hecho, la historia de este animal está ligada a la de Confucio (551 a.C – 479 a. C.); se dice que cuando Confucio fue concebido por su madre, aparecieron ante ella los espíritus de cinco planetas y un animal con el aspecto del chilin. A través de los siglos, el unicornio o chilin pasó por una rica secuencia de leyendas y metamorfosis en las que monarcas, literatos y sabios trataron de explicar de una manera u otra cómo tuvieron sus aparentes encuentros con este ser legendario que imparte tantas cosas buenas.
Las primeras referencias concretas que se tienen acerca del unicornio en China se encuentran en narrativas y obras del siglo V a.C. como el Tsuo Chuan (Cónicas de Tsuo), que es considerado el primer trabajo de historia narrativa en chino. El chilin siguió apareciendo en subsecuentes obras chinas de historia y ficción; según la tradición china, el unicornio chino aparece en conjunción con la llegada de un sabio. Siendo un ser revestido de gran sabiduría y gentileza, su presencia es un buen presagio, señal de prosperidad y serenidad.
Una frase de buen augurio en China dice “suerte y prosperidad con el unicornio”. Esta frase refleja la alta estima de la que goza el mitológico animal entre los chinos. Hasta muy recientemente, el mejor cumplido que se le podía decir a una persona en China era que un chilin había aparecido en el momento de su nacimiento.
Durante la dinastía Ching (1644 – 1911), la influencia de los gobernantes manchúes finalmente trajo como resultado el semblante moderno con que se suele presentar al chilin. Desde entonces, el chilin se ha convertido en un animal con la cabeza del dragón, cuernos de venado, cuerpo cubierto con escamas de pez, pezuñas de buey y cola de león.
La influencia del unicornio chino se ha extendido más allá de las fronteras de China, penetrando profundamente en la mayoría de los paises asiáticos. Esto queda comprobado en la forma como se representa en estos países, así como en el nombre. Al chilin se le conoce en japonés como “kirin”; en vietnamita como “kylan”; en coreano como “girin” y en tailandés como “kilen”.
Finalmente, la cuarta bestia sagrada: los chinos la llaman Tortuga Negra (Xuan Wu) o tortuga del norte. Se la suele representar como una tortuga con una serpiente enroscada a su alrededor, y también se la conoce como “Guerrero Negro”. En la China antigua, la tortuga y la serpiente eran visualizadas como criaturas que simbolizaban longevidad. Y la gente adoptaba la imagen de la tortuga: en la dinastía Han la gente usaba pendientes de jade con la forma de tortugas, así como anillos y adornos. Debido a la gran influencia de la China antigua en Japón, los títulos honorables, con frecuencia, se referían a imágenes de tortugas.
Una leyenda decía que las tortugas hembras eran incapaces de unirse a tortugas machos, ya que preferían hacerlo con serpientes machos. Esto produjo el enojo de las tortugas machos, que mantenían la distancia orinando a su alrededor (como marcando el territorio) para que las hembras no volvieran a acercarse. Desde entonces, aquellos hombres cuyas esposas les eran infieles con frecuencia se referían a ellas como “tortugas”.
En los países con influencia china, las bestias mitológicas sagradas adquieren diferentes nombres y hay pequeñas diferencias en cuando a los elementos con los que son relacionados. En Vietnam, por ejemplo, el dragón ya no es azul y representa al fuego, el fénix al aire, el unicornio a la tierra (o al bosque), y la tortuga al agua.
En Japón, en Corea, en Thailandia y en Camboya también tienen sus propios nombres y variaciones, pero eso es otra historia.