Educado en los mejores colegios de Inglaterra, desde muy joven solía dormir en el suelo para prepararse a la dura vida de explorador. Nadie lo tomaba muy en serio y el padre pensaba que continuaría con su trabajo en la Bolsa de Londres, hasta que el joven Frederick decidió probar fortuna en Sudáfrica. Allí obtuvo el permiso para explorar y cazar en las tierras del rey Lobengula Khumalo en el norte de lo que sería Rhodesia. De esa forma conoció lugares que no habían sido pisados por el hombre blanco, descubrió nuevas especies animales y publicó estudios etnográficos. Por años deambuló entre distintas tribus, conoció sus idiomas y ganó su confianza.
Por estos conocimientos del territorio y su excepcional condición de cazador, fue contratado por Cecil Rhodes como guía de la “British South Africa Company”. Gracias a Selous, Rhodes pudo expandir los territorios del Imperio conquistando tierras que llevaron su nombre (Rhodesia con los años se convirtió en Zimbabwe). Atravesando montañas, selvas y pantanos, Selous condujo a los colonos hacia su destino en Mashonaland con éxito. De vuelta en Inglaterra, la Royal Geographical Society le entregó una medalla en reconocimiento por sus veinte años dedicados al estudio del territorio africano.
Selous era un reconocido cazador de elefantes aunque lució sus dotes n otras partes del mundo como Europa, Turquía, Alaska y EEUU, donde conoció a Theodore Roosevelt. Justamente, acompañó al presidente norteamericano en su expedición de caza por el este de África, el Congo y Egipto, en lo que sería el safari más grande de la historia. Rodeaban al presidente 300 personas. “Selous es el último de los grandes cazadores del Sur de África”, afirmó Roosevelt, convertido en amigo del explorador y naturalista.
La colección de Selous en el Museo de Historia Natural de Inglaterra, contaba con 525 mamíferos, incluidos 19 leones cazados por el mismo Selous. Además, donó más de seis mil especies al Museo Británico (esta colección llevó su nombre otorgado en forma póstuma).
En esos años, al presenciar la franca disminución de las especies, Selous propuso un freno a la caza irrestricta y la protección a ciertas especies. Una reserva de 54.600 Km2 en Tanzania lleva su nombre.
En 1893 participó de la Primera Guerra Matabele junto a Baden-Powell – por entonces un mayor del ejército británico – quien gracias a la experiencia de sobrevivencia adquirida junto a Selous, funda al Scoutismo en Inglaterra (que pronto se diseminaría por el mundo).
Iniciada la Primera Guerra Mundial y cuando tenía edad para retirarse a un bien merecido reposo después de una vida de aventuras, Frederick Selous una vez más siente el llamado del deber y se incorporó al ejército británico en el este de África como oficial. El conflicto entre Alemania e Inglaterra que en Europa conducía a una estática guerra de trincheras en África adquiría un complejo dinamismo, donde rápidamente se destacó el accionar del jefe alemán general Paul von Lettow-Vorbeck, que la historia consagraría como uno de los grandes estrategas de todos los tiempos.
Como capitán de los fusileros reales, Selous participó en la contienda en varias oportunidades siempre al frente de sus fusileros. Su resistencia durante las largas marchas y a pesar de las privaciones, asombraba a sus soldados y camaradas. El 4 de enero de 1917, a orillas del Río Rufiji le alcanzó una bala de un francotirador alemán. Su asistente, enardecido por la muerte de Selous, arremetió contra el enemigo hasta encontrar al culpable. Fue enterrado en el lugar y otorgada la Medalla por Servicios Distinguidos del ejército británico en forma póstuma.
Cuando el presidente Roosevelt se enteró de su fallecimiento dijo que su amigo había “concluido su existencia como debía: muriendo en batalla por su país, habiendo ofrecido servicios efectivos y valientes. ¿Quién hubiese deseado una vida mejor o una muerte mejor? Ha dejado su legado a su familia y su nación”. Con hombres así se construyó un imperio .
Exactamente un año más tarde moría su hijo homónimo, capitán ende la Fuerza Aérea británica, en Bélgica.