La palabra cuento proviene del vocablo latino “computum”, que significa cuenta o cálculo. Por una especie de traslación semántica, la definición de la palabra fue pasando de la enumeración de objetos a la enumeración de hechos, sucesos o acontecimientos ficticios. Escuetamente, podría definirse el cuento como la narración de una acción real o ficticia de breve extensión. A partir de esta definición tan básica y relativamente poco específica, se pueden ir desmenuzando varias características más.
Hay cuentos “populares”, basados en una narración tradicional de transmisión oral que podrá luego ser transcripta a la prosa escrita, pudiendo presentar varias versiones discrepantes en los detalles. Muchos de ellos se transforman en mitos o leyendas, suelen tener elementos o personajes imaginarios o fantásticos y muchos de ellos son anónimos.
El cuento “literario”, en cambio, es concebido y transmitido mediante la escritura, que en este caso tiene una estructura literaria específica enmarcada en un espacio temporal determinado. Este es el tipo de cuento que debe ser diferenciado de la novela.
La palabra novela proviene del italiano “novella”, que significa noticia. La novela es una obra literaria escrita en prosa, extensa, detallada, en la que se narra una historia que es total o parcialmente ficticia. Es “abierta” en su estructura, permite describir múltiples personajes física y psicológicamente, introducir historias paralelas, cruzadas o subordinadas entre sí, presentar hechos en un orden distinto a aquel en el que se produjeron, incluir en el relato tanto descripciones como diálogos e incluso textos de distinta naturaleza como cartas, hechos reales, leyendas, poemas, etc.
La cantidad de páginas del texto es un elemento más y no parece ser el principal; incluso algunos “expertos” no se terminan de poner de acuerdo en cuál es el límite para que una obra sea llamada novela: algunos dicen que es de 200 páginas (a las que tienen menos las llaman “novela corta”), otros dicen que es de más cantidad.
El eximio cuentista Horacio Quiroga define retóricamente las diferencias: “El cuento es intenso, la novela es extensa”, “el cuentista puede sugerir más de lo que dice; para el novelista, lograr el mismo efecto requiere mucho más espacio”.
En el cuento el lector tiene la posibilidad de mantener la narración en su memoria, en forma total o casi total; un cuento se recuerda entero o no se recuerda. Eso no ocurre en la novela, que puede incluir cambios de dirección, elementos accesorios, saltos en el tiempo y muchos otros elementos.
Decir “hubiera deseado seguir leyendo” es una expresión elogiosa al terminar de leer una novela, pero nada favorable al terminar de leer un cuento; el momento culminante de un cuento coincide con su final. De una novela, por supuesto, se espera un buen final, pero el “viaje” a través de la misma es lo más trascendente.
Existen narraciones que, sin llegar a ser novelas, tampoco son cuentos; debido a una extensión algo mayor, a la inclusión de más detalles, más descripciones y más incidentes que diluyen la unidad e intensidad del relato, logran mantener un mismo estado emocional en el lector, pero en forma más prolongada que en el cuento. Esto es llamado “novela corta”, aunque algunos puristas prefieren llamarla “cuento largo”, ya que vinculan más su forma a la del cuento que a la de la novela, argumentando que se trata de un relato cuyo tema y desarrollo simplemente ha exigido más páginas que las habituales en un cuento.
Pero para obtener todos los vericuetos de una historia debemos recurrir a la novela. En esta forma narrativa (una de las más representativas de la literatura moderna) se discriminan los hechos, se los ubica en la historia y en la fantasía, se analizan los pensamientos “desde afuera” y desde quien los tiene, cada situación o historia tiene raíces en el pasado y proyecciones al futuro, y se conecta con otras situaciones principales o secundarias. La novela, en resumen, es parecida a la vida.
Veamos algunas diferencias, ahora concretas, entre cuento y novela.
El cuento es breve. Aunque su extensión es variable, en general son narraciones cortas, en algunos casos porque vienen de la tradición oral y eso hacía que fuera necesario resumir la historia para poder recordarla y transmitirla, en otros casos porque se trata de anécdotas o hechos breves y lineales. La novela tampoco tiene características tan rígidas en lo referente a la extensión, pero en la mayoría de los casos la novela se define por una mayor extensión de la historia.
Por lo general, el cuento tiene una trama central alrededor de la cual los personajes ejecutan sus acciones. Esa trama suele ser sencilla, lo que permite que su difusión oral o escrita llegue a más personas. Predomina el hecho, la anécdota. La novela, en cambio, puede tener una única trama, pero también puede desarrollar tramas paralelas o secundarias. Debido a que la novela es más extensa, al uso de variados recursos literarios y a la mayor cantidad de personajes, la novela puede (y suele) tener un nivel de complejidad narrativa mayor.
El cuento usualmente tiene una estructura lineal, que podría resumirse en: inicio (presentación de personajes, del espacio y tiempo en el que se desarrolla la historia), nudo (el núcleo de la historia, en el que se presenta la situación que enfrentan los personajes) y desenlace (se resuelve –o no– el conflicto, lo que lleva al fin de la historia). La novela, aunque puede tener una estructura similar a la mencionada, puede presentar estructuras modificadas de muchas maneras: puede comenzar por el final, puede tener inicios o finales alternativos, puede desarrollar varias tramas de forma simultánea o paralela, puede presentar saltos constantes en el tiempo, puede estar dividida en varias partes, etc.
El cuento suele tener un solo narrador y un solo tipo de relato, sea el que fuera que se elija. La novela puede tener tanto uno como más narradores, que incluso pueden relatar la historia de distinta manera (en primera persona, en tercera persona, en forma omnisciente) y que pueden coexistir durante el relato. En relación a esto, el cuento suele usar un lenguaje y estilo uniforme, mientras que la novela puede usar lenguajes y estilos diferentes de acuerdo a distintas épocas o diferentes narradores dentro de la misma historia.
Por lo general, el cuento transcurre en un mismo lugar y en un tiempo que tiene un principio y un fin bien determinados. En la novela los tiempos y los lugares en los que desarrolla la historia pueden variar constantemente. De esta forma, una novela puede comenzar en una época histórica y terminar en otra, los personajes pueden desplazarse por distintos pueblos, ciudades, países o cambiar de escenarios reales o ficticios, por ejemplo.
En el cuento suele predominar la historia en sí, y es el autor el encargado de llevarla adelante. En la novela la historia sigue siendo trascendente pero el autor nos lleva a lo largo de la historia asomados sobre el hombro de los personajes de la misma.
Los ejemplos de cuentos excelentes son tantos que no sería justo hacer una lista aquí. Los cuentos infantiles son la referencia que primero aparece en nuestra vida, pero luegos seguramente nos encontraremos con otras maravillas escritas por autores tan distintos como Horacio Quiroga, Roberto Fontanarrosa, Kjiell Askildsen, Edgar Alan Poe, Juan Carlos Onetti, Guy de Montpassant, Mario Benedetti, Stanislaw Lem, Ambrose Bierce, Julio Cortázar, Arthur Conan Doyle, Rodrigo Rey Rosa, Woody Allen y muchos otros.
Como ejemplos de novelas cortas podríamos citar miles, pero aquí van apenas algunas muy conocidas como para sentar una mínima referencia y nada más: “La metamorfosis”, de Franz Kafka, “El extraño caso del dr. Jekyll and mr. Hyde”, de Robert L. Stevenson, “El Principito”, de Antoine Saint-Exupery, “Estudio en escarlata”, de Arthur Conan Doyle, “Crónica de una muerte anunciada”, de Gabriel García Márquez, “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway, “La máquina del tiempo”, de H.G.Wells y muchas más.
Llegados hasta aquí, vale la pena hacer un breve asterisco para marcar un caso especial: Jorge Luis Borges. Los brillantes relatos de Borges… ¿son cuentos o son novelas cortas? Seguramente cada uno llegará a su propia conclusión. Sean unos u otras, la inigualable calidad de Borges excede cualquier casillero. Pero es un buen ejercicio plantearse esa disyuntiva que, desde luego, no tiene la menor importancia.
En cuanto a las novelas, merecen un tratamiento aparte.
(Continuará…)
Bienvenidas tus crónicas, sobre todo referidas a tema que me apasiona como es la lectura