“Casi todos los médicos tienen su enfermedad favorita” Benjamin Franklin
Esta escena transcurre en el mismo hospital de la Salpêtrière donde Pinel había puesto en práctica su idea de liberar a los locos, contenidos hasta entonces con cadenas. En 1870 el profesor Charcot encargó una pintura a Tony Robert Fleury para homenajear a su predecesor en la cátedra.
A su tiempo, también se lo homenajeó al profesor Jean Martin Charcot con esta pintura, obra de André Brouillet, que actualmente se encuentra en el Museo de la Facultad de Medicina en París. Se lo ve al profesor hablando a sus discípulos del pabellón de Santa Laura frente a una joven que ha caído en trance hipnótico. Justamente, Charcot propugnaba la utilización de esta técnica en pacientes afectadas de histeria. Muchas veces recurría a estas exhibiciones frente a la nutrida concurrencia que asistía a las clases del profesor. De hecho, la mujer aquí retratada era Blanche Wittman, la paciente preferida de Charcot, que se prestaba para estas demostraciones, lo que la convertía en una histérica profesional o “la reina de las histéricas”, como le decían. La presencia de Blanche otorgaba a estas presentaciones poco rigor científico y algo de espectáculo circense
A Charcot lo rodean sus discípulos: Babinski (quien sostiene a Blanche), Dejerine, Pierre Marie, Bouchard y Georges Gilles de la Tourette, sentado en primera fila luciendo su tablier blanc. Justamente, este gran neurólogo, inmortalizado por el síndrome que lleva su nombre (tics y una compulsión a proferir insultos y malas palabras, como aquejaba a Mozart), fue atacado por una paciente que decía haber perdido su cordura después de ser hipnotizada por la Tourette. Una bala impactó su cabeza y aunque fue removida, Gilles de la Tourette nunca volvió a ser el mismo. Murió en Lausanne en 1904.
También se encuentra entre los presentes el hijo de Charcot (al fondo, apoyado sobre el marco de la ventana) quien a la muerte de su padre se convertiría en explorador y moriría en Islandia a bordo de una nave expedicionaria con nombre de incógnita “¿Pourquoi pas?”.
Esta magnífica obra de Brouillet incluye, al igual que las pinturas de su maestro Gerôme, un misterio. A la izquierda del cuadro y al fondo. casi escondido por un cono de sombras, se encuentra la obra de Paul Richer L’ arc en cercle. Richer era el colega con quien Charcot había escrito Les demoniaques dans l´art, una serie de estudios sobre la posesión diabólica durante la Edad Media, que pretendía fijar, por un lado, la universalidad de la afección histérica en distintos períodos y culturas y, por otro, establecer los criterios clínicos para clasificarlas haciendo los diagnósticos diferenciales con las verdaderas lesiones del sistema nervioso. Richer fue, a su vez, un reconocido escultor y fundador de la Sociedad Francesa de la Historia de la Medicina.
Después de Charcot y el infeliz episodio de Gilles de la Tourette, la hipnosis cayó en desuso, desprestigiada por una serie de desafortunados episodios que empujaron al Dr. Freud, el discípulo de Charcot que no fue retratado en esta obra, a experimentar con las asociaciones libres, base de sus recursos psicoterapéuticos.
Texto extraído del libro Cuadros Clínicos (Olmo Ediciones) de Omar López Mato.