More representa el movimiento humanista inglés de comienzos del siglo XVI, del cual es el máximo exponente. Curiosamente para un humanista que escribe en latín parte de sus obras, sostenía que el inglés era capaz de expresarlo todo, y su influencia en el desarrollo de la prosa inglesa es indiscutible.
De origen noble, estudió en la universidad de Oxford y accedió a la corte inglesa como jurista. Su experiencia como abogado y luego como juez, sumada a su relación con los humanistas del continente (como Erasmo de Rótterdam, entre otros) le hizo reflexionar sobre las distintas formas que adopta la injusticia en el mundo; y ya en el Parlamento (del que fue miembro desde 1504) se hizo notar por sus posturas e ideas audaces en contra de las distintas formas de tiranía.
Su obra más relevante como pensador político es, sin duda, Utopía, escrita en París en 1516. En esta especie de novela-tratado político critica el orden político, social y religioso establecido, y lo hace imaginando (y de alguna manera proponiendo) una comunidad perfecta, que vive en una isla (Utopía, que significa literalmente “no lugar”) que tiene diferentes ciudades, de las que elige Amaurota (en este caso nombre propio, que deriva de “amaurosis”, que significa ceguera) para describir el modo de vida y de relacionarse de sus habitantes como modelo de una sociedad perfecta, que hoy llamaríamos, precisamente, utópica. El modelo descripto por More estaba caracterizado por la igualdad social, la fe religiosa, la tolerancia y el imperio de la ley, combinando la democracia en sectores periféricos con la obediencia general a la planificación racional de un gobierno justo.
A pesar de haber mantenido en el plano teórico planteos que podrían asimilarse a los de un pensamiento socialista, More fue más que prudente y moderado en cuanto a la posibilidad de llevarlos a la práctica; así, More no combatió directamente al poder establecido ni adoptó posturas ideológicas intransigentes.
Para More la raíz de la tiranía se encuentra en la avaricia. La avidez de riquezas y la de poder se alimentan y excitan mutuamente. “El rey, si no quiere ser tirano, debe por ello ser el buen custodio del rebaño”. “¿Qué cosa es el buen príncipe? Es el can custodio del rebaño, que ladrando ahuyenta a los lobos. ¿Y qué cosa es el mal príncipe? Precisamente, es el lobo.”
El rey Enrique VIII (o sea, el lobo), el inefable monarca de las seis esposas que rompió lazos con la Iglesia católica, atraído por la valía intelectual de More, lo promovió (antes de comenzar con sus devaneos de alcoba y sus peleas con la Iglesia) a cargos cada vez más trascendentes: primero embajador en los Países Bajos, luego consejero privado; seis años después lo nombró portavoz de la Cámara de los Comunes, y seis años después canciller (fue el primer laico que ocupó ese puesto político en Inglaterra).
More ayudó al rey a conservar la unidad de la Iglesia de Inglaterra, pero terminó rompiendo relaciones con el rey (jugada de riesgo, hay que decirlo) por razones de conciencia, ya que era un católico ferviente que incluso hasta llegó a pensar en hacerse monje. More dimitió como canciller cuando Enrique VIII quiso anular su matrimonio con Catalina de Aragón y rompió relaciones con el Papado. Su negativa a reconocer como legítimo el siguiente matrimonio del rey, con Ana Bolena, hizo que el rey lo encerrara en la Torre de Londres y lo hiciera decapitar en 1535 (la jugada de enojarse con Henry era arriesgada, se los dije).
Fue beatificado por el papa León XIII en 1886, y por el papa Pío XI en 1935. Se lo considera el patrono de los políticos y los gobernantes (bueh).
Su escritos comprenden casi todas las formas literarias: escribió poesía (predominantemente en su juventud), destacándose un poema a la muerte de la esposa de Enrique VII y otro con motivo de la coronación de Enrique VIII (quizá no le haya gustado mucho al rey, después de todo), escribió obras de teatro (interludios y una parodia moralizante de La Celestina llamada “Calisto and Melebea”); escribió biografías (“History of Richard III”, la más destacada, fue sin duda inspiración para la obra de William Shakespeare); hizo traducciones al latín y al inglés; y escribió ensayos y textos polémicos, muchos de ellos en forma de cartas, en los que predominaban temas humanistas y religiosos, y en los que polemizaba de ida y vuelta con pesos pesados como Martin Lutero y defendía a otros como Erasmo. Escribió tratados, entre los que se destaca sin duda “Dialogue of confort against tribulacyon”, escrita en la cárcel en 1534, sobre las persecuciones religiosas. Y escribió discursos y conferencias, en la época en la que era una figura central de la cultura inglesa.
“Quid bonus est princeps? Canis est custos gregis… Quid malus? Ipse lupus.”
Y, sí…