Mary era la hija mayor del Duke de Kingston-upon-Hull, más tarde Marqués de Dorchester. Su madre era la condesa de Denbigh que murió cuando Mary era aun una niña. De notable belleza, despierta y vivaz, su padre prestó especial atención a la educación de la niña, poniendo su formación en manos del Obispo de Salisbury. Desde joven Mary promovió los derechos de las mujeres y su educación, interés que compartía con sus amigas Mary Astell y Anne Wortley Montagu, nieta del primer conde de Sandwich (almirante británico en honor de quien fueron bautizadas algunas islas y el emparedado).
Anne solía compartir las cartas que recibía de Mary con su hermano Edward. A la muerte de Anne, Mary y Edward continuaron este vínculo que floreció en una relación sentimental, a la que el padre de Mary se opuso. Mary y Edward se fugaron, se casaron y vivieron en su propiedad rural hasta 1715 cuando Edward asume su escaño en la cámara de Lores. Un año más tarde fue nombrado embajador ante el ante el imperio otomano. Hacia allá viajó la joven pareja. Mary estaba encantada con las expectativas de nuevas y enriquecedoras experiencias. Su estancia en Constantinopla fue breve pero intensa, sobretodo para una mujer del calibre intelectual de Lady Mary, que reflejó sus experiencias en “Cartas desde Estambul“. En ellas describe un mundo exótico con sus luces y sus sombras. Mediante estas cartas, Lady Montagu introduce el orientalismo y la vacunación en Europa.
Mary lucía en su rostro las cicatrices de la viruela, enfermedad que le había costado la vida a su hermano. Cuando presenció la práctica de la variolización brazo a brazo como usaban los circacianos para prevenir la enfermedad, resultó una revelación para Mary. La posibilidad de impedir la transmisión de la viruela, le atrajo a Lady Montagu a punto tal de inocular a sus hijos antes de volver a Inglaterra donde convenció a la esposa del futuro Jorge II de Inglaterra de inocular a su descendencia. Lo mismo pasó con otras familias reales en Europa.
Mientras que estuvo en Constantinopla, Lady Montagu mantuvo una relación epistolar con el escritor Alexander Pope. Estas misivas, inicialmente de un tono erótico, evolucionaron hacia una parodia de los escritos de Pope, especialmente su “Epitafio sobre los amantes golpeados por el relámpago”. La misma Lady Montagu se encargó de distribuir entre sus amigos esta sátira que ofendió al escritor, quien probablemente estaba secretamente enamorado de Mary.
Esta infidencia creó una animosidad en Pope, quien atacó elípticamente a Lady Montagu en textos como “Dunciad” y después en “Horacio “donde Mary es identificada con la figura de Safo. Estas comparaciones generaron una contraofensiva literaria contra Pope en textos como “A Pop upon Pope” y una “Epístola de Mr. Pope” (aunque Mary haya negado haber participado de las mismas).
Al parecer Lady Montagu enamoraba con su escritura y en sus redes cayó un tal Monsieur Rémond. Con este francés mantuvo una apasionada relación epistolar, aunque no solamente hacían referencia a temas románticos, también tocaban temas financieros. Resulta que en ese entonces las acciones de una nueva compañía que tenía el monopolio del tráfico de esclavos con las colonias españolas, habían crecido a un ritmo vertiginoso. Era la célebre Compañía del Mar del Sur, que tenía una sede en un lejano puerto sobre el Río de la Plata.
El tal Rémond le pidió a Mary que invirtiera una cifra interesante en esa compañía cuando las mismas ofrecía réditos suculentos. Sin embargo, y como diría un cortando de Mary, todo lo que sube debe descender y esto aconteció con estas acciones que bajaron estrepitosamente, disminuyendo de casi £1,000 la acción a pocos chelines en espacio de semanas. Fue este el estrepitoso estallido de una de las más grandes burbujas financieras de la historia. Isaac Newton (a quien nos referimos ut supra al hablar de objetos que ascienden y descienden) perdió £ 20.000 en este caos financiero. Con resignación afirmó: “Puedo predecir el camino de las estrellas mas no la conducta de los hombres” …Y entre esta impredictibilidad estaba la actitud del tal Rémond, quien acusó a Mary de instigarlo a realizar tan azarosa inversión. El romance se tornó en odio acérrimo y Rémond requirió la devolución de lo invertido amenazándola a Lady Montagu con hacer pública estas cartas, aunque el romance no había pasado de lo platónico, ya que Rémond y Mary nunca llegaron a conocerse en persona.
Al final el francés se resignó a la perdida (no tenía muchas otras opciones) y Lady Mary y Lord Edward se separaron. No fueron las misivas apasionadas de Rémond el detonante de la separación de los Montagu, la relación conyugal venía deteriorándose gradualmente y si bien desde 1739 no volvieron a verse, siguieron manteniendo una amable relación epistolar.
Mary continuó viajando a pesar de una molesta afección dermatológica que afectó los últimos años de su existencia. Vivió en Venecia con un amante, pero la relación no prosperó. Lady Mary continúo viajando y escribiendo hasta que durante una de estas itinerancias murió Lord Montagu quien había acumulado una inmensa fortuna. Mary fue su heredera pero lamentablemente, no pudo disfrutar por mucho tiempo el dinero habido, ya que murió meses más tarde de un cáncer de mama. “Todo ha sido muy interesante”, fueron sus últimas palabras.
Si bien se la considera un ícono feminista, por la independencia de espíritu demostrada en sus escritos, estos poco se leen hoy día (la última edición fue hace más de cien años) aunque todos la recordamos como la mujer que introdujo la inmunización en occidente.