Desde que inicié el proceso de documentación sobre Thea Von Harbou para el Adopta una autora he comprendido que seguramente sea una de las escritoras que más visibilidad necesite en estos momentos. Investigar sobre cualquier tema acerca de Thea Von Harbou es como correr una cortina muy fina que te muestre la vida privada de Fritz Lang, como si este mundo se negara a ver la importancia que Thea Von Harbou tiene en la ciencia ficción y en el cine, como si esa gente a sus ojos ella careciera de la suficiente relevancia y personalidad como para tener un espacio propio en la historia. Por eso ni en esta entrada introductoria a su obra ni en ninguna otra voy a hablar de su vida amorosa, sino de ella como luchadora, como guionista y autora, pero sobre todo como mujer compleja adelantada a su época.
Thea Von Harbou tuvo acceso a una educación superior porque su familia pertenecía a la nobleza prussiana y no eran precisamente pobres. No es difícil imaginarse a Thea Von Harbou a finales del siglo XIX cautiva en un jardín del Edén, lejos de la barbarie y la corrupción modernas, tal y como nos muestra al principio su novela Metrópolis. Pero como en la novela imagino que a Thea también se le apareció una María que le gritó que algunas personas más allá de las puertas de su preciosa casa de Tauperlitz trabajaban hasta el agotamiento y que, en cierta manera, eran sus hermanos. Tal vez conocer esa verdad a una edad demasiado tardía reorientó todo su pensamiento, y creo que en parte a ello se debe que en 1906 decidiera convertirse en actriz, repudiando las exquisiteces y refinamiento de la nobleza, y compaginar la interpretación con la escritura de textos de índole patriótica, ensalzando la moral y la necesidad de sacrificarse por el bien de patria. No es de extrañar que tal y como se sucedieron los hechos en Alemania que sus textos cobraran cada vez más y más popularidad hasta posicionarla a principios de los años veinte como una de las artistas más valoradas del país.
En sus primeros pinitos podemos advertir muchos de los temas que después se integrarían en la famosa Metrópolis. En la primera película que conocemos de la autora, La imagen errante (1920), Thea Von Harbou cuenta la historia de una mujer que huye de su pasado al verse envuelta en la desaparición de su esposo. Irónicamente esto lleva a la mujer a trabar amistad con el hermano del desaparecido, que tiene aspecto de ser un monje un tanto perverso. Tras este metraje encontramos La Tumba India: Parte 1 y La Tumba India: Parte 2, ambas de 1921. De corte un tanto fantástico cuenta la historia de un maharajá celoso desde que despierta un penitente indio perteneciente al grupo de los yoguis, personas que desean ser enterradas vivas para alcanzar el nirvana. Le sigue otra película fantástica llamada Las tres luces (1921) que retoma el aspecto sórdido y triste de La imagen errante. Tras estas tres películas tenemos un pequeño ciclo de dramas entre cuyos títulos destacamos Struggling Hearts (1922), Phantom (1922) y La tierra en llamas (1923).
Lo he denominado período de madurez pero también podría haber puesto “la Edad de Oro de Thea Von Harbou“. En esta época es en la que más se implica en los guiones de sus películas, llegando incluso a hacer una exhaustiva documentación de un caso policial como para M, el vampiro de Düsseldorf. En ocasiones, como medio propagandístico, llegaba a novelar sus propios guiones para hacer que la tirada de la película fuera más amplia, y una de esas veces dio como resultado Metrópolis. No voy a hablar mucho de la obra en esta entrada, ya que pretendo deslumbraros en la siguiente entrega de Thea Von Harbou trayendo la reseña de la novela entre otros aspectos sus historias de los años veinte, pero sin lugar a dudas, de todos los guiones que escribió en este periodo, fue en el de Metrópolis en el que más puso de ella misma. La historia a veces con tintes místico-religiosos y otras profundamente influenciada de la proto-ciencia ficción que todavía sobrevivía durante época en países vecinos hace que Metrópolis sea una pieza única, perfecta, hermosa, y reconozco que no sería lo mismo sin la unión de dos mentes prodigiosas: Thea Von Harbou y Fritz Lang. Fue denostada por H. G. Wells, su primera versión fue un fracaso y muchas partes de la cinta fueron eliminadas por mano estadounidense o no han sobrevivido a nuestro tiempo. Sin embargo Metrópolis no deja de ser una critica muy de la época, inocente desde nuestros días pero no carente de verdad, que todavía encuentra su lugar en el mundo moderno, y lo que más, entre los autores de nuestro tiempo. En este periodo también hay películas valientes pero menores entre las que encontramos: Michael (1924), Fausto (1926), Los espías (1928), ect. Otras producciones equiparables con M o Metrópolis son El anillo de los nibelungos y por supuesto la “trilogía” del Dr. Mabuse.
En 1932, y tras distanciarse de Lang, Thea empieza a trabajar en adaptaciones de diferentes novelistas tanto internacionales como nacionales (adaptaría una obra de Wilde en la película A woman of no importance). Es un periodo un tanto obscuro en su carrera, en contraste Thea se muestra cercana al régimen nazi y al mismo tiempo muy crítica. No apoyaba gran parte de los valores que promulgaba el régimen y menos en los referidos a la mujer, ya que estaba a favor de la emancipación femenina y del aborto, aquellas dos cosas que no entraban en el canon de esposa de un ario, que como todo sabemos tenía que ser la perfecta ama de casa, servil y una madraza con sus hijos. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial internan a Thea en un campo británico de prisioneros por su afiliación al Partido Socialista pero tras demostrar las causas (mejorar los derechos de los ciudadanos indios en Alemania) es liberada. Incluso recibe una medalla por su valentía y apoyo médico prestado durante la guerra.
En la década de los cuarenta se dedicó a reconstruir el mundo que la guerra había destruido junto a otras mujeres valientes que llamaban “trümmerfrauen”, algo así como las descombradoras. Colaboró en algunas películas más pero la más destacable, sin lugar a dudas, es Via Mala. A partir de entonces se dedicó a trabajar tanto como su mala salud se lo permitía. Murió días después tras salir de una reproyección de Las tres luces (1921) y resbalar. En homenaje a Thea, Lang filmó un par de películas con guiones cuarenta años antes escritos por ella.
TEXTO EXTRAÍDO DEL SITIO http://cathuryablog.blogspot.com/2017/01/thea-von-harbou.html?m=1