Mucho se conoce acerca de la vida familiar de Adolf Hitler. No era inusual ver al führer acompañado de su mujer Eva Braun en diferentes fotografías —principalmente en su residencia de los Alpes—. Stalin, por su parte, formó una familia mucho más numerosa que el dictador alemán. Se casó dos veces y tuvo tres hijos, uno con Yekaterina Svanidze y dos con Nadezhda Allilúyeva.
De su primer matrimonio se sabe poco, pues Yekaterina falleció de tifus en 1907, mucho antes de que el georgiano controlara la Unión Soviética. “Esta criatura podía suavizar mi corazón de piedra. Ahora está muerta, y con ella mis últimos sentimientos calurosos para los humanos“, dijo el dictador tras su muerte. Señalando a su pecho, Stalin añadió: “¡Aquí dentro, está vacío, inexpresivamente vacío!“.
Su hijo Yákov Dzhugashvili no fue tan querido pese a ser el único vástago de aquel matrimonio. En la Segunda Guerra Mundial fue capturado por los nazis y Stalin se negó a intercambiarlo por el Mariscal de campo Friedrich Paulus, quienes los alemanes exigían como moneda de cambio. Murió el 15 de abril de 1943 en el Campo de Concentración de Sachsenhausen.
Pasarían doce años desde el fallecimiento de su amada Yekaterina hasta que el georgiano se volviera a casar. Esta vez, a los 41 años de edad, contrajo matrimonio con Nadezhda. Vasili y Svetlana fueron el fruto de esa inestable y conflictiva pareja. Y es que, la relación entre Stalin y Nadezhda fue de un auténtico amor-odio, en el que destacaban los engaños del dictador con otras mujeres. Finalmente, la segunda esposa de Stalin se suicidó en 1932 de un disparo —algunos historiadores afirman que fue el propio dictador quien la asesinó—.
De esta manera, Stalin se convertía en viudo por segunda vez con el añadido de tener a su cargo dos niños de once y cinco años. Vasili consiguió rangos militares en la Fuerza Aérea Soviética pero sus problemas con el alcohol terminaron con su vida en 1962. De todos sus descendientes, fue Svetlana, su única hija, quien llegó a la vejez.
Huida a Estados Unidos
Svetlana, quien había sido muy querida por su padre durante su juventud, comenzó a recibir presiones de este a medida que se hacía mayor. A los 17 años se enamoró de del guionista de cine judío llamado Alekséi Kápler, de 40 años. Ante esta situación, el primer amor de Svetlana fue exiliado durante diez años a la ciudad polar de Vorkutá.
Tras varias relaciones desaprobadas por el dictador, terminó cambiándose de apellido una vez fallecido su padre en 1953. Trabajó como profesora y traductora en Moscú pero el fantasma de su padre, reencarnado en la presión que ejercían desde el Partido Comunista de la Unión Soviética, no le dejaba vivir tranquila.
La hija de Stalin se había vuelto a enamorar, esta vez de un comunista indio llamado Brajesh Singh, y se les había prohibido una vez más que estuvieran juntos. Svetlana había comprendido que no podía continuar viviendo en una Unión Soviética que no le permitía desarrollarse como una mujer libre. Así, ideó una estratagema para abandonar la Madre Rusia.
Singh había muerto en 1966 y Svetlana obtuvo el permiso para viajar a la India y verter sus cenizas en el Ganges. Allí, decidió acudir a la embajada de los Estados Unidos para pedir asilo político. De Nueva Delhi viajó a Suiza; y de Suiza a su nuevo hogar; Estados Unidos.
Una vez allí, Svetlana ofreció una conferencia de prensa donde denunciaba los excesos cometidos por el gobierno soviético. La marcha de la hija de Stalin de la URSS desencadenó toda una crisis política y exigían que cualquier figura de alto rango de su país que pidiera asilo debía ser interrogada primero por oficiales soviéticos. Por fin en suelo estadounidense, Svetlana se casó con William Wesley Peters, con quien tuvo una hija llamada Olga.
“Stalin era un monstruo”
Olga Peters, hija de Svetlana, era por ende la nieta de Stalin. Había nacido en 1971 y su conocimiento por el dictador fue heredado por lo que sus familiares narraban. Svetlana había fallecido en 2011 de un cáncer de colon y apenas dos meses más tarde Olga concedía una entrevista para la revista semanal francesa Paris Match. En ella contaba cómo su madre tenía que lidiar con un “monstruo” que además era su propio padre.
Ahora se hace llamar Chrese Evans y su última polémica en relación a su origen comunista se dio en 2015 cuando salieron a la luz fotografías de ella disfrazada de Tank Girl, un cómic británico que también ha tenido su adaptación en la gran pantalla. En consecuencia, el Partido Comunista de Rusia anunció que pediría a la nieta del antiguo líder de la Unión Soviética que dejara de “deshonrar el nombre de su gran abuelo”. Asimismo, instaban a Chrese a “unirse a la lucha contra el imperialismo norteamericano”.
Hace ya 68 años desde que Stalin muriera en la capital rusa. No obstante, su descendencia, que intentó más de una vez desligarse del dictador, sigue presente entre los nostálgicos de la Unión Soviética, quienes no aceptan que su única hija abandonara el país para iniciar una nueva vida.