¿Quién fue Roland Garros? De piloto legendario aestrella del tenis después de muerto

En los primeros días del recién finalizado torneo de Roland Garros un periodista fue preguntando a varios tenistas en sala de prensa si sabían quien era Roland Garros. Es un reportaje recurrente que se va realizando por países o generaciones. Preguntado el argentino Juan Martín del Potro, respondió que era un aviador de tiempos de la Primera Guerra Mundial. El periodista le comunicó: “es usted el primero que me lo dice ¿Cómo lo ha sabido?” “Me lo habían preguntado antes y como no lo supe, lo busqué”, dijo.

Además de aplaudir a Juan Martín del Potro por su voluntad de adquirir cultura -como vemos, no es tan difícil- sí es cierto que ‘despista’ un poco enterarse de que el estadio sede, desde hace 92 años del Grand Slam sobre tierra batida no lleve el nombre de una leyenda del tenis aunque en ese caso lo lógico sería que llevara el de Lacoste, Cochet, Borotra, Brugnon, Decugis, Suzanne Lenglen o Simone Mathieu, que dan nombre a dependencias del mismo. Sí, podría decirse, que lleva el de un deportista porque en los primeros tiempos de la aviación la misma podría ser entendida como aventura y su práctica, como deporte. Ahora hay aviación y hay deporte aéreo, pero entonces esa distinción aún no se había producido. Y la búsqueda de récords era constante.

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Santos Dumont Demoiselle

Roland Garros nació el 6 de octubre de 1888 en Saint Denis, en la dependencia francesa de la isla de la Reunión. De allí su familia pasó a la Indochina francesa (Vietnam) pero a los 12 años se le envía a Francia a completar su formación. Allí empieza a sufrir problemas de salud. Se le recomienda el deporte como terapia y, al ser de familia acomodada, tiene facilidades para practicarlo. Practica el ciclismo, juega al rugby, al tenis y se hace socio del club Stade Français. Acabados sus estudios se dedica al entonces naciente mundo del automóvil (donde quizá pudiera coincidir con Fernand Sanz, hijo bastardo de Alfonso XII y medallista olímpico en París 1900, que también trabajaba en el sector en la capital francesa). Abre una tienda de automóviles en París y, en 1909, toma por primera vez contacto con la aviación.

Queda dicho que la aviación en la época era un deporte de riesgo. Los livianos aparatos de madera y tela dependían de su ligereza para volar y, por tanto, apenas podían hacer frente a imprevistos. Como aún no hay escuelas de vuelo, Roland aprende por su cuenta con un Santos Dumont Demoiselle, modelo que tenía el inquietante apodo de “la asesina”. Los aviones fabricados por Bleriot eran más fiables, pero costaban cinco veces más.

Blériot XI

Finalmente, el Aero Club de Francia le avala como piloto y empieza a participar en espectáculos aéreos por toda Europa y Estados Unidos. En España se hizo bastante popular junto al también pionero galo Jules Vedrines. Ambos participaron en la carrera aérea París-Madrid. Jules fue el único en acabarla. Roland consiguió llegar a San Sebastián. Otro piloto fue atacado por un águila en los Pirineos y la tuvo que ahuyentar a tiros de revólver.

Roland progresa y, ya con un Blériot XI, comienza a establecer récords. Cruza la Bahia de Río de Janeiro, vuela sobre la selva amazónica, y comenza a establecer récords de altitud: 4.950 metros y 5.610 después. En 1912 vuela entre Túnez y Roma, siendo el primero en unir por vía aérea dos continentes. Vuela también sobre el Vesubio. Y el 23 de septiembre de 1913 Roland Garros logra el primer cruce aéreo del Mediterráneo: 7 horas y 53 minutos a un promedio de 101 kilómetros por hora desde Frèjus, en un Morane-Saulnier, marca con la que colaboraba. El motor sufre averías y cuando aterriza en Bizerta le quedan cinco litros de combustible, pero culmina con éxito la hazaña.

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Morane Saulnier XI

Roland Garros, evidentemente, es uno de los personajes más populares de Francia y también de Europa. De hecho, pocos días antes de iniciarse la I Guerra Mundial estaba en Alemania visitando fábricas de aviones germanos. Cuando llega la guerra estalla se alista en la naciente aviación militar.

En principio los aviones militares se destinan al reconocimiento: son demasiado ligeros como para llevar armas, aunque luego los pilotos comienzan a llevar armas personales. Roland desarrolla una innovación capital: un sistema para disparar con una ametralladora, una vez que los aviones ya son más sólidos, a través de la hélice: el sistema es simplemente una protección extra de las palas, aunque existe el peligro de que alguna bala pueda rebotar hacia el piloto o el propio avión. Adapta su dispositivo a un Morane-Saulnier tipo L “Parasol” y logra tres victorias. Curiosamente, Garros prefería volar en monoplanos, más ágiles, frente a los más fiables biplanos, que prefería la generalidad de los pilotos. Además, presenta un informe técnico sobre las ventajas del avión de caza de un solo asiento: es el concepto que aún se utiliza.

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Spad XIII

En 1915 Roland Garros es derribado por la defensa antiaérea germana y es hecho prisionero. En febrero de 1918 logra fugarse y volver al combate. Volando ahora con Spad XIII, muy diferente a los primitivos aviones de tres años antes, logra su cuarta victoria, pero el 5 de octubre, 35 días antes del final de la guerra, muere en un combate contra un Fokker DVII sobre las Ardenas.

Tras su muerte, Roland Garros llegó al tenis de la mano de su amigo Emile Lesieur, que había formado con él en el equipo de rugby del Stade Français. Llegado a presidente del Club, Lesieur presentó una propuesta para construir un estadio fijo de tenis que albergase la final de la Copa Davis de 1928. Entre el pliego de condiciones para hacerse cargo de la construcción figuraba el que el estadio debía llevar el nombre de su amigo Roland Garros.

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Fokker DVII

Y así, Roland Garros ha pasado a la historia como icono del tenis y no de la aviación pese a que también son numerosos los recuerdos y homenajes que se le rinden en este ámbito: el aeródromo de Cholet, monumentos, calles y edificios en Frèjus y Bizerta, en su Saint Denis natal, en Italia y en toda Francia, además de emisiones de sellos y monedas conmemorativas, le recuerdan en su faceta de aviador aunque, en realidad, sean muy pocos quienes se den cuenta de ello.

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