Pueyrredón: El hombre del momento

El 22 de diciembre de 1815 don Juan Martín de Pueyrredón como diputado por la provincia de San Luis, emprendió su marcha a Tucumán en compañía de su esposa. El traqueteo del carruaje, por polvorientos caminos, el sol abrazador del verano, lo hicieron parar en Córdoba. Allí recuperó fuerzas en la casa de los Arredondo, propiedad de los suegros de su hermano Juan Andrés seguramente recibió el nuevo en compañía familiar.

Inmediatamente siguió su marcha al Jardín de la República al que llegó el 13 de enero. Comenzó a reunirse con los diputados que iban llegando, por Buenos Aires, fray Cayetano Rodríguez, Pedro Medrano, Antonio Sáenz, José Darregueira y los cuyanos Tomás Godoy Cruz, Francisco Narciso de Laprida, fray Justo Santa María de Oro. El franco encuentro que había tenido con San Martín en San Luis en agosto de 1814 cuando marchaba a hacerse cargo de Cuyo, daba sus frutos en estas relaciones que comparten el mismo plan.

Inaugurado el Congreso el 24 de marzo, la situación del país era calamitoso y angustiante a la vez por las crisis de los directores que se sucedían, los caudillos de las provincias y una temida expedición desde España, sin omitir que después de Rancagua los realistas seguían fuertes en Santiago de Chile y en el Alto Perú habían logrado avanzar después del desastre de Huaqui.

VIRTUOSO Y POLITICO

El viernes 3 de mayo de 1816 el Congreso designó Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón, con el voto favorable de 23 votos, sobre 25. ƒl votó por Balcarce, por lo que el único opositor fue el cordobés Salguero que no concurrió alegando enfermedad, pero lo hizo por escrito. En estos términos se expresaba Pedro Medrano: “Nadie puede entrar en competencia con Pueyrredón. Sí: nadie. Hay hombres más virtuosos; pero no tan políticos. Los hay más sabios; pero no tan discretos. Los habrá más santos; pero no tan vivos y perspicaces. Juan Martín tiene aquellas virtudes, las que se necesitan y tiene sobre todos los virtuosos, la política, la perspicacia, la destreza, y lo que más vale que todo la opinión”.

Al día siguiente preocupado por “la gravedad de los males que afligen al país, por la inminencia de los peligros que lo amenazan y por la casi imposibilidad del remedio” le escribió a San Martín anunciándole su viaje al “Ejército del Perú para imponerme de su estado y necesidades. Allá la situación no era fácil por las peleas entre Güemes con Rondeau; a ello se sumaban las rencillas en las provincias, a la vez que San Martín clamaba por la declaración de la independencia. Urgido por algunos diputados que bajase a Buenos Aires para someterla si era necesario por las armas se negó rotundamente. Ya en Tucumán a fines de junio llegó en los primeros días de julio, Manuel Belgrano, fue encontrarse y ponerse de acuerdo, poco después reemplazaría a Rondeau en el ejército del Perú.

Estaba en Tucumán cuando se declaró la Independencia y de inmediato emprendió la marcha a Córdoba, para llegar donde en la misma casa de los Arredondo donde se había hospedado. Con unos días de retraso arribó a la ciudad, allí estaba San Martín desde el 9 de julio; con O”Higgins, su hermano Juan Andrés, el gobernador José Javier Díaz fue recibido a dos leguas de la ciudad y los miembros del Cabildo. En la vieja casona ubicada en la esquina de las actuales calles 25 de mayo y Alvear en la que también vivían su hermano con su esposa e hijos, durante una semana ajustó con el gobernador de Cuyo los planes para la campaña libertadora. El 22 de julio San Martín le escribió a Godoy Cruz: “Ya no nos resta más que empezar a obrar. Al efecto pasado mañana partimos cada uno a su destino con los deseos de trabajar en la gran causa”.

INJUSTICIA

Nada más hace falta decir, sólo que la figura de Pueyrredón el Director Supremo en el momento de la declaración de la Independencia es muchas veces injustamente relegado como una figura secundaria, cuando fue el gran gestor con San Martín del plan continental al que se le debe la primera parte de la emancipación americana. Una avenida de Buenos Aires lo recuerda, una plaza con su monumento, que por la cercanía a la estación del ferrocarril se la llama Flores; un partido de la provincia de Buenos Aires, con su nombre queda colapsado por la nombradía de su ciudad cabecera Mar del Plata; y finalmente no figura en el Salón de los Bustos de la Casa de Gobierno su figura en mármol, considerando que era el titular del Ejecutivo, nombrado por un Congreso al momento de declararse la Independencia un día como hoy hace 204 años. Es de desear que este acto de justicia pueda concretarse muy pronto.

Sobre el autor de esta nota:

Roberto L. Elissalde: Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

Esta nota fue publicada originalmente en laprensa.com.ar

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