Próspero Palazzo, el primer mártir de la aviación argentina

Próspero Palazzo nació el 17 de octubre de 1904 en San Miguel de Tucumán y fue, por el accidente ocurrido el 23 de junio de 1936, el primer mártir de la aviación argentina cuando, a los 32 años, se estrelló a bordo de su avión, el Laté 293, matrícula F-AJUXUn, que había despegado desde Bahía Blanca y que tenía como destino final Río Grande.

El avión había hecho escalas en San Antonio Oeste y en Trelew y como se anunciaba un violento temporal de viento y nieve, se decidió que el viaje continuara sin pasajeros, y así Próspero y Enrique César Brugo continuaron hasta que, a la altura de Puerto Visser, sufrieron las inclemencias del tiempo, que determinó la caída del avión y la muerte de los dos tripulantes.

Palazzo se interesó por la aviación desde joven y así comenzó a realizar distintos trabajos en el aeroclub de San Miguel de Tucumán, donde como vieron su potencial lo becaron para que estudiase la carrera de piloto. Con las mayores calificaciones, el joven Próspero se recibió de piloto civil en 1925.

Luego de realizar el servicio militar en El Palomar, Buenos Aires, Próspero volvió a Tucumán, donde alternó su carrera de piloto con vuelos sanitarios, de pasajeros y de correspondencia, con otra de sus pasiones: enseñar a los más jóvenes a volar.

En 1929 se mudó a Bahía Blanca, donde comenzó a trabajar en la Aeroposta Argentina, empresa que vinculaba las ciudades patagónicas y que, entre otros, tenía a un piloto que luego iba a ser famoso por sus libros, sobre todo por “El Principito”, como fue Antoine de Saint Exupéry.

El nombre de Próspero Palazzo se unió a otro héroe de la aviación, como Jean Mermoz, de quien fue su copiloto en la ruta que iba desde Bahía hacia Comodoro Rivadavia, donde luego se radicó para, casi de inmediato, comenzar a trabajar y crear el Aeroclub de la ciudad, tarea que concretó el 25 de abril de 1935.

El 23 de junio de 1936, en uno de sus vuelos y cuando las condiciones climáticas no aconsejaban seguir, Palazzo decidió continuar viaje y así encontró la muerte, junto a Enrique César Brugo, cuando en vano intentó aterrizar su avión, abatido por el viento, cerca de Puerto Visser. La maniobra, complicada, dependía no solo de la pericia del piloto, que estaba claramente demostrada, sino también de la geografía. La nave no pudo sortear el cerro en el que se estrelló cerca de Pampa Salamanca, a 200 metros de la costa.

Luego de recibir la denuncia de un vecino que pasó por el lugar y vio el fuego, una patrulla salió de Comodoro Rivadavia a rescatarlo, pero por la fuerte nieve no se pudo hacer mucho ya que la nave no podía divisarse. El avión recién fue encontrado tres días después del accidente por Vito, otro pionero y hombre fundacional de la aviación en la región, que escribió otra parte importante de la historia cuando ya desvinculado de la Aeroposta siguió trabajando con el cielo y los aviones en su mente y corazón.

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