Primer izamiento de la Bandera Argentina

Bartolomé Mitre (1821-1906) fue un político, militar, historiador, escritor, periodista y estadista argentino. En 1870 fundó el diario La Nación, uno de los más antiguos del país que continúan activos. Escribió libros de historia sobre la figura de Manuel Belgrano y José de San Martín.

(…) El día 27 era señalado para inaugurar las baterías, a las cuales había bautizado con dos nombres simbólicos, que traducían las aspiraciones de su alma. Batería de la Libertad llamó a la de la barranca, y de la Independencia a la de la isla. Deseando coronarlas con un pabellón digno de estos nombres, que representaban dos grandes ideas, resolvió enarbolar resueltamente en ellas el estandarte revolucionario, a cuya sombra debía conquistarse una y otra. En consecuencia, escribió con aquella fecha al gobierno: “Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, mandéla a hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de vuestra excelencia”.

En la tarde del día indicado se formó la división en batalla sobre la barranca del río, en presencia del vecindario congregado por orden del comandante militar. A su frente, se extendían las islas floridas del Paraná que limitaban el horizonte; a sus pies se deslizaban las corrientes del inmenso río, sobre cuya superficie se reflejaban las nubes blancas en fondo azul de un cielo de verano, y el sol que se inclinaba al ocaso, iluminaba con sus rayos oblicuos aquel paisaje lleno de grandiosa majestad. En aquel momento, Belgrano, que recorría la línea a caballo, mando formar cuadro, y levantando la espada, dirigió a sus tropas estas palabras: “Soldados de la Patria: en este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional: en aquel (señalando la batería Independencia) nuestras armas aumentaran sus glorias. Juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sud será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!” los soldados contestaron con un prolongado ¡Viva! Y dirigiéndose en seguida a un oficial que estaba a la cabeza de un piquete, le dijo: “Señor capitán y tropa destinada por primera vez a la batería Independencia: id, posesionaos de ella, y cumplid el juramento que acabáis de hacer.” Las tropas ocuparon sus puestos de combate. Eran las seis y media de la tarde, y en aquel momento se enarboló en ambas baterías la bandera azul y blanca, reflejo del hermoso cielo de la patria y su ascensión fue saludada con una salva de artillería. Así se inauguró la bandera argentina.

Esta escena nueva, calculada para impresionar los ánimos por sus formas escénicas, y comprometer a los tímidos en todas las consecuencias de la revolución, causó tanto entusiasmo en las tropas, como sorpresa y desagrado en el Gobierno. Todos dieron al acto el significado que realmente tenía, y vieron en él algo más que el preliminar de la declaratoria de la independencia. Evidentemente todos los hombres de la revolución marchaban a ese fin, y aunque se gobernaban aún a nombre de Fernando VII, obraban como si realmente hubiese tenido lugar la emancipación. A la sombra de la corona de un monarca cautivo, organizaban una verdadera república democrática. Esta política prudente, que iba convirtiéndose en pusilánime, servía a la vez de escudo a los trabajos trascendentales de los patriotas, que sabían adonde iban, y de antifaz a los tímidos que vivían con el día y tenían en vista reservarse una retirada para todo evento. Esta política, se avenía mal con la franqueza y el ardor de los patriotas como Belgrano, que quería que la revolución quemase sus naves, porque esperaba más del entusiasmo de los pueblos una vez declarada la independencia, que de la invocación hipocrática de nombres en los que nadie creía.

Declarada la escarapela azul y blanca con la denominación nacional, quiso creerse autorizado para enarbolar una bandera con los mismos colores, lo que importaba lo mismo que anunciar la aparición de una nueva nación. Este acto aislado, en oposición a un plan de política sistematizada que presidía a la gestión de los negocios públicos, solo habría tenido consecuencias trascendentales impuesta por un general prestigioso al día siguiente de una victoria o decretada por una asamblea. El gobierno no podía por lo tanto prestarle su sanción, así es que le contestó reprobando su conducta y mandó arriar la bandera.

Texto extraído del sitio: https://www.monumentoalabandera.gob.ar/page/historia/id/22/title/Primer-izamiento-de-la-Bandera-Argentina

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