La lucha por la igualdad de género sigue siendo uno de las asignaturas pendientes más importantes de nuestra sociedad. Aunque durante el siglo XX las mujeres han conseguido, en muchos países, acceder a derechos fundamentales como el voto, el aborto, los estudios o el divorcio, aún queda un largo camino por recorrer hasta que palabras como feminismo, empoderamiento o paridad dejen de ser una reivindicación y pasen a ser una realidad.
En la industria de la automoción la presencia femenina sigue siendo mucho más baja en comparación con la masculina, algo que no solo se refleja en los puestos de trabajo que ocupan las mujeres, sino también en la aún vigente creencia que asocia el sector del motor con el hombre.
Sin embargo no son pocas las mujeres que han dejado huella en la historia del automóvil. Inventoras, empresarias, ingenieras y pioneras han contribuido a la evolución de este sector sin dejar que las barreras del sexismo, la desigualdad y la discriminación las frenaran.
A lo largo de la historia, muchas de ellas decidieron luchar por conseguir un espacio destacado en un mundo que parecía ser dominado por los hombres y demostrar que el sexo femenino también podía hacer grandes cosas.
Aunque todos los días debería celebrarse el esfuerzo y el camino realizado por todas esas mujeres, hoy en especial queremos destacar la historia de Bertha Ringer: la primera mujer que contra todo pronóstico reinvirtió las leyes de la sociedad y se puso al volante.
Es posible que el nombre de Bertha Benz no te suene, o que simplemente lo hayas escuchado de refilón por ser la esposa del famoso fabricante de automóviles, Carl Benz. Sin embargo, hay que adentrarse más en su historia para saber que esta mujer tuvo un papel mucho más grande en la sucesión y el éxito de la lujosa compañía alemana.
Bertha Ringer nació en 1849 en el seno de una familia acomodada de Pforzheim (Alemania), en una época donde las mujeres no tenían acceso a la educación porque “los científicos afirmaban que el cerebro femenino era lógicamente incapaz de absorber y procesar tanta información; y que, además, pensar demasiado podría llegar a ser perjudicial para lo único para lo que habían estado creadas: su capacidad de procrear”, según recoge Mercedes-Benz en su biografía de Bertha.
Desde pequeña, Bertha mostró interés por el mundo del motor, aunque de una forma pasiva ya que ni su género ni su posición le permitían adentrarse en la industria. Su suerte cambió cuando en 1869 conoció a un pobre joven ingeniero que estaba trabajando en la creación de un carruaje a motor (sin caballos), Carl Benz.
Cuando Bertha alcanzó la edad para casarse, su belleza y su riqueza llamaron la atención de un gran número de pretendientes, no obstante y a pesar de las advertencias de su padre, ella solo tenía ojos para ese joven ingeniero.
Sin dudarlo, Bertha se casó con Carl Benz en 1872 y destinó parte de su fortuna, incluso antes de su boda, para financiar la nueva empresa de fabricación de máquinas industriales Benz & Cie. Tal y como le advirtió su padre, los primeros años de matrimonio fueron muy duros, la familia pasó hambre y el ridículo social les apuntaba. “Si bien Carl Benz era un genio del diseño no reconocido, el talento para los negocios no era uno de sus puntos fuertes”, apunta Mercedes-Benz. No obstante, a pesar de la miseria, ella nunca perdió la esperanza en el trabajo de Carl y “fue ella quien le dio el coraje para continuar”.
Tras años de duro trabajo, en 1885 Carl terminó su primer carruaje a motor y en noviembre de 1886 obtuvo la patente alemana Benz Patent-Motorwagen para su automóvil de tres ruedas con un motor de tracción trasera. Convirtiéndose así en el inventor del automóvil.
Desafortunadamente y por sorpresa de la familia el invento no triunfó y la gente no parecía mostrar interés por algo que años después revolucionaria la sociedad. En este punto, fue Bertha quien sin decirle a nadie y sin tener permiso de las autoridades, decide oponerse al mando, junto a sus hijos Richard y Eugen, del nuevo Benz Patent-Motorwagen en una trayectoria de 106 km desde Mannheim hasta Pforzheim que pasaría a la historia. Aunque su objetivo era demostrar al mundo la utilidad y la capacidad de ese invento, sin saberlo se convirtió en la primera mujer en conducir un vehículo.
Según explica Mercedes-Benz, las carreteras intransitables, la falta de combustible, las válvulas obstruidas o el cableado a punto de romperse no asustaron en ningún momento a Bertha. “Encontró una solución para cada dificultad en el viaje: recurrió a una liga, a un alfiler y saqueó las reservas de ligroína (éter de petróleo) de las farmacias a lo largo de la ruta. Incluso cuando el combustible se agotó completamente fuera de Wiesloch, y el automóvil tuvo que ser empujado por varios kilómetros, ella no dudo ni un momento en bajar y ayudar”.
Contra todo pronóstico, el plan tuvo éxito, y mientras algunos viandantes se quedaron perplejos al observar tal “monstruo humeante”, otros pedían realizar viajes de prueba.
16 años más tarde, en 1904, Emilia Pardo Bazán, considerada la mejor novelista española del siglo XIX, decidió subirse a un automóvil convirtiéndose así en la primera mujer española en conducir. A lo largo de su vida, fue una gran defensora de los derechos de la mujer, tanto en voz como en sus libros, donde siempre incorporaba ideas sobre la necesidad de modernizar la sociedad española y conseguir la igualdad entre mujeres y hombres.
TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN https://www.lavanguardia.com/motor/actualidad/20200306/473974451025/por-que-bertha-benz-es-un-icono-feminista-en-el-mundo-de-la-automocion-historia-mujeres-8-marzo-feminismo-mercedes-carl.html