Murphylogía: el poder de lo inexorable

Edward Aloysius Murphy, nacido en 1918, fue un ingeniero aeroespacial norteamericano. Se graduó en la Academia Militar de West Point en 1940, participó en la Segunda Guerra Mundial como mayor del Ejército y terminada la guerra trabajó en el Instituto de Tecnología de la Fuerza Aérea en proyectos de propulsión para vehículos sobre rieles. En 1949 estableció su famoso enunciado, luego conocido mundialmente como “Ley de Murphy”, que originalmente decía: “si hay varias maneras de hacer una tarea determinada y uno de esos caminos conduce al desastre, entonces alguien utilizará ese camino.”

En 1952, luego de renunciar a la Fuerza Aérea, trabajó diseñando fuselajes de aviones, sistemas de eyección para pilotos y sistemas de seguridad y controles de helicópteros, llegando a trabajar en los sistemas de seguridad del proyecto Apollo en la década del ’60.

Murphy no se sentía muy gratificado por el hecho de que su enunciado se tomara en chiste. Consideraba que su ley alentaba a cuidar al extremo los detalles de cualquier proyecto, lo que era muy importante desde un punto de vista estratégico defensivo, en el que siempre hay que pensar en el peor escenario posible.

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Edward Aloysius Murphy
Edward Aloysius Murphy

 

Murphy, que falleció en julio de 1990, recibió en forma póstuma el Premio Ig Nobel en el año 2003. Vale señalar que los Premios Ig Nobel son entregados anualmente en Harvard por la revista “Annals of Improbable Research” en reconocimiento a los logros de científicos que “primero hacen reír a la gente y luego la hacen pensar”, respetando los mismos rubros en los que se entrega el Premio Nobel original.

Muchísimos conceptos y enunciados relacionados o derivados de la Ley de Murphy se han vertido y consagrado en el saber popular desde hace años. La mayoría de ellos mantienen el tono humorístico-fatalista-inexorable de la ley original, tienen un porcentaje de certeza elevadísimo y ofrecen una especie de “alivio” ante lo inevitable. Así como se nos enseñan las leyes del universo, de la termodinámica (el “desorden” de un sistema está relacionado con lo murphyano) o del orden del cosmos, también es útil enterarnos de las características murphyanas de las jerarquías, las organizaciones, los sistemas y los objetos inanimados, aunque no tengan una explicación racional a nuestro alcance.

Así, desde el principo básico de la filosofía murphyana (“si algo puede salir mal, saldrá mal”) se desprenden varios conceptos afines. Veamos algunos de ellos:

Si existe la posibilidad de que varias cosas salgan mal, la que cause más perjuicios será la única que salga mal, o la que salga peor.

-Si usted percibe que hay cuatro posibilidades de que algo salga mal y logra evitarlas, aparecerá espontáneamente una quinta posibilidad.

– Si usted deja que las cosas fluyan espontáneamente, sólo logrará que vayan de mal en peor.

-Nada es tan fácil como parece y todo lleva más tiempo del que usted piensa.

-En cuanto se ponga a hacer algo, se dará cuenta de que hay otra cosa que debería haber hecho antes.

-Cualquier solución entraña nuevos problemas.

-Es inútil hacer cualquier cosa a prueba de tontos; los tontos siempre se superan a sí mismos y lo superarán a usted.

-La naturaleza siempre está de parte de la imperfección oculta, nunca estará de su lado.

 

Estas frases que resumen la filosofía murphyana dan lugar a muchísimos conceptos relacionados, conocidos en algunos casos por el nombre de quien los estableció por primera vez y en otros casos con nombres de fantasía.

Es importante, para complementar el sentido del concepto original de Murphy, mencionar primero el Corolario Finagle a la Ley de Murphy: Lo que pueda salir mal, saldrá mal en el peor momento posible y en la peor secuencia posible.

Y son clásicas en el universo murphyano las denominadas “Leyes de Finagle” (Finagle no es una persona, es una denominación expresada con frecuencia en una religión parodiada a mediados del siglo XX).

Leyes de Finagle: 1- Si un experimento funciona, es que algo está mal. 2- No importa cuál sea el resultado previsto, siempre habrá alguien impaciente por malinterpretarlo. 3- En cualquier grupo de datos, la cifra que evidentemente es correcta, seguramente es errónea. Si le pide ayuda a alguien, no sabrá ver el error; pero cualquiera que eche un vistazo sin que usted se lo pida, lo verá inmediatamente. 4- Si algo se ha atascado, todo lo que haga para arreglarlo sólo conseguirá empeorarlo.

En concordancia con estos conceptos se encuentra una serie de premisas relacionadas que redoblan la apuesta de la ley original. Por ejemplo:

Anexo de Schatterly: Si algo no puede salir mal, de todos modos saldrá mal.

Corolario de Farndick: Después de que las cosas hayan ido de mal en peor, el ciclo se repetirá.

Corolario de O’Toole: La perversidad del universo tiende hacia el máximo. Se aprecia aquí un indisimulable paralelo con la ley de la entropía (segundo principio de la termodinámica).

Luego de establecer estas “premisas madre”, hagamos un recorrido brevísimo y resumido por el universo murphyano, destacando los enunciados más conocidos:

Leyes de Chisholm: 1- Cuando las cosas estén saliendo bien, algo hará que empiecen a salir mal. 2- Cuando parece que ya nada puede ir peor, empeora. 3- Cuando parezca que las cosas mejoran, es que se ha pasado algo por alto.

Ley de la idea genial: Cuando a usted se le ocurra la solución ideal, a alguien ya se le ha ocurrido antes y habrá resuelto el problema, sólo que usted aún no lo sabe.

Ley de la mentira: Aún demostrando claramente que algo es mentira, siempre habrá un porcentaje de gente que creerá que es verdad.

Ley de Kranske: Si usted explica algo con tanta claridad que nadie pueda malinterpretarlo, no se preocupe, alguien lo malinterpretará.

Son muchas las situaciones cotidianas que ocurren siguiendo la Ley de Murphy y sus derivaciones; aquí hay algunas de ellas:

No se puede saber la profundidad de un charco hasta que no se ha metido el pie en él.

-Si se le cae una tostada, sea al piso o sobre su ropa, caerá del lado en que está untada.

-Cuando usted llegue a la parada del colectivo, el mismo acaba de irse, y el próximo vendrá con retraso.

-El pronóstico meteorológico siempre se equivocará en su contra.

-La cláusula de garantía expira un día antes de que descomponga lo que usted ha comprado (no importa de qué se trate).

-Al pedir un crédito, usted tiene que demostrar que no lo necesita.

-Cuando finalmente usted entendió un programa, ya es antiguo y hay que implementar otro.

-Cuando esté usando sus zapatos nuevos, inevitablemente pisará una baldosa floja y los ensuciará.

-Las promesas sobre los plazos de entrega (de lo que sea) deben multiplicarse por un factor igual o mayor a 2.

-Las piezas intercambiables demostrarán que no lo son.

-Las especificaciones del fabricante sobre el rendimiento de algo deben multiplicarse por un factor igual o menor a 0,5.

-Las afirmaciones del personal del departamento de ventas de cualquier empresa sobre el rendimiento deben multiplicarse por un factor igual a 0,25.

-En una autopista, usted irá siempre por el carril más lento, no importa cuántas veces se cambie de carril.

-La pieza que tenga que ser reemplazada será la más difícil de conseguir.

-Un aparato que ha tenido un buen funcionamiento en las pruebas, en el laboratorio o en el taller, no se comportará igual en la práctica.

-Si se encuentra un objeto que estaba perdido, desaparecerá otro.

-La forma más rápida de encontrar algo es empezar a buscar otra cosa.

-Las cosas siempre se encuentran en el último lugar en que se busca.

Principios telefónicos de Frank: 1- Si tiene lápiz, no tiene papel. 2- Si tiene papel, no tiene lápiz. 3- Si tiene las dos cosas, nadie le deja un recado.

Ley sobre la dinámica del dinero: Un ingreso imprevisto siempre viene acompañado de un gasto inesperado por la misma cantidad.

Ley de Heid: Llegue a la hora que llegue, siempre habrá cola. Si se queda en la cola, no se moverá. Si decide irse y volver después, habrá más gente.

Ley de Dude: De dos acontecimientos posibles, sólo ocurrirá el no deseado.

Ley de Ken: Una partícula que se desplaza, buscará el ojo más próximo.

En el ámbito laboral, la filosofía murphyana se verifica de manera implacable:

Principio de Hoffstedt: La confusión crea empleo.

Principio de Murphy sobre el empleador: Cualquier jefe despedirá a un empleado que siempre tenga razón.

Principio de Owen: Toda organización tiene asignado cierto número de plazas para personas no calificadas. Cuando una de esas personas no calificadas deja el puesto, se contrata a otra de similares características.

Principio de Goia: La persona menos calificada es la que da más opiniones.

Leyes de Mitchell: 1- Cualquier problema sencillo se puede convertir en insoluble si se celebran suficientes reuniones para discutirlo. 2- Una vez que se presente en una junta la forma de arruinar un proyecto, esta será aceptada como la solución más acertada. 3- Después de que esa solución haya hecho fracasar el proyecto, todos los que la habían apoyado dirán: “A mí no me terminaba de convencer…”

Leyes de Conway: 1- En una organización, siempre hay una persona que sabe de qué se trata la cosa. Hay que despedirla inmediatamente. 2- No permita que sus superiores se den cuenta de que usted es superior a ellos.

Leyes de Spencer: 1- Cualquiera puede tomar una decisión con los datos suficientes. 2- Un buen gerente puede tomar una decisión sin datos suficientes. 3- Un gerente perfecto puede trabajar en la más completa ignorancia.

Ley de Drew: El cliente que paga menos es el que más se queja.

Dilema del trabajador: 1- Haga lo que haga, nunca será suficiente. 2- Lo que no haga siempre será más importante que lo que haga.

Ley de Jones: El hombre capaz de sonreír cuando las cosas van mal, ya ha pensado a quien le echará la culpa.

Lamento de Harris: Los buenos puestos de trabajo ya están ocupados.

Leyes de Parkinson: 1- Los gastos aumentan hasta cubrir los ingresos. 2– Expansión implica complejidad y la complejidad deterioro. 3– Si existe una manera de retrasar una decisión importante, una burocracia eficaz, pública o privada, la encontrará. 4– No discuta nunca con un tonto. Puede que la gente no aprecie la diferencia.

Directamente relacionado con la filosofía Murphyana se encuentra otro principio clásico e indiscutible: el Principio de Peter, establecido por el doctor Lawrence J. Peter en 1969 y desarrollado en un memorable libro.

El Principio de Peter sostiene que “en cualquier jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia.” Esta tesis se complementa con otros conceptos: con el tiempo, todos los puestos tienden a ser ocupados por un empleado incompetente, mientras el trabajo lo realiza un empleado que todavía no ha alcanzado su propio nivel de incompetencia. En cualquier empresa humana, el trabajo busca el nivel jerárquico inferior.”

Los preceptos de Murphy y su filosofía nos rodean en cada momento de nuestras vidas. Podemos resignarnos a ellos, sonreir, relajarnos, aceptarlos, combatirlos o desafiarlos. En definitiva, lo que hagamos con ellos termina siendo lo que marca nuestra personalidad.

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