Fue la primera mujer en graduarse de una escuela secundaria en Ecuador, la primera médica de su país y también la primera en ocupar cargos de elección popular.
Pero su logro más recordado es haberse convertido en 1924 en la primera mujer de Latinoamérica en ejercer el derecho a voto.
Y abrió la veda para que muchas otras pudieran hacerlo después.
Una mujer adelantada a su tiempo
Hildalgo, hija de una costurera y un comerciante, era la menor de seis hermanos. Fue criada por su madre, Carmen Navarro, después de que el padre, Manuel Hidalgo, falleciera cuando era pequeña.
Sin duda, tuvo fuertes convicciones desde joven.
En una época en que las niñas completaban su formación a los 11 años, ella expresó su deseo de continuar sus estudios y hacer la secundaria.
Pero Matilde Hidalgo fue un paso más allá. Entró en la universidad y eligió una carrera que entonces no cursaban las mujeres: medicina.
Se doctoró en 1921 la Universidad Central, en Quito, después de haberse graduado como médica en la Universidad de Azuay (hoy Universidad de Cuenca) con las más altas calificaciones.
Dos años después se casó con Fernando Procel, un prestigioso abogado ecuatoriano con quien tuvo dos hijos. El más joven, Fernando, fue médico como ella.
Además de la medicina, a Matilde Hidalgo le gustaba la poesía y publicó varios poemas en los que abordaba temas como la naturaleza, la ciencia o el amor.
Se leer y escribir… ¡puedo votar!
El día de 1924 de elecciones legislativas en que se abrieron los registros de empadronamiento, Hidalgo pidió ser registrada para votar.
Al principio, los funcionarios le negaron el derecho a voto.
Su respuesta fue citar la Constitución nacional, que no hacía mención alguna al género: “Para poder ejercer el derecho al voto el único requisito es ser mayor de 21 años y saber leer y escribir“.
La cosa no quedó ahí. Su solicitud fue elevada al Consejo de Estado, que decidió otorgarle el derecho tras una votación unánime.
Cinco años más tarde, en 1929, el país aprobó el sufragio femenino, convirtiéndolo en el primer país latinoamericano -junto a Puerto Rico- en donde las mujeres participaron en comicios nacionales.
Un década después, en 1941, Hidalgo volvería a hacer historia, al ser la primera mujer en postularse a un cargo de elección popular en Ecuador y la primera elegida como administradora pública.
El gobierno ecuatoriano reconoció sus logros, premiándola con la Medalla al Mérito y la Medalla de Salud Pública, y en su Loja nativa construyeron un museo en su honor.