Tenía un Fiat 600 celeste (“fitito”) que necesitaba empujones para arrancar y trabajaba en una silla de paja atada con alambre pero donó todos los sueldos y premios que ganó durante su actividad como investigador al Instituto que hoy lleva su nombre.
No saldrá nota en un diario, no será trending topic en Twitter pero desde acá lo recordamos y le agradecemos por todo lo que hizo por la ciencia en Argentina y en el mundo. ¡Feliz cumpleaños doc!