Nació en San Petersburgo, el 12 de febrero de 1861, bajo el nombre de Louise Gustávovna Salomé, en el seno de una familia de expatriados alemanes protestantes. Era la menor de los seis hijos (5 varones y ella) del matrimonio entre Gustav von Salomé, un general del ejército imperial ruso, y de Louise Wilm, la hija de un rico fabricante de azúcar. A los diecisiete años y en busca de una educación más allá de la típica para una mujer en ese lugar y época, convenció al predicador holandés protestante, pero poco ortodoxo, Hendrik Gillot de enseñarle teología, filosofía, religión y literatura francesa y alemana. Con él profundizó sus conocimientos sobre esas materias y encontró la vida espiritual que anhelaba (Lou empezó a perder la fe cuando era niña en Rusia, entre otras cosas porque Dios no respondió a sus preguntas sobre por qué un par de muñecos de nieve desaparecieron repentinamente bajo el sol, como relató en su “Mirada retrospectiva“, y, más agudamente, durante la adolescencia, tras la muerte de su amado padre en 1879) gracias a sus enseñanzas acerca del pensamiento de Baruch Spinoza e Immanuel Kant, así como la perspectiva de un mundo libre de cadenas y convenciones. Gillot, a pesar de ser veinticinco años mayor, de estar casado y de ser padre de dos hijos de la misma edad que su alumna, se enamoró de Lou (sobrenombre con el que él la bautizó, el cual le valdría de sustantivo propio por el resto de su vida), hasta el punto que planeó divorciarse de su esposa para casarse con ella, cuestión a la que la pubescente se negó tajantemente y con ubérrima indignación. Él sería el primero de una larguísima lista de mentores que devendrían en pretendientes férvidos a los que Lou rechazaría perentoriamente durante su intensa vida y, posteriormente, el numen para su novela “Ruth”.
En septiembre de 1880, a sus 20 años, Lou viajó con su madre a Zúrich con el fin de inscribirse para estudiar en la universidad. Suiza era en esa época el único país de habla germana donde las mujeres tenían permiso para cursar una carrera universitaria sin restricciones. Aunque la señora Wilm no veía con buenos ojos estos planes de su hija, tuvo que ceder finalmente al profundo deseo de Lou de estudiar. El viaje también lo hicieron para beneficiar la salud física de la joven, quien en aquel tiempo tosía sangre, misma razón por la que, al año siguiente, tuvo que dejar de asistir a clases y viajar con su madre a Roma en busca de un clima más cálido y asistencia médica especializada, y que la inspiró a escribir su poema “Himno a la vida”, el cual le regaló a Nietzsche tiempo después y este musicalizó. En Roma, por recomendación de uno de sus profesores en Zúrich, el historiador del arte Gottfried Kinkel, Lou conoció a la escritora alemana Malwida von Meysenbug, una personalidad muy conectada con el círculo intelectual y artístico europeo. Entre ellas se desarrolló una profunda amistad y en su casa empezó una de las fases más decisivas de su vida. Allí, en una reunión de escritores y pensadores amigos de Malwida, fue donde se relacionó por primera vez con el filósofo positivista (y jugador compulsivo) Paul Rée quien, flechado por Lou, le escribió a su amigo Nietzsche acerca de ella. “Saluda a esa rusa de mi parte, si tiene algún propósito: deseo esa especie de alma. (…) con lo que tengo en mente para los próximos diez años, la necesitaré. El matrimonio sería un capítulo completamente diferente; como máximo, podría aceptar un matrimonio de dos años…”, le respondió Nietzsche, quien efectivamente quiso emprender ese “capítulo” de su vida con ella. Se lo propuso una y otra vez después de que finalmente la conoció en la Basílica de San Pedro en marzo de 1882, cuando la saludó diciendo:”¿En virtud de qué estrellas hemos ido a encontrarnos los dos aquí?” -Al parecer, hasta en las más grandes mentes hay lugar para la cursilería-.
Lou rechazó las propuestas connubiales tanto de Nietzsche como de Rée, pero les hizo una contraoferta: unirse en una tríada de producción y trabajo intelectual, en una especie de comuna célibe docta, en la que se la pasarían discutiendo filosofía, literatura y arte. La idea, que los dos filósofos encontraron encantadora (una foto en la que aparecen los tres, con Lou conduciendo un carro, fue una alegoría de ese pacto al que llamaron una “santísima trinidad”) a otros les pareció escandalosa, particularmente en el prestigioso círculo del compositor Richard Wagner y especialmente a uno de sus miembros: la hermana de Nietzsche, Elisabeth. No sólo Rée era de origen judío, sino que su pensamiento tenía marcadas influencias de Charles Darwin, la ciencia materialista y ensayistas franceses como La Rochefoucauld. Todo lo que repudiaban. Además, una convivencia en esos términos violaba las reglas morales. Encima, para Elisabeth, Lou significaba una amenaza aberrante, porque acaparaba la atención de su hermano, a quien adoraba y celaba con virulencia y acritud exorbitantes (su cercanía le produjo un odio tan profundo que la sometió a décadas de vilipendio público; tan vil y ponzoñosa fue que, 50 años más tarde, ante el mutismo de Lou, Freud perdió los estribos. “A menudo me ha molestado ver tu relación con Nietzsche mencionada de una forma que es obviamente hostil en tu contra y que es imposible que corresponda con los hechos. Has sido demasiado decente. Espero que ahora por fin te defiendas” [carta de Freud a Salomé, fechada el mayo 8 de 1932]. Lou nunca lo hizo. -Sospecho que, por respeto a su amigo, ya que a fin de cuentas era su hermana, y a su concepción acerca del mundo interno de la mujer (la cual desarrolló en un ensayo psicoanalítico titulado “Sobre la mujer”), al que consideraba (bastante mal influenciada por las ideas de Karl Kraus) cargado de una fuerza sentimentalista y eternamente maternal-).
Los tres viajaron con la madre de Lou a través de Italia, Suiza y Alemania, visitando amigos, conocidos y familiares de los filósofos, además de museos y espacios culturales de diversa índole. Durante el periplo -enfervorizados de reciprocidad intelectual- decidieron que debían establecer su comuna Winterplan. La señora Wilm, quien era de carácter conservador y puritano, no estaba para nada de acuerdo con la idea e intentó disuadir a su temeraria y libertaria vástaga de que volviera con ella a casa, pero no consiguió cometido alguno y decidió aceptar la voluntad de Lou y regresar sola a San Petersburgo, dejando a la “santísima trinidad” seguir su peregrinaje. En octubre de 1882, cuando llegaron a Leipzig, Salomé y Rée se separaron de Nietzsche (después de que Nietzsche volviera a pedirle a Lou matrimonio, alegando que ella era la única mujer que era capaz de entenderlo, y que Lou volviera a negarse rotundamente y él enloqueciera de furia egotica), y viajaron a Berlín, donde vivieron juntos en una relación platónica, socializando con un círculo de amigos meramente masculino y mayormente cientificista, que la ungió como “la dama de honor”. Feliz en medio de discusiones filosóficas y científicas, bajo el seudónimo de “Henri Lou”, Salomé publicó su primer libro, la novela filosófico-psicológica “En la lucha por Dios” (una prefiguración de sus futuras narraciones y ensayos, que redactó en el verano de 1883 en el balneario austriaco de Gries-Meran durante unas vacaciones con Paul Rée. En la obra exteriorizó recuerdos infantiles, la cuestión del significado psicológico de la religión, la posición problemática de la mujer de su tiempo, las complicaciones del amor, la separación de la familia y el significado de lo artístico, abordando el curso de la vida y el calvario del hombre moderno, cuya individuación no podía ser ya comprendida por la religión y la moral tradicionales. La novela fue una justificación de la pérdida de la fe por el conflicto con el pensamiento racional). A poco de haberlo publicado, y de haberse relacionado amorosamente con el sociólogo Ferdinand Tönnies y el psicólogo Hermann Ebbinghaus, Lou y Paul dejaron de vivir en la misma casa, viéndose sólo los fines de semana y acabando definitivamente su relación afectiva en torno a la primavera de 1887.
Tras romper con Rée, apareció en la vida de Lou el que llegaría a ser su marido, Carl Friedrich Andreas, el más competente iranista de la época, que alcanzó la cátedra de Lengua Persa y Lengua Turca en Berlín y luego de Filología Iranista y de Lenguas del Asia Occidental en Gotinga. Empezaron a convivir a finales de 1887 y, después de un chantaje de Andreas (que intentó suicidarse ante Lou para obligarla a casarse con él, clavándose una navaja en el pecho, que afortunadamente se rompió antes de alcanzar el corazón), se casaron. La boda civil tuvo lugar en 1888 en San Petersburgo y la ceremonia eclesiástica en Santpoort (Holanda), con el oficio de Hendrik Gillot. En “Mirada retrospectiva“, la ya apellidada Andreas-Salomé dedicó un cariñoso capítulo a su esposo, con el que se sabe que no llegó a consumar el matrimonio (se mantuvieron célibes), viviendo cada cual su vida, incluso en pisos distintos de la casa de Gotinga (hasta el punto que Carl tuvo, en 1905, una hija con la señora que cuidaba del hogar, Marie Stephan, que compartía la planta baja con él). Tras el asentamiento en Gotinga, a partir del otoño de 1903, Lou Andreas-Salomé viajó por toda Europa, aunque siempre tenía tal ciudad alemana como punto fijo de referencia, lugar donde estaba el domicilio familiar, en el que se vivían difíciles situaciones en la pareja, que en más de una ocasión se plantearon el divorcio o el suicidio de ambos. En su búsqueda de autonomía, Lou obtuvo dinero por medio de sus artículos y libros. En uno de ellos, “Personajes femeninos de Henrik Ibsen“, publicado en 1892, planteó la cuestión de la necesidad de libertad y sus soluciones en mujeres prisioneras de variadas circunstancias. Este trabajo literario dotó a Lou de un halo notable de prestigio entre cierto público, que compró su obra y la convirtió en un éxito editorial (busilis que se repitió en varias oportunidades a lo largo de su carrera intelectual). Entre su producción de esa época pueden destacarse: “Friedrich Nietzsche en su obra“, “Ruth” y “De un alma extraña“.
Al inicio de la década de 1910, apareció un nuevo libro de Lou con el título de “El erotismo“, obra de setenta páginas, donde el tema central era la sexualidad femenina (o el “el eterno femenino”), con un discurso convincente desde un enfoque cercano al psicoanalítico (teoría a la cual aún no había accedido). La obra fue un canto progresista al amor libre y a la infidelidad -lo que quizás era una especie de construcción defensiva frente su propia vida-. Según ella, la sexualidad debía entenderse como una necesidad puramente fisiológica, como el comer o el beber, una necesidad arraigada en procesos corporales estrictamente biológicos, una fuerza animal, aunque en el ser humano se añada, en ocasiones, una idealización romántica que puede convertir el sexo en amor, pero donde lo que late en el trasfondo es el deseo de prolongar las sensaciones sexuales. Pero como todos los deseos animales, manifestaba Lou, la sexualidad queda rápidamente satisfecha y exige variación, de forma que esta necesidad termina muriendo por saciedad; además, la repetición del acto sexual con una misma persona disminuye la tolerancia, destruye el encanto y empuja el deseo hacia la búsqueda de otras experiencias eróticas, de forma que la vida amorosa natural se basa en el principio de la infidelidad, para así poder seguir experimentando el elixir de la juventud. Estas ideas, que algunos enmarcaban -y siguen enmarcando- en una “sexualidad libertaria”, eran en todo caso una constante de la época, al menos en el ambiente intelectual, habiendo sido un gran defensor de la alternativa poligámica Otto Gros, un psiquiatra freudiano que fue tratado por Jung, al que sin duda influyó en su comportamiento sexual. Por otro lado, Lou defendía en esa obra que el impulso sexual alienta el afán de la fusión completa en las células elementales, como las amebas, de forma que concepción, nacimiento, muerte e inmortalidad suponen el mismo proceso que se da en la fusión. Sin embargo, habida cuenta de la diferenciación celular del hombre, con una especialización específica dada por una serie de células y órganos sexuales, en los humanos el amor físico es una unión parcial, aunque tras ella siempre palpite el deseo a la búsqueda de la fusión total. Finalmente, Lou colocó como aspectos diferenciados de una misma fuerza vital el amor sexual, la creación artística y el fervor religioso, ya que en estos dos últimos estados también laten elementos eróticos: el símbolo de este triple aspecto de la fuerza vital es la mujer como amante, madre y virgen, la cual tiene grandes afinidades con el artista y el genio.
Tras la ruptura con Zemek, Lou volvió a enamoriscarse, esta vez del psiquiatra Poul Bjerre. Lo conoció en Estocolmo, en agosto de 1911, durante una visita a la escritora Ellen Key, que era una pariente lejana de Bjerre, un hombre casado y más joven que ella (15 años menor, al igual que Rilke). Bjerre dejó constancia escrita del impacto que Lou causó en él, en la que rubricó con precisión su personalidad narcisista. “Era una persona excepcional; esto se notaba enseguida. Poseía el don de hacerse cargo inmediatamente del modo de pensar de otra persona, en especial cuando la amaba (…) Recuerdo también que me sentí horrorizado cuando me habló del suicidio de Rée ¿Y no sientes remordimientos?, le pregunté. Ella se echó a reír y me dijo que los remordimientos eran síntomas de debilidad (…). Lou parecía indiferente por completo a las consecuencias que pudieran tener sus actos (…). Tenía una extraordinaria fuerza de voluntad y le producía una gran alegría triunfar sobre los hombres. Podía inflamarse, sí, pero sólo por un momento y con una pasión de singular frialdad (…). Sí, destruyó matrimonios y vidas humanas, pero, en lo espiritual, su proximidad resultaba fructífera, estimulante y hasta excitante (…). Sostuvimos estrechas relaciones durante casi dos años y viajamos juntos (…). Pero cuando, en 1913, volví a verla en Múnich, había cambiado por completo, se había apartado de mí para seguir a Freud. Necesitaba un nuevo nombre para su colección: y estaba también el joven Tausk, que la amaba desesperadamente y que después se suicidaría (…). Tenía gran facilidad para las lenguas. Podría decirse que combinaba una extraordinaria intuición con una mente excepcional (…). Me contó que había estado encinta pero que no pudo o no quiso ser madre (…). No podía sacrificarse, no podía entregarse por entero, ni siquiera en el más apasionado abrazo. Y no era porque fuese frígida. Espiritualmente podía concentrarse en determinada persona, pero fundirse con ella, no. Tal vez consistiera en esto la tragedia de su vida…”. Poul Bjerre fue quien la invitó y la acompañó al III Congreso Psicoanalítico Internacional que se celebró en Weimar del 21 al 23 de septiembre de 1911 y le presentó a Freud. Lou quedó inmediatamente enganchada al psicoanálisis, mostrando una gran vehemencia por conocer con profundidad lo que era aquella teoría, comportándose, a pesar de sus cincuenta y un años, como una niña que acaba de descubrir un maravilloso juguete nuevo. Tras la finalización del citado congreso, Lou le escribió a Freud solicitándole la admisión en su grupo de estudio vienés, asegurando estar dispuesta a marchar a Viena durante una temporada para formarse en el nuevo -y sustancioso- saber. Freud aceptó encantado y Lou llegó a Viena el 25 de octubre de 1912, acompañada por su amiga Ellen Delp, a quien había conocido en la primavera anterior en Berlín, en el círculo de actores que se reunían en torno a Max Reinhardt, director del Deutsche Theater. Lou permaneció en Viena durante unos seis meses, desde la fecha anterior hasta abril de 1913, con el fin de asistir a los seminarios de Freud y de Adler (con quien, con el acaecer de las clases, desarrolló varias diferencias tanto epistemológicas como conceptuales).
Cuando Lou accedió al círculo psicoanalítico ya tenía una elevada reputación como escritora de vanguardia, especialmente como creadora de heroínas ficticias que representaban la nueva mujer que nacía en Europa, no sometida al yugo del matrimonio tradicional, a la estrecha maternidad o al tradicional papel masoquista en la sexualidad. A su vez, sus relaciones amorosas o amistosas con grandes personalidades de la época iban de boca en boca, todo lo que, sin duda, le abrió las puertas a un grupo que seguía instalado en cierto conservadurismo, el cual, inicialmente, mostró ciertas reservas en relación con sus posibilidades teóricas, hasta que, después de una exposición suya acerca de su entendimiento sobre el narcisismo durante uno de los encuentros en casa de Freud, fue avalada por Karl Abraham, quien le escribió a Freud que nunca había conocido a nadie con una comprensión tan amplia y sutil del psicoanálisis. Freud y Salomé establecieron una relación profesional y amistosa basadas en el respeto mutuo (como lo prueba el hecho de haber sido una de las pocas personas que tenía acceso a la vida familiar de Freud, llegando a ser, a partir de 1921, una especie de mentora de su hija Anna, dado que éste no confiaba mucho en el papel como educadora de su esposa Martha). Durante su estancia en Viena, Lou hizo amistad con algunos de los miembros de la Asociación Psicoanalítica, particularmente con Viktor Tausk, con el que estableció una relación erótica y compartió tareas intelectuales (tenían varios campos comunes de interés, como la filosofía spinoziana y el narcisismo). Tausk fue también responsable de iniciarla en el contacto con pacientes, permitiéndole asistir con él a las visitas que hacía en un hospital vienés de enfermedades nerviosas, la clínica neurológica de Frankl-Hochwarts. Salomé admiraba a Tausk por sus conocimientos y su elocuencia, captando que los conflictos que tenía con Freud tenían como raíz los celos mutuos, debidos a que tanto uno como el otro querían llegar primero a ciertas ideas y conclusiones. Cuando ella regresó a Alemania, y sobre todo cuando se instaló en Gotinga, dio por terminada la relación con Tausk, dejando de responder a sus cartas. Al enterarse por Freud que se había suicidado en agosto de 1919, le comentó en su misiva de respuesta del 25 de agosto que el problema de Tausk residía en que tenía un alma de fiera con un corazón tierno. A partir de 1915, en plena guerra mundial, Lou Andreas-Salomé abrió su consultorio psicoanalítico en Gotinga. La catástrofe bélica aumentó la demanda de asistencia psicológica, dado el estado de agotamiento de la psiquiatría académica. Tras dicha contienda, además, muchos psiquiatras antes escépticos comenzaron a darle al psicoanálisis un lugar entre las ofertas terapéuticas, lo que facilitó el aumento del prestigio de la brillante e intuitiva dévochki (forma irónica con la que se denomina a las mujeres rusas de más de cuatro décadas que, en su argot, significa “niña”). Así, algunos años después, en 1923, fue solicitada desde Königsberg para llevar a cabo cinco análisis didácticos a médicos internistas de la localidad, asistiendo también a varios pacientes. Durante esos años, a pesar de su enorme trabajo clínico, encontró tiempo para escribir y redactó varios artículos que publicó la revista Imago. De los trabajos psicoanalíticos allí propalados, el ensayo titulado “El narcisismo como doble dirección” de 1921 fue el más trascedente, porque fue con el que abrió nuevas vías al asunto del narcisismo en la línea que hoy se mantiene, por lo que es considerada su contribución más cotizada: el narcisismo no designa sólo un amor egoísta por sí mismo, sino también un amor al otro de naturaleza positiva, que posibilita la unión con él, que es de hecho lo que encanta a Narciso; el narcisismo, sostenía Salomé, se dirige tanto hacia la fusión como hacia la separación y tal es su doble dirección, de manera que Narciso es a la vez egoísmo (separación) y sexo (fusión) y de aquí que el amor narcisista pueda llegar a empobrecer al objeto amado, pues espera de él lo que nunca podrá obtener, la unión originaria con el Todo, con Dios.
Lou Andreas Salomé fue admirada por muchos (especial y particularmente por grandes mentes, las cuales, mayoritariamente, dejaron una significativa impronta en la historia del pensamiento occidental de principios del siglo XX) y temida por varios otros (que la encontraban demasiado independiente para ser mujer, criticándole su falta de interés por los temas entonces tenidos por femeninos, y la calificaban de exageradamente egocéntrica y le reprochaban la indiferencia que mostraba respecto a los sentimientos que despertaba en los demás, diciendo que su vitalidad era demasiado cerebral y su voluntad muy varonil). “La vida humana es poesía. Sin darnos cuenta la vivimos, día a día, trozo a trozo. Pero, en su inviolable totalidad es ella la que nos vive, la que nos inventa”, sostenía la barbiana intelectual rusa (redarguyendo así todas las críticas y habladurías de subjetividades adocenadas y repletas de bascosos mandatos patriarcales atávicos). La noche del 5 de febrero de 1937, Lou Andreas Salomé dejó de existir físicamente a causa de una uremia irreversible por un fracaso renal. Sus dos amigos más allegados de ese momento, el profesor emérito de filosofía Josef Koning y Ernst Pfeiffer, su albacea y último gran confidente, acompañaron su cadáver al tanatorio de Hannover. Ella había testado su deseo de que sus cenizas fueran esparcidas por el jardín del que había sido su hogar desde 1903, pero las leyes alemanas no permitían tal performance, por lo que terminó yaciendo junto a la tumba de su esposo en el cementerio de Gotinga. -Ni la muerte pudo separarla de aquel psicopático ser-. Freud redactó un obituario el mismo mes de su fallecimiento, en el cual, además de expresar su afecto y admiración intelectual, hizo una síntesis de la valoración que merecía dentro del psicoanálisis. Antes de morir, como si estuviera hablando consigo misma, se dice que dijo: “Si dejara que mis pensamientos vagaran, no encontraría ninguno. Lo mejor, después de todo, es la muerte”.
Links relacionados al texto:
– “Mirada retrospectiva”: https://docer.com.ar/doc/n11xecn
– “El erotismo”: https://gracielahierro.files.wordpress.com/2019/07/el-erotismo-lou-andreas-salome.pdf
– “Vida y obra de Lou Andreas Salome”, ensayo crítico sobre sus aportes a la cultura: https://eprints.ucm.es/id/eprint/9758/1/T31549.pdf
Biografía de personajes alrededor de Lou Andreas Salomé por orden de aparición en el texto:
Friedrich Wilhelm Nietzsche: (Röcken, Alemania, 15 de octubre de 1844 – Weimar, Alemania, 25 de agosto de 1900) fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán del siglo XIX, considerado uno de los filósofos más importantes de la filosofía occidental, cuya obra ha ejercido una profunda influencia tanto en la historia como en la cultura occidental. Nietzsche escribió sobre temas tan diversos como el arte, la filología, la historia, la religión, la ciencia y la tragedia. Hizo una crítica de la cultura, la religión y la filosofía occidental mediante la genealogía de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida.
Paul Rée: (Bartelshagen, Pomerania, 21 de noviembre de 1849 – Celerina, Suiza, 28 de octubre de 1901) fue un filósofo alemán.
Rainer Maria Rilke: (Praga, República Checa, en ese momento Imperio Austro-húngaro, 4 de diciembre de 1875 – Val-Mont, Suiza, 29 de diciembre de 1926) fue un poeta y novelista austríaco considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal.
Poul Carl Bjerre: (Gotemburgo, Suecia, 24 de mayo de 1876 – Vårsta, Suecia, 15 de julio de 1964) fue un psiquiatra sueco.
Victor Tausk: (Žilina, Eslovaquia, 12 de marzo de 1879 – Viena, Austria, 3 de julio de 1919) está generalmente considerado como uno de los pioneros del psicoanálisis.
Baruch Spinoza: (Ámsterdam, Holanda, 24 de noviembre de 1632 – La Haya, Holanda, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés de origen sefardí hispano-portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto al francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz.
Immanuel Kant: (Königsberg, Prusia, 22 de abril de 1724 – Königsberg, Prusia, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo y científico prusiano de la Ilustración. Fue el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal. Además es uno de los últimos pensadores de la modernidad, anterior a la filosofía contemporánea, cuyo origen suele situarse en 1831 tras la muerte de Hegel.
Johann Gottfried Kinkel: (Oberkassel, Alemania, 11 de agosto de 1815 – Zúrich, Suiza, 13 de noviembre de 1882) era un poeta alemán también recordado por sus actividades revolucionarias y su escape de una prisión en Spandau, Prusia, con la ayuda de su amigo Carl Schurz.
Malwida von Meysenbug: (Kassel, Alemania, 28 de octubre de 1816 – Roma, Italia, 23 de abril de 1903) fue una escritora y feminista alemana, amiga de Friedrich Nietzsche y Richard Wagner. Es la autora de” Memorias de una idealista“.
Wilhelm Richard Wagner: (Leipzig, Reino de Sajonia, Confederación del Rin, 22 de mayo de 1813 – Venecia, Italia, 13 de febrero de 1883) fue un compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical alemán del Romanticismo. Destacan principalmente sus óperas (calificadas como “dramas musicales” por el propio compositor) en las que, a diferencia de otros compositores, concibió también los libreto y las escenografías.
Therese Elisabeth Alexandra Förster-Nietzsche: (Röcken, Alemania, 10 de julio de 1846 -Weimar, Alemania, 8 de noviembre de 1935) fue hermana del filósofo alemán Friedrich Nietzsche y creadora del Archivo Nietzsche en 1894, y posteriormente miembro del partido nacionalsocialista alemán, gracias a las influencias de su marido, el antisemita Bernhard Förster.
Charles Robert Darwin: (Shrewsbury Inglaterra, 12 de febrero de 1809 – Down House, Inglaterra, 19 de abril de 1882) fue un naturalista inglés, reconocido por ser el científico más influyente (y el primero, compartiendo este logro de forma independiente con Alfred Russel Wallace) de los que plantearon la idea de la evolución biológica a través de la selección natural, justificándola en su obra “El origen de las especies“ (1859) con numerosos ejemplos extraídos de la observación de la naturaleza. Postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural.
Francisco VI, duque de La Rochefoucauld: (París, Francia, 15 de septiembre de 1613 – París, Francia, 17 de marzo de 1680) fue un aristócrata, escritor, político, militar, poeta y filósofo francés, conocido, sobre todo, por su libro “Reflexiones o sentencias y máximas morales” (1665).
Karl Kraus: (Gitschin, Bohemia, Imperio austrohúngaro, 28 de abril de 1874 – Viena, Austria, 12 de junio de 1936) fue un eminente escritor y periodista austriaco, conocido como ensayista, aforista, dramaturgo y poeta. Fundador del periódico Die Fackel, que mantuvo hasta su muerte, es considerado un importante escritor satírico por su crítica ingeniosa de la prensa, la cultura y la política alemanas y austriacas.
Ferdinand Tönnies: (Oldenswort, Alemania, 26 de julio de 1855 – Kiel, Alemania, 9 de abril 1936), sociólogo alemán, miembro fundador de la Asociación Alemana de Sociología.
Hermann Ebbinghaus: (Barmen, Prusia, 24 de enero de 1850 — Halle, Alemania, 26 de febrero de 1909) fue un filósofo y psicólogo alemán. Su pionera investigación sobre la memoria -cuyos resultados publicó en 1885- constituyó el primer estudio sobre un proceso psicológico superior usando el método experimental.
Clara Westhoff: (Bremen, Alemania, 21 de septiembre de 1878 – Fischerhude, Alemania, 9 de marzo de 1954), también conocida como Clara Rilke o Clara Rilke-Westhoff, fue una escultora alemana y esposa del poeta Rainer Maria Rilke.
Friedrich Carl Andreas: (Yakarta, Indonesia, 14 de abril 1846 – Gotinga, Alemania, 4 de octubre 1930) fue un orientalista de ascendencia alemana, malaya y armenia (descendiente de la familia real armenia Bagratuni) y esposo de Lou Salomé.
Friedrich Pineles: (Sanok, Polonia, 1868 – Viena, Austria, 1936) fue un médico polaco especializado en enfermedades nerviosas y profesor de medicina internista, además de director del Káiser Franz Josef Ambulatorium.
Otto Gross: (Gniebing, Austria, 17 de marzo de 1877 – Berlín, Alemania, 13 de febrero de 1920) fue un psiquiatra, psicoanalista y anarquista austríaco. Fue uno de los primeros discípulos de Sigmund Freud. Gross, defensor de una forma temprana de antipsiquiatría y de liberación sexual, desarrolló también una forma anarquista de psicología profunda (que rechazaba la necesidad civilizadora de represión psicológica propuesta por Freud). Adoptó una forma modificada de las teorías proto-feministas y neopaganas de Johann Jakob Bachofen, con la que intentaría devolver a la civilización a una postulada “Edad de oro” no jerarquizada. Fuertemente influido por la filosofía de Max Stirner, Friedrich Nietzsche y las teorías políticas de Piotr Kropotkin, influyó a su vez en D. H. Lawrence (a través de su affaire con Frieda von Richthofen), Franz Kafka y otros artistas, incluyendo a los fundadores del Dadaísmo en Berlín. Carl Gustav Jung afirmó que toda su cosmovisión se vio modificada cuando intentó analizar a Gross y parcialmente se le volvieron las tornas. Parece probable que otro psicólogo disidente, Wilhelm Reich, muchas de cuyas ideas son un reflejo de las de Gross, fuera deudor suyo. Durante sus últimos años de vida fue condenado al ostracismo y marginalizado de las historias de los establecimientos psicoanalíticos y psiquiátricos. Murió en la pobreza. Por haber sido un drogadicto bohemio durante su temprana juventud, a veces se lo considera el abuelo fundador de la contracultura.
Carl Gustav Jung: (Kesswil, Suiza, 26 de julio de 1875 – Küsnacht, Suiza, 6 de junio de 1961) fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis y ,posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica (también llamada “psicología de los complejos” y “psicología profunda”). Se lo relaciona a menudo con Sigmund Freud, de quien fuera colaborador en sus comienzos. Su abordaje teórico y clínico enfatizó la conexión funcional entre la estructura de la psique y la de sus productos, es decir, sus manifestaciones culturales. Esto le suscitó a incorporar en su metodología nociones procedentes de la antropología, la alquimia, la interpretación de los sueños, el arte, la mitología, la religión y la filosofía. Si bien Jung no fue el primero en dedicarse al estudio de la actividad onírica, sus contribuciones al análisis de los sueños fueron extensas y altamente influyentes.
Ellen Karolina Sofía Key: (Sundsholm, Suecia, 11 de diciembre de 1849 – Estocolmo, Suecia, 25 de abril de 1926) fue una escritora y feminista sueca con experiencia en los campos de la vida familiar, ética y educación. Una de sus obras fundamentales fue “Amor y Matrimonio” (1903) en la que defendió la idea de que las mujeres podían lograr su máximo desarrollo como seres humanos con la maternidad, pero al mismo tiempo destacaba la necesidad de la protección del Estado económica y políticamente ya que la dependencia económica de los años de crianza eran la causa de la subordinación femenina.
Ellen Delp: (Leipzig, Alemania, el 9 de febrero de 1890 – Isla de Reichenau, el 25 de febrero de 1990) fue una escritora y actriz alemana.
Max Reinhardt: nacido Maximilian Goldman (Baden, Austria, 9 de septiembre de 1873 – Nueva York, EEUU, 31 de octubre de 1943) fue un productor cinematográfico y director de teatro y cine que tuvo una importancia vital en la renovación del teatro moderno. Opuesto al naturalismo, produjo y dirigió obras teatrales y películas con decorados espectaculares, escenas de masas y música. Impulsó el expresionismo tanto en el cine como el teatro germanos. Fue miembro fundador, junto con Richard Strauss y Hugo von Hofmannsthal, del Festival de Salzburgo en 1920.
Alfred W. Adler: (Viena, Austria, 7 de febrero de 1870 – Aberdeen, Escocia, 28 de mayo de 1937) fue un médico y psicoterapeuta austriaco, fundador de la escuela conocida como psicología individual. Fue un colaborador de Sigmund Freud y cofundador de su grupo, pero se apartó de él en 1911 al divergir sobre distintos puntos de la teoría psicoanalítica.
Anna Freud: (Viena, Austria, 3 de diciembre de 1895 – Londres, Inglaterra, 9 de octubre de 1982) fue una psicoanalista austríaca de origen judío. Hija de Sigmund Freud, Anna centró su investigación en la psicología infantil.
Martha Bernays: (Hamburgo, Alemania, 26 de julio de 1861 – Londres, Inglaterra, 2 de noviembre de 1951, ) fue la esposa del psicoanalista austríaco Sigmund Freud y madre de sus seis hijos.
Karl Abraham: (Bremen, Alemania, 3 de mayo de 1877 – Berlín, Alemania, 25 de diciembre de 1925) fue un psicoanalista alemán, uno de los primeros discípulos de Sigmund Freud, con quien mantuvo correspondencia. En una ocasión Freud se refirió a él como “mi mejor alumno”
Josef Köning: (Kaiserslautern, Alemania, el 24 de febrero de 1893 – Gotinga, Alemania, el 17 de marzo de 1974) fue un filósofo alemán.
Ernst Pfeiffer: (Múnich, Alemania, 20 de diciembre de 1893 – Múnich, Alemania, 28 de mayo de 1955) era un entomólogo alemán especializado en lepidópteros. Fue editor y librero y último gran confidente de Lou Andreas Salomé, quien se encargó de recopilar sus memorias y de reeditar sus obras.