Los británicos eligen a Margaret Thatcher

Margaret Thatcher permanecería en el gobierno durante once años, más tiempo que cualquier otro primer ministro británico del siglo XX (fue reelegida en 1983 y en 1987), presidiendo el gobierno hasta 1990.

Thatcher, apodada “la Dama de Hierro” por su severidad y su aparente indiferencia ante sus adversarios y detractores, se propuso cumplir tres objetivos: apartar a Gran Bretaña del laborismo, reestablecer la vitalidad económica del país y controlar el movimiento sindical.

Durante casi cuarenta años, el gobierno había sido colaborativo con los sindicatos para mantenerse cerca del pleno empleo; las consecuencias de esa política, sin embargo, habían llevado a una pérdida de productividad, de competitividad en los mercados internacionales y a un aumento de la inflación.

En el “invierno del descontento” que desembocó en las elecciones de 1979, las huelgas llegaron a paralizar el país. Se llegó al extremo de que no se recogía la basura, no se distribuía combustible en tiempo y forma y las escuelas cerraban. El consenso general (y no parecía estar equivocado) era que los sindicatos habían adquirido demasiado poder.

Thatcher, (nacida Margaret Hilda Roberts), con un diploma en Química de la Universidad de Oxford y otro de abogada, casada con un acaudalado hombre de negocios de quien tomó su apellido) había sido ministro de educación en 1970, y a partir de 1975 fue la jefa del partido conservador, superando a Edward Heath, instancia en la cual radicalizó su orientación derechista.

Margaret_Thatcher-Reino_Graduada en Oxford

 

 

Margaret_Thatcher-ReinoMinistra de Educación

 

 

 

La primera parte del mandato de Margaret Thatcher estuvo orientada a quebrar el poder de los sindicatos, que constituían uno de los fundamentos de la influencia laborista. Thatcher limitó el derecho de huelga y las prerrogativas de los sindicatos. Ganó la pulseada contra el sindicalismo organizado derrotando al movimiento de mineros (huelga incluida) en 1984 y 1985, abriendo así el camino para el cierre de las minas británicas poco rentables.

También lanzó una política de austeridad presupuestaria y de reducción del intervencionismo estatal en todas las áreas, privatizando gran parte de las empresas del sector público (telecomunicaciones, energía, agua, aeropuertos, líneas aéreas, ferrocarriles, correos). Recortó gastos sociales y de salud y redujo la presión fiscal a las grandes empresas.

Los sistemas educativo y de salud comenzaron a sufrir las consecuencias; se desmantelaba el “Estado de bienestar” edificado después de la Segunda Guerra, decía la oposición. Su política interior reforzó el poder central en detrimento de las instituciones regionales y locales, y un uso enérgico de las fuerzas represivas imponía autoridad ante los movimientos de protesta. Su firmeza fue especialmente significativa en el conflicto con los nacionalistas de Irlanda del Norte, que no consiguieron doblegar a Thatcher ni siquiera con la huelga de hambre de los terroristas presos, episodio que trajo como consecuencia diez muertes.

En el plano económico se produjo un gran aumento del desempleo, llegando a haber tres millones de desocupados. Eso contribuyó aún más a disciplinar a la mano de obra, debilitar los sindicatos y reducir salarios, aunque paralelamente la economía británica recuperaba la competitividad perdida en los mercados internacionales.

Margaret_Thatcher-

 

 

Margaret_Thatcher-

 

 

Su alineamiento con Ronald Reagan alcanzó un punto culminante, en un momento en el que la tendencia conservadora mostraba predominancia mundial: Reagan había derrotado a Jimmy Carter en EEUU, en Alemania el demócrata cristiano Helmut Kohl sustituyó al socialista Helmut Schmidt, en Canadá Pierre Trudeau perdió ante el conservador Brian Mulroney y en Francia François Miterrand se vio obligado a compartir gobierno con un primer ministro de derecha, Jacques Chirac.

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Thatcher fue decididamente contraria a la integración británica en la Comunidad Económica Europea, defendiendo un modelo de liberación de mercados sin integración política continental; le rehuía a lo que definía como una “burocracia socializante” con sede en Bruselas.

Luego de la guerra de las Malvinas, el orgullo de volver a considerarse una gran potencia elevó la popularidad de Margaret Thatcher; sin embargo, los costos sociales de su política económica y los costos económicos de su antieuropeísmo hicieron crecer el descontento. La gota que rebalsó el vaso terminó siendo su intento de implantar un nuevo impuesto de carácter regresivo (el “Pool Tax”) en 1990. Ante el riesgo de que esta creciente impopularidad pudiera hacerle perder las elecciones siguientes, los líderes conservadores se rebelaron contra Thatcher, lo que llevó a que finalmente presentara la dimisión en 1990. Su lugar fue ocupado por John Major, que finalmente ganaría las elecciones en 1992 y continuaría la política conservadora con bastante más moderación.

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