La novela de tipo epistolar, esto es, aquélla escrita como una serie de cartas, se hizo extremadamente popular durante el siglo XVIII gracias precisamente a la Pamela de Richardson. La forma epistolar era una innovación, fuente de gran orgullo para el autor de Pamela. Así, Richardson ayudó a reinventar un género literario que había alcanzado una reputación bastante dudosa. Los autores de esta época consideraban que la carta permitía al lector acceder a los pensamientos del personaje.
Podemos pensar en ella como la primera novela sobre acoso sexual de la historia. Una muchacha llamada Pamela Andrews sirve como criada a una importante dama de la aristocracia. Tras la muerte de ésta, su hijo comenzará a acosar a la virtuosa Pamela.
Para que tal acoso se vea justificado, Samuel Richardson apela a una protagonista virtuosa, llamada Pamela Andrews, que mediante sus modales delicados y su determinación de castidad logra rechazar los lances amorosos de su amo, el Señor B., que incansablemente intenta seducirla.
Cuando Samuel Richardson comenzó a escribir la novela la concibió como un tratado sobre la conducta femenina, pero conforme fue avanzando se fueron presentando problemas de difícil resolusión. Quizás por eso Pamela solo rechaza a su fervoroso admirador hasta que logra “reformarlo”, es decir, hasta convertirlo en un posible marido ejemplar, en cuyo caso accede y contrae matrimonio con él en la segunda parte del libro. Se cuenta en primera persona la historia de una virtuosa doncella llamada Pamela Andrews y su modesta delicadeza y determinación para rechazar a su amo, el señor B., que intenta seducirla. Finalmente, ella consigue reformarlo y él demuestra su sinceridad proponiéndole matrimonio.
En la segunda parte de la novela, Pamela intenta acomodarse a la alta sociedad y edificar una relación exitosa con su esposo. Narrada a través de sus cartas y diario, Pamela es considerada como una influencia seminal de la orientación de la novela hacia el análisis psicológico y el autoexamen.
Pamela o la virtud recompensada es, además de un adoctrinamiento de la mujer, una obra que se anticipa a los libros de autoayuda, y en parte prefigura a la novela psicológica.
A lo largo de la historia el lector percibe el universo de Pamela exclusivamente a través de sus cartas, sin ningún tipo de acceso directo a otros personajes, de forma que lo único que se nos permite vislumbrar es, en definitiva, la “percepción” que tiene Pamela de ellos.
Pamela o la virtud recompensada fue un éxito rotundo, y polémico. Hubo debates entorno a su mensaje estructural, e incluso sobre su estilo; demasiado sencillo y práctico para la época. Los más conservadores creyeron detectar ciertas licencias innecesarias acerca de la vida amorosa de Pamela, o al menos demasiada verticalidad en lo referente a las reflexiones y dudas de la muchacha acerca de la actitud predatoria de su amo.
En líneas generales, todos los personajes de Pamela tienen un comportamiento cuestionable, salvo la protagonista y narradora de la historia; un verdadero bloque de mármol frente a las embestidas filosóficas y carnales del Señor B. No obstante, las críticas dieron vuelta la naturaleza edificante pensada por Samuel Richardson y se publicaron artículos en los que se denunciaba (literalmente) a Pamela de ser una fabuladora, además de una intrigante que buscaba ascender socialmente al seducir a un pobre e inocente noble.
Samuel Richardson salió al cruce de estas críticas y respondió en varios artículos periodísticos, pero el foco central de su defensa estaba en las reediciones de la propia Pamela o la virtud recompensada. Allí corregía minuciosamente los puntos que no lograba defender con eficacia en la prensa. Además, creó un grupo de lectura conformado por mujeres sabias que instruían a las jóvenes acerca de los errores y virtudes de la casta Pamela.
Recordemos que después de la mitad del libro, Samuel Richardson se ve en el aprieto de reconciliar al excitado y acosador Señor B. con un marido amable y atento; y una Pamela refractaria al deseo con las cualidades de una esposa asertiva.
Para lograr estos cambios bruscos Samuel Richardson no tuvo empacho en burlarse de sus lectores. Para dar un ejemplo gráfico, el vocabulario y los giros idiomáticos de Pamela cambian repentinamente luego del matrimonio; y por luego me refiero a la tarde que sucede a la boda; convirtiendo su léxico de muchacha pobre en un discurso articulado propio de la aristocracia.
La novela plantea dos cuestiones que atormentaban a la sociedad de aquellos años. Por un lado, el acoso no está mal visto, siempre que no se acceda al amor de forma ilícita, es decir, por la fuerza. Por el otro, se intenta ver en la negativa de Pamela una suerte de resignación y paciencia frente al hombre y su sexualidad, algo que sin dudas logró posicionar a la novela de Samuel Richardson entre los ejemplos denunciados por el feminismo contemporáneo.