El nombre de Cesare Lombroso está fuertemente ligado a la historia de la criminología. Su clasificación de asesinos y delincuentes fue durante mucho tiempo, la principal herramienta para establecer el perfil de los delincuentes. De hecho, muchos de sus postulados se debaten todavía en el campo del derecho.
Cesare Lombroso, médico y antropólogo de formación, es considerado el padre de la criminología. Su obra, “Tratado antropológico experimental del hombre delincuente”, se asume como la primera compilación sistematizada en esta área. Junto con Enrico Ferri y Raffaele Garofalo, fue uno de los grandes representantes de la criminología primigenia o criminología positivista.
El pensamiento de Cesare Lombroso estuvo fuertemente influenciado por las teorías de Darwin. En este sentido, Lombroso llegó a decir que los criminales eran “el eslabón perdido”, un ser que estaba en un punto intermedio entre el simio y el hombre.
Para él las causas de la criminalidad estaban relacionadas con las estructuras anatómicas, razón por la cual, la fisonomía de una persona marcaba su tendencia homicida.
También hace mención a otros factores, como el clima (según él, el calor favorece al crimen), la densidad de población, tipo de alimentación, alcoholismo, etc., etc., etc.
Creía Lombroso en un determinismo que convertía al criminal nato en un enfermo incorregible, cuya única terapéutica era la reclusión permanente. En su concepción, la pena tenía como objeto la protección de la sociedad, aunque reconocía que algunas personas podían readaptarse (un discernimiento primitivo entre psicópata y sociópata).
El concepto de criminalidad nata, fue debatido por muchos años. Basarse en las características corporales del individuo, es estigmatizante, ya que hoy sabemos que las tendencias psicopáticas poco tienen que ver con el aspecto físico de una persona.
Su hija, Gina Lombroso Ferrero, escribió la biografía de este médico que dejó su nombre impreso en la historia de la antropología.