La muerte de «el arcángel del terror»

Louis Antoine Léon de Saint-Just es uno de aquellos personajes que la historia ha tendido a situar por lo general en una posición subsidiaria, en este caso de Robespierre. Frente a otros líderes revolucionarios, como el propio Robespierre, Danton, Marat o Hébert, de los cuales se ha dicho que eran ante todo intelectuales que intentaron poner en práctica sus teorías con mejor o peor fortuna, a Sant-Just se le ha visto siempre como un mero “ejecutor”, en todos los sentidos del término, y con un bagaje intelectual mucho más ligero que los anteriores. Esto puede ser en parte debido a su temprana muerte -fue ejecutado a los 26 años-. Escribió algunas obras más bien menores, pero no cabe duda que fue un rousseauniano en el sentido más estricto del término.

Nació en Decize, población de la Borgoña, el 25 de agosto de 1767. Pertenecía a una familia de cierto abolengo y su padre era un militar caballero de la Orden de San Luis. Empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Reims -la misma por la cual había pasado años antes Danton-, pero no parece que concluyera la carrera. En 1785, con 18 años, tuvo un desengaño amoroso al casarse una amiga de su juventud con otro joven de mejor partido que él. Saint-Just decidió entonces robar algunas joyas familiares y trasladarse a París. Parece ser que, denunciado por su madre, pasó seis meses en un correccional parisiense.

Durante su internamiento en el reformatorio escribió un largo poema satírico-pornográfico, ‘L’Organt’, en el cual criticaba, siguiendo sus lecturas de Rousseau, a la monarquía, a la nobleza y al clero. Se adscribió desde muy pronto al proceso revolucionario, alineándose en su ala más radical y activista, apareciendo ya en 1789 como teniente coronel de la Guardia Nacional. Consta que formó parte del destacamento que custodió a Luis XVI y a su familia de regreso a París, tras su huida y posterior detención en Varennes.

En 1791 fue elegido miembro de la Asamblea Legislativa, pero no pudo ocupar su escaño, por razones de edad, hasta el año siguiente, en 1792. Allí empezó su efímera, pero intensa y fulgurante carrera política, destacando como un brillante orador. Tras la proclamación de la República fue miembro de la Convención y se adscribió a los Montagnards, jacobinos radicales llamados así porque se sentaban en los bancos más altos de la asamblea. Allí conoció a Robespierre y se convirtió en su principal colaborador. Destacó durante el proceso a Luis XVI y María Antonieta, pronunciando una frase rousseauniana que causó gran impacto: “No es posible reinar de modo inocente”.

Como miembro del Comité de Salvación Pública, fue enviado como comisionado al ejército del Rhin, una especie de comisario político. Restableció la disciplina y consiguió tomar Bitche y Landau, pero también se hizo famoso por su inflexibilidad a la hora de ejecutar a cualquier disidente entre la tropa. De regreso a París en 1794, fue uno de los artífices, con Robespierre, de la caída de Danton y de los hebertistas. Se convirtió en un personaje poderoso y temido, pero empezó a perder también apoyo popular por su inflexibilidad.

El 9 de Thermidor del año II -según el calendario instaurado por la República francesa, a imitación del romano-, es decir, el 27 de julio de 1794, la conspiración de los moderados le pilló probablemente por sorpresa. Fue detenido en la asamblea junto a Robespierre y Couthon, y llevado con ellos a la prisión de la Conciergerie.

A las pocas horas, fueron liberados por las milicias de la Comuna de París y se refugiaron en el edificio del Ayuntamiento. Tras la llegada de tropas leales a los thermidorianos se produjeron combates y fueron de nuevo detenidos. Esta vez, para ahorrarse nuevas sorpresas, fueron llevados al cadalso sin juicio previo y guillotinados. Se dice que se le ofreció el perdón a cambio de que aprobara la ejecución de Robespierre, a lo cual se negó categóricamente. Con la muerte de Saint-Just y Robespierre, concluyó el periodo conocido como “la época del terror” de la Revolución francesa.

TEXTO EXTRAÍDO DEL SITIO catalunyavanguardista.com

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